Siempre llevo frases colgadas a mis sentimientos. Las que me permiten arrancar un día, una nota periodística, o un simple vuelo por la vida.
Pero hay una que es el preámbulo de mi existencia arrastrada por ansiedades, miedos, éxitos, derrotas, y volver a empezar a lo largo de las décadas.
La frase parte de un texto apasionado del eximio escritor uruguayo Mario Benedetti (El Césped): “Nunca se lo he confesado a nadie, dijo Benja pocos días más tarde mientras desayunaban en la cocina, pero a vos quiero contártelo. Tengo sueños, ¿sabes? Todos tenemos, dijo Ale. Sí, pero los míos son sueños de fútbol. Qué romántico, dijo ella riendo. No te burles, contigo no necesito soñar porque sueño despierto”.
Así son mis sueños. Pero despierto. Cargados de tantas cosas que explotan. Y explotan en el Mundial.
El fútbol es esto. Es metáfora pura de la vida. Sino repasemos el Mundial. Argentina debuta y pierde con Arabia. La gente alienta, empuja. Argentina pasa a México. La gente alienta, empuja. Así con Polonia, Australia y ni qué decir con País Bajos.
Lautaro Martínez empieza de titular. No le dan goles ante Arabia, pierde la titularidad, vuelve a entrar y se pierde goles. Pero marca el decisivo en los penales ante Países Bajos. Toro.
Lloran los hinchas, lloran los jugadores. Hay emociones. Los golpes del fútbol son la metáfora de los golpes en la vida. Ganas 2 a 0 y de repente estás en los penales tras 55 minutos de jugados en el segundo tiempo. Y el gol del rival es en el último suspiro. ¿Entonces caerse? No. Sacar fuerzas. Y correr por esa suerte esquiva. Hizo todo la Selección para ganar en el suplementario. Pero la pelota no entró. Cualquiera puede pensar en llegar a los penales anímicamente Bajos antes Países. Sin embargo, más fuerza que nunca.
Y ahí la rebelión. Argentina no se quedó en la queja. En la instancia definitoria cada pelota del Dibu fue arte atajada. Cada disparo de los nuestros, morteros de gol.
Hablando de rebeldía. Messi se cansó de la gastada de la Naranja Mecánica. Las cuchicheadas mediáticas del “no toca una contra nosotros”, del “si vamos a penales tenemos ventajas”, del árbitro personaje. Fue un poco pueblo, otro poco hincha, y mucho de jugador en la cancha. Habló con la pelota. Sugirió con los pies.
Acaso para algunos no estuvieron bien las formas. Pero dijo basta. Si pudiéramos decir basta a otras cosas…Y hacer la del Topo Gigio a las injusticias.
Semifinales ante Croacia. Ese esa es la próxima meta. Ya ganamos. Con Argentina ya ganamos. Ojalá sea victoria real porque merecemos ser finalistas. Pero ganamos porque la Selección en este Mundial, nos unió, nos humanizó. Nos refrescó nuestras capacidades y pasiones. Somos de sangre caliente.
El fútbol y su poder. La vida se me llena de adrenalina con la Selección. No me enfrasco en 90 o 120 minutos, o penales.
Veo lo que estos muchachos consiguieron. Desde el anónimo Acuña (no habla, juega), a las corridas de Álvarez, al juego de Enzo, al sacrificio de Rodrigo, al ida y vuelta de Molina, al corazón de Otamendi, al gran Dibu y a él. Al que no hace falta nombrarlo. Como aquel 10 que nunca se fue de nuestras almas.
Mis sueños son de fútbol. Pero sueño despierto. Por la Selección y por mi vida de potrero y pelota de trapo siempre. Entonces, siempre voy a estar del lado de los sentimientos.
Pero hay una que es el preámbulo de mi existencia arrastrada por ansiedades, miedos, éxitos, derrotas, y volver a empezar a lo largo de las décadas.
La frase parte de un texto apasionado del eximio escritor uruguayo Mario Benedetti (El Césped): “Nunca se lo he confesado a nadie, dijo Benja pocos días más tarde mientras desayunaban en la cocina, pero a vos quiero contártelo. Tengo sueños, ¿sabes? Todos tenemos, dijo Ale. Sí, pero los míos son sueños de fútbol. Qué romántico, dijo ella riendo. No te burles, contigo no necesito soñar porque sueño despierto”.
Así son mis sueños. Pero despierto. Cargados de tantas cosas que explotan. Y explotan en el Mundial.
El fútbol es esto. Es metáfora pura de la vida. Sino repasemos el Mundial. Argentina debuta y pierde con Arabia. La gente alienta, empuja. Argentina pasa a México. La gente alienta, empuja. Así con Polonia, Australia y ni qué decir con País Bajos.
Lautaro Martínez empieza de titular. No le dan goles ante Arabia, pierde la titularidad, vuelve a entrar y se pierde goles. Pero marca el decisivo en los penales ante Países Bajos. Toro.
Lloran los hinchas, lloran los jugadores. Hay emociones. Los golpes del fútbol son la metáfora de los golpes en la vida. Ganas 2 a 0 y de repente estás en los penales tras 55 minutos de jugados en el segundo tiempo. Y el gol del rival es en el último suspiro. ¿Entonces caerse? No. Sacar fuerzas. Y correr por esa suerte esquiva. Hizo todo la Selección para ganar en el suplementario. Pero la pelota no entró. Cualquiera puede pensar en llegar a los penales anímicamente Bajos antes Países. Sin embargo, más fuerza que nunca.
Y ahí la rebelión. Argentina no se quedó en la queja. En la instancia definitoria cada pelota del Dibu fue arte atajada. Cada disparo de los nuestros, morteros de gol.
Hablando de rebeldía. Messi se cansó de la gastada de la Naranja Mecánica. Las cuchicheadas mediáticas del “no toca una contra nosotros”, del “si vamos a penales tenemos ventajas”, del árbitro personaje. Fue un poco pueblo, otro poco hincha, y mucho de jugador en la cancha. Habló con la pelota. Sugirió con los pies.
Acaso para algunos no estuvieron bien las formas. Pero dijo basta. Si pudiéramos decir basta a otras cosas…Y hacer la del Topo Gigio a las injusticias.
Semifinales ante Croacia. Ese esa es la próxima meta. Ya ganamos. Con Argentina ya ganamos. Ojalá sea victoria real porque merecemos ser finalistas. Pero ganamos porque la Selección en este Mundial, nos unió, nos humanizó. Nos refrescó nuestras capacidades y pasiones. Somos de sangre caliente.
El fútbol y su poder. La vida se me llena de adrenalina con la Selección. No me enfrasco en 90 o 120 minutos, o penales.
Veo lo que estos muchachos consiguieron. Desde el anónimo Acuña (no habla, juega), a las corridas de Álvarez, al juego de Enzo, al sacrificio de Rodrigo, al ida y vuelta de Molina, al corazón de Otamendi, al gran Dibu y a él. Al que no hace falta nombrarlo. Como aquel 10 que nunca se fue de nuestras almas.
Mis sueños son de fútbol. Pero sueño despierto. Por la Selección y por mi vida de potrero y pelota de trapo siempre. Entonces, siempre voy a estar del lado de los sentimientos.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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