Juan Manuel Martínez es técnico ortopédico, apasionado por su trabajo, busca aportar a la ciencia, siempre de la mano de la empatía y el respeto a los pacientes. Asentado en Chajarí desde hace varios años, continúa desde esta localidad con su trabajo para la ortopedia en Buenos Aires.
En este entender la ciencia como un aporte al otro, Juan Manuel hace cuatro años trabaja en la creación de cascos fríos para ayudar en el tratamiento de personas que se realizan quimioterapia y no quieren perder el pelo.
En diálogo con Mirador Entre Ríos, Juan Manuel explicó que actualmente muchos pacientes se realizan quimioterapia utilizando los cascos de geles, que enfrían de modo casero. Los cascos de “Invicta” le permiten pasar toda la sesión de quimioterapia con una temperatura lo suficientemente baja para evitar la caída del pelo o disminuirla considerablemente según el caso. La primera de estas máquinas, fabricada íntegramente en Chajarí, fue donada al Cemic y está siendo probada con éxito en la paciente Paula Estrada.
Paula fue quien “trajo” a la Argentina el método de los cascos fríos para evitar la caída del pelo con la quimioterapia, pero lo hacía llegando a utilizar hasta 20 cascos por sesión. “Con Paula se iniciaron las pruebas en el Cemic, luego de obtener la autorización de su oncólogo, el Dr. Gonzalo Recondo”, explicó Martínez.
La utilización de tantos cascos se debía a la pérdida del frío. Una primera máquina presentada bajó el número de cascos de 20 a 3. “Un gran avance, pero aún había cosas por resolver”, indicó, para agregar luego que “cuando comenzaron a ver que funcionaba, desde el Cemic pidieron hacer un registro, nos daban la autorización, pero con contratos legales para la implementación. Ahora estamos en todos los trámites de certificaciones”.
CÓMO FUNCIONA
El casco actual funciona con un líquido refrigerante, que recircula en circuito cerrado y no es nocivo para la salud. La máquina se usa a menos 19 grados, esa constante trabaja a flor de piel, con un sensor que se regula la temperatura para garantizar que no suba demasiado cortando el efecto.
Con esta máquina los cascos se inician con menos 20 grados, pero a flor de piel llega a 12 grados constante, eso por la unión de los 36 grados del cuerpo humano. “Hasta ahí está todo bien, porque científicamente, se sabe que hay que bajar la temperatura entre un 30 y 35% la temperatura corporal; ahora nosotros quisimos ir un poco más allá, rigiéndonos por la temperatura de los gorros. Las drogas quimioterápicas atacan todas las células de rápida multiplicación en el cuerpo, las cancerígenas, junto con las células capilares, son las que más rápidamente se multiplican, es por eso que se pierde el pelo cuando se realizan las quimioterapias. Con esto lo que hacemos es congelar el folículo para que no pase el medicamento. Cuando comienza el proceso en el que le dan los primeros analgésicos previos a la quimio, se ponen el gorro y en una media hora ya se congela el folículo, ahí se ponen una cofia de peluquería para que no se pegue el pelo congelado al gorro, y después el gorro. Cuando la temperatura llega a 9 grados, el motor corta, aunque el frio sigue, hasta los 5 grados, ahí el cuerpo comienza a defenderse y subir la temperatura, al llegar nuevamente a 12 grados vuelve a encenderse, así para evitar que los enfermeros tengan que estar pendientes de la temperatura”.
Actualmente están gestionando la certificación eléctrica, la empresa inversora es Ortopedia Bernak, con el nuevo modelo, “la reforma que le hicimos, con el sensor, se puede patentar, porque el método está patentado por una empresa del Reino Unido” contó el ortopedista y aclaró que, si bien esos trámites llevan mucho tiempo, eso no impide que mientras tanto se vayan haciendo las pruebas en pacientes.
INDUSTRIAS LOCALES
Estas máquinas significan un gigante aporte a la ciencia, sobre lo que Martínez reflexiona: “Queremos desarrollar esto, ojalá que pueda seguir siendo en Chajarí, lógicamente que tendrá un precio pero esperamos que no signifique un gran desembolso para el paciente que lo necesite, y no sólo el que lo pueda pagar”, y añadió que “cada paciente tiene que poder decidir sobre su cuerpo, hay quienes no les importa perder el pelo, y es respetable, pero hay muchos otros donde es algo que les cambia la vida, o que dejan de hacer quimio para no perder el cabello, y eso no puede suceder”, finalizó.