Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi
En un análisis apresurado, podríamos afirmar que desde el siglo pasado, las formas sociales de las narrativas contemporáneas han pasado por diversas mutaciones, desplazándose de la novela al cine, luego del cine a la T.V para seguir su andar evolutivo en los paquetes de series en modo streaming, Facebook, twitter y distintas redes sociales que internet posibilita.
En un viaje retrospectivo de la historia, si nos remontamos al mundo literario del siglo XVIII, el teatro como género narrativo ocupaba la centralidad de mayor importancia por ser un verdadero medio masivo de comunicación que escapaba a las limitaciones propias que los altos grados de analfabetismo de las masas, lo que le permitía tener un poder de llegada mucho mas amplio que cualquier libro impreso.
En este mundo del siglo XVIII hay una forma de teatro que rompe con la frontalidad clásica de la comunicación con el espectador, generando una relación con el público que rodea la representación de modo tal que la transforma en un ritual popular y festivo.
A esta forma de representación de la puesta en escena se la conoce como el teatro dieciochesco y es el estilo que encarna la adaptación por parte del director Vicenç Tuset de la obra La locandiera (1750), el clásico italiano del dramaturgo Carlo Goldoni (1703-1793), al cual bautizó como Mirandolina, que además de ser el nombre de la pieza y de su protagonista, es para el director “una de las heroínas más libres, inteligentes y apasionadas de la literatura universal” como señaló en diálogo con Mirador Provincial, “dueña de un hostal en la Italia decadente de la Ilustración, joven, atractiva, rodeada de pretendientes inoportunos y egoístas, es, ante todo, una mujer que está dispuesta a pagar el precio de su libertad”.
La tensión de lo complejo
El arte, las actuaciones y la adaptación del texto de la obra Mirandolina acercan lúdicamente a un mundo complejo y tensionado por las luchas sociales, aquellas pendientes reivindicaciones que aún hoy y quizás más que nunca, tienen absoluta vigencia.
En palabras del director Vicenç Tuset escuchamos, “Queríamos recuperar algo del espíritu del teatro de aquellos tiempos, con jerarquías mucho menos marcadas entre espectador y espectáculo, una relación mucho más fluida entre público y actores. Quebrar esa distancia fue uno de los motores que impulsó el proyecto y terminó dando lugar a la puesta actual en la que las butacas invaden el escenario del Cultural de Abajo”.
La obra es una adaptación del clásico italiano “La Locandiera” de Carlo Goldoni. El deseo del director de realizar su versión deriva en parte de la fascinación que le produjo el conocido montaje que se realizó en la ciudad de Barcelona en los años 90 aunque también, lo motivó cierta ausencia en la ciudad de Rosario de adaptaciones de obras clásicas. A los factores mencionados se suman las reticencias a la hora de trabajar lo clásico en sí, sostiene Vicenç Tuset: “es una de las apuestas más fuertes, pensamos que el teatro clásico tiene que adaptarse en el sentido de no hacer una apuesta arqueológica de como debería ser, pero tampoco adaptarlo para el beneplácito del público local convirtiéndola en un conventillo o algo parecido. La idea es jugar con un imaginario de esa Florencia del siglo XVIII, es decir, pensar que hay un imaginario local de esa Florencia y explotar eso”.
En la versión rosarina la obra se presenta mas reducida pero como indica el director “no por cuestiones argumentales sino ambientales, ya que la idea es potencializar las imágenes que aparecen cuando surgen los vocabularios, los mitos clásicos, el conde, el marqués, la aristocracia, los plebeyos. Es decir, que transmite ese imaginario en el público local y explotarlo desde ahí, que sea una obra disfrutable”.
La Mirandolina rosarina
Desde lo escénico, la obra original tenía mas personajes que la adaptación de Vicenç Tuset y un montaje mas extenso que abarcaba mas de dos horas de duración. El director cuenta, “Consideramos que lo mejor era armar una versión si se quiere de bolsillo, con solo cinco personajes, manteniendo los trazos argumentales fuertes”, conservando el atractivo fundamental de la trama ya que es unas de las primeras obras que aborda la emancipación de las mujeres. En boca del realizador escuchamos, “tiene un personaje fuerte, Mirandolina que terminámos convirtiéndola en el título de la obra porque además de que nos parece central la construcción de ese personaje, está a la altura de un Hamlet y sobresale del texto. Nos cautivaba, nos parece fascinante y nos parece que en la obra es un relojito”.
Vicenç Tuset, el director en primera persona
-¿Cuál fue el desafío de realizar una versión actual de una clásico del teatro italiano?
-Fue un desafío adaptarla porque funciona muy bien en su estado original y no queríamos que pierda nada de esa frescura y dinámica que genera la versión conocida. Nos fascina mucho de la obra original el recurso de poder jugar por fuera del escenario, en espacio teatrales que son muchos mas dúctiles y flexibles. No pensar una apuesta que sea frontal en el sentido mas tradicional o clásico si se quiere en la apuesta italiana. Nuestro desafío es armar una apuesta circular, el público está alrededor de un escenario que es central y eso nos interesa también en el sentido de que cada espectador tiene una mirada distinta de la obra, y un poco eso también es parte de la bondad de preservar el
estricto Goldoriano, no solo para hacer un teatro popular en el sentido del tema del texto, sino incluso del espacio escénico, realizando un quiebre de las formas tradicional entre público y espectáculo.
-¿Qué se potencia que la puesta en escena mantenga un estilo dieciochesco?
-Potencia la idea de que cada espectador se lleva un recuerdo y perspectiva única. Eso hace que una obra como esta, que además plantea un debate candente, enriquezca también la charla posterior de los temas que han aparecido a pesar de las risas. Creo que la apuesta circular lo potencia mas que la frontal. Mantener esa poética y que cada espectador encuentre cobijo en esa poética, a su vez pasarla bien y llevarse una lección de vida de Mirandolina, de haberla visto luchar por su libertad y afirmación personal.
-¿Cuál es el contexto de Mirandolina?
-Mirandolina trabaja en un momento muy particular del siglo XVIII, donde se están quebrando las obras y está muy cerca la Revolución Francesa. Ese es el momento efectivamente donde los estamentos aristocráticos clásicos están en crisis. Aparece la realidad del dinero y eso es muy potente también y lo queríamos potenciar porque nos parece que le da una dimensión más a la obra y a la vez muestra esa sociedad ya dividida, quebrada por un orden que no funciona como funcionaba antes la nobleza, sin otorgar los privilegios que otorgaba. En este contexto aparece un nuevo actor que es el dinero que, condiciona las posibilidades de todos los personajes incluyendo a Mirandolina y su lucha por la emancipación, que es personal y material sin dudas.
Ficha
Dirección: Vicenç Tuset
Actúan: Maru Lorenzo, Franco Perozzi, Juanchi Vidoletti, Mario Vidoletti y Federico Giusti
Adaptación: Julieta Yelin
Vestuario y maquillaje: Lorena Fenoglio
Escenografía: Guillermo Haddad
Diseño de iluminación: Mafer Weber
Operación de luces: Joaquín García
Prensa: Julieta Pisano (Yeite Difusión)
Producción: Miranda Postiglione Martinetti
Contacto
Domingo de agosto. 20 horas. Cultural de Abajo (Entre Ríos 579, Rosario).
Entrada general: $ 1.000. Anticipadas al 341-389-3335 o por el link que figura en Instagram y Facebook.
En un análisis apresurado, podríamos afirmar que desde el siglo pasado, las formas sociales de las narrativas contemporáneas han pasado por diversas mutaciones, desplazándose de la novela al cine, luego del cine a la T.V para seguir su andar evolutivo en los paquetes de series en modo streaming, Facebook, twitter y distintas redes sociales que internet posibilita.
En un viaje retrospectivo de la historia, si nos remontamos al mundo literario del siglo XVIII, el teatro como género narrativo ocupaba la centralidad de mayor importancia por ser un verdadero medio masivo de comunicación que escapaba a las limitaciones propias que los altos grados de analfabetismo de las masas, lo que le permitía tener un poder de llegada mucho mas amplio que cualquier libro impreso.
En este mundo del siglo XVIII hay una forma de teatro que rompe con la frontalidad clásica de la comunicación con el espectador, generando una relación con el público que rodea la representación de modo tal que la transforma en un ritual popular y festivo.
A esta forma de representación de la puesta en escena se la conoce como el teatro dieciochesco y es el estilo que encarna la adaptación por parte del director Vicenç Tuset de la obra La locandiera (1750), el clásico italiano del dramaturgo Carlo Goldoni (1703-1793), al cual bautizó como Mirandolina, que además de ser el nombre de la pieza y de su protagonista, es para el director “una de las heroínas más libres, inteligentes y apasionadas de la literatura universal” como señaló en diálogo con Mirador Provincial, “dueña de un hostal en la Italia decadente de la Ilustración, joven, atractiva, rodeada de pretendientes inoportunos y egoístas, es, ante todo, una mujer que está dispuesta a pagar el precio de su libertad”.
La tensión de lo complejo
El arte, las actuaciones y la adaptación del texto de la obra Mirandolina acercan lúdicamente a un mundo complejo y tensionado por las luchas sociales, aquellas pendientes reivindicaciones que aún hoy y quizás más que nunca, tienen absoluta vigencia.
En palabras del director Vicenç Tuset escuchamos, “Queríamos recuperar algo del espíritu del teatro de aquellos tiempos, con jerarquías mucho menos marcadas entre espectador y espectáculo, una relación mucho más fluida entre público y actores. Quebrar esa distancia fue uno de los motores que impulsó el proyecto y terminó dando lugar a la puesta actual en la que las butacas invaden el escenario del Cultural de Abajo”.
La obra es una adaptación del clásico italiano “La Locandiera” de Carlo Goldoni. El deseo del director de realizar su versión deriva en parte de la fascinación que le produjo el conocido montaje que se realizó en la ciudad de Barcelona en los años 90 aunque también, lo motivó cierta ausencia en la ciudad de Rosario de adaptaciones de obras clásicas. A los factores mencionados se suman las reticencias a la hora de trabajar lo clásico en sí, sostiene Vicenç Tuset: “es una de las apuestas más fuertes, pensamos que el teatro clásico tiene que adaptarse en el sentido de no hacer una apuesta arqueológica de como debería ser, pero tampoco adaptarlo para el beneplácito del público local convirtiéndola en un conventillo o algo parecido. La idea es jugar con un imaginario de esa Florencia del siglo XVIII, es decir, pensar que hay un imaginario local de esa Florencia y explotar eso”.
En la versión rosarina la obra se presenta mas reducida pero como indica el director “no por cuestiones argumentales sino ambientales, ya que la idea es potencializar las imágenes que aparecen cuando surgen los vocabularios, los mitos clásicos, el conde, el marqués, la aristocracia, los plebeyos. Es decir, que transmite ese imaginario en el público local y explotarlo desde ahí, que sea una obra disfrutable”.
La Mirandolina rosarina
Desde lo escénico, la obra original tenía mas personajes que la adaptación de Vicenç Tuset y un montaje mas extenso que abarcaba mas de dos horas de duración. El director cuenta, “Consideramos que lo mejor era armar una versión si se quiere de bolsillo, con solo cinco personajes, manteniendo los trazos argumentales fuertes”, conservando el atractivo fundamental de la trama ya que es unas de las primeras obras que aborda la emancipación de las mujeres. En boca del realizador escuchamos, “tiene un personaje fuerte, Mirandolina que terminámos convirtiéndola en el título de la obra porque además de que nos parece central la construcción de ese personaje, está a la altura de un Hamlet y sobresale del texto. Nos cautivaba, nos parece fascinante y nos parece que en la obra es un relojito”.
Vicenç Tuset, el director en primera persona
-¿Cuál fue el desafío de realizar una versión actual de una clásico del teatro italiano?
-Fue un desafío adaptarla porque funciona muy bien en su estado original y no queríamos que pierda nada de esa frescura y dinámica que genera la versión conocida. Nos fascina mucho de la obra original el recurso de poder jugar por fuera del escenario, en espacio teatrales que son muchos mas dúctiles y flexibles. No pensar una apuesta que sea frontal en el sentido mas tradicional o clásico si se quiere en la apuesta italiana. Nuestro desafío es armar una apuesta circular, el público está alrededor de un escenario que es central y eso nos interesa también en el sentido de que cada espectador tiene una mirada distinta de la obra, y un poco eso también es parte de la bondad de preservar el
estricto Goldoriano, no solo para hacer un teatro popular en el sentido del tema del texto, sino incluso del espacio escénico, realizando un quiebre de las formas tradicional entre público y espectáculo.
-¿Qué se potencia que la puesta en escena mantenga un estilo dieciochesco?
-Potencia la idea de que cada espectador se lleva un recuerdo y perspectiva única. Eso hace que una obra como esta, que además plantea un debate candente, enriquezca también la charla posterior de los temas que han aparecido a pesar de las risas. Creo que la apuesta circular lo potencia mas que la frontal. Mantener esa poética y que cada espectador encuentre cobijo en esa poética, a su vez pasarla bien y llevarse una lección de vida de Mirandolina, de haberla visto luchar por su libertad y afirmación personal.
-¿Cuál es el contexto de Mirandolina?
-Mirandolina trabaja en un momento muy particular del siglo XVIII, donde se están quebrando las obras y está muy cerca la Revolución Francesa. Ese es el momento efectivamente donde los estamentos aristocráticos clásicos están en crisis. Aparece la realidad del dinero y eso es muy potente también y lo queríamos potenciar porque nos parece que le da una dimensión más a la obra y a la vez muestra esa sociedad ya dividida, quebrada por un orden que no funciona como funcionaba antes la nobleza, sin otorgar los privilegios que otorgaba. En este contexto aparece un nuevo actor que es el dinero que, condiciona las posibilidades de todos los personajes incluyendo a Mirandolina y su lucha por la emancipación, que es personal y material sin dudas.
Ficha
Dirección: Vicenç Tuset
Actúan: Maru Lorenzo, Franco Perozzi, Juanchi Vidoletti, Mario Vidoletti y Federico Giusti
Adaptación: Julieta Yelin
Vestuario y maquillaje: Lorena Fenoglio
Escenografía: Guillermo Haddad
Diseño de iluminación: Mafer Weber
Operación de luces: Joaquín García
Prensa: Julieta Pisano (Yeite Difusión)
Producción: Miranda Postiglione Martinetti
Contacto
Domingo de agosto. 20 horas. Cultural de Abajo (Entre Ríos 579, Rosario).
Entrada general: $ 1.000. Anticipadas al 341-389-3335 o por el link que figura en Instagram y Facebook.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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