Las lagunas del sur santafesino y del norte bonaerense enfrentan una crisis sin precedentes. Melincué, La Picasa y laguna “El Chañar” (Teodelina), así como la laguna de “Gómez”, en Junín, sufren las consecuencias de una prolongada sequía que ha transformado radicalmente sus paisajes y amenaza gravemente su biodiversidad.
Trágica evolución de la laguna de Melincué
En el caso de Melincué, el humedal declarado sitio Ramsar por su gran diversidad de especies, atraviesa una drástica disminución en su volumen.
Armando Senese, vecino de la cabecera del departamento General López y gran conocedor del lugar, consultado por este medio, relató con pesar esa realidad, con una merma marcada que se viene acentuando desde el año 2018.
Inicialmente, el descenso del nivel del agua desde las inundaciones provocadas por lluvias intensas en 2017, donde el agua llegó hasta el centro del casco urbano, parecía un respiro para la comunidad. Sin embargo, la sequía prolongada que siguió pronto hizo evidente que la situación sería más que preocupante, esta vez a la inversa.
Según Senese, la laguna de Melincué, antes expansiva y vital, ha perdido aproximadamente el 90% de su extensión original. Lo que alguna vez fueron 30.000 hectáreas de espejo de agua, ahora se reducen a tan solo 3.000 hectáreas. La profundidad también ha disminuido significativamente, con el lecho de la laguna ahora cubierto por una gruesa capa de sedimento y lodo. Este cambio no solo ha afectado el aspecto estético de la laguna, sino que también representa un riesgo para quienes la visitan, especialmente los pescadores y los entusiastas de los deportes acuáticos.
El impacto ambiental de esta crisis es igualmente preocupante. La laguna de Melincué es un humedal que alberga una gran variedad de especies de aves migratorias. Sin embargo, la disminución del agua y la degradación del hábitat amenazan con interrumpir este ciclo migratorio y poner en peligro la diversidad biológica de la región.
“Tengo un plano realizado en 1850 y aprobado por la provincia de Santa Fe, donde figura que en un principio eran tres lagunas. Hoy, desde el aire, se nota claramente que eran tres, separadas por una gran isla denominada “de los Conejos” y, si la situación se sigue profundizando, quedará nuevamente dividida en tres espejos de agua: la laguna chiquita, que está frente al fuerte, que es de agua dulce, y las dos lagunas grandes que son de agua salada que, dicho sea de paso, perdió mucho de lo que tenía naturalmente o antiguamente a causa del bombeo o por el ingreso de agua dulce.”, informó Senese.
“En el lugar más profundo -añadió- ahora tenemos un metro y medio de agua, con medio metro o más de barro o sedimento pegajoso, peligrosísimo para todos, sobre todo los pescadores que se meten en bote, kayak o con botas”.
Además, Senese remarcó que “atrás del hotel el agua se corrió unos 80, 100 metros donde está el Náutico Viejo, dentro de la isla del hotel, se corrió como 180 metros, y por un largo tramo hay 10 o 15 centímetros de agua con medio metro de barro abajo; es preocupante”.
“Otra cosa grave, -agregó el vecino de Melincué - es que la laguna es un humedal, y ahí transitan muchas especies de aves que tienen destino a Canadá, Estados Unidos, u otros lugares a gran distancia y se va destruyendo el hábitat, por ende, van a dejar de venir, como dejaron de venir los flamencos, por ejemplo, que ahora llegan en poca cantidad con respecto a los 2.000, 3.000 que venían en los años 90. Me acuerdo bien que estaba todo rosado el fondo de la laguna, inclusive estaban los nidos, cosa que ya no ocurre”.
Vista de la laguna La Picasa.Foto: gentileza
La Picasa: una realidad similar en agua dulce
La situación no es muy diferente en la laguna de La Picasa. Ángel Borrello, productor agropecuario y miembro de la Comisión de Asuntos Hídricos de Carsfe, describió una escena desoladora. A pesar de los esfuerzos de conservación, la laguna ha continuado disminuyendo su nivel de agua, alcanzando niveles que amenazan su existencia misma.
La situación es muy diferente a la de meses atrás, donde se advertía sobre la posibilidad de nuevos desbordes de la cuenca, como ocurrió años atrás, donde el agua cortó la ruta 7 y provocó serios inconvenientes en la zona.
En la actualidad Borrello señala que, mientras otras lagunas en la región se han secado por completo, como la de “Gómez”, en Junín, La Picasa todavía mantiene algo de agua, aunque en cantidades mínimas. La situación se atribuye a la falta de políticas efectivas de gestión del agua, tanto aguas arriba como aguas abajo de la laguna. La ausencia de un enfoque integral para la conservación de los recursos hídricos ha dejado a La Picasa vulnerable a los impactos negativos del cambio climático y la actividad humana descontrolada.
“Con semejante sequía y altas temperaturas, el agua ha seguido bajando, y hoy se debe estar aproximando a la cota 101.60 (llegó a estar en 106). Hay aproximadamente unas 21.000 hectáreas dentro del espejo de agua”, reflejó Borrello, añadiendo que “es un fenómeno que tenía que ocurrir, de hecho, están todas las lagunas secas, o con muy poca agua, excepto La Picasa. Aguas abajo de La Picasa, el sistema sigue con “Gómez” y “Carpincho”, que están absolutamente secas las dos, de manera tal que la situación sigue siendo la misma”.
En cuanto a lo estructural, “está todo mal hecho aguas arriba y no hay nada hecho como corresponde aguas abajo, por eso La Picasa o Reservorio 8 se mantiene con agua y aguas abajo se ha secado todo”, afirmó.
“El niño no existió, no hemos tenido las lluvias puntuales, torrenciales en cortos periodos de tiempo que sí hubo en otros lugares, sino estaríamos hablando de otra cosa, pero en concreto, como siempre, la laguna baja cuando no llueve y ahí seca y crece de acuerdo a la magnitud de las lluvias sobre la laguna y en la alta cuenca con la diversidad de canales alimentadores que tiene”.
La de Gómez ya no existe
Por otro lado, el panorama en la laguna de “Gòmez”, en la ciudad de Junín, en el norte bonaerense, es desolador. En consonancia con lo que ocurre en los espejos de agua de la región, la situación en ese lugar es grave, y el espejo de agua que en su momento fue un gran atractivo por la pesca deportiva, deportes acuáticos y avistamiento de especies de aves, hoy es un desierto.
Esta laguna, que ocupa una superficie de alrededor de 6000 hectáreas, recibió, según los expertos, un 50% menos de agua proveniente de precipitaciones durante los últimos años.
Cabe destacar que la Laguna de Gómez, a través del río Salado, se encuentra integrada a otras lagunas como Mar Chiquita, Carpincho y Los Patos.
También en Teodelina
Por su parte, la laguna “El Chañar”, en Teodelina, no escapa a la realidad. En ese lugar también se experimenta una importante disminución en el caudal de agua, lo que llevó al Municipio local a emitir un comunicado, advirtiendo sobre los peligros que representa.
De esta manera, a través de un comunicado, el gobierno de Teodelina informó que “no se responsabiliza por daños, lesiones y/o accidentes ocasionados por navegaciones de embarcaciones con motor en Laguna "El Chañar", debido a la falta de caudal de agua”.