Tobías Campos y Florencia Chaparro, en el campamento sobre Portezuelo, de camino al cerro Obispo.
Luis Gómez
[email protected]
Una de las definiciones de montañismo señala que es el deporte de caminar y hacer excursiones por las montañas. Está calificado como extremo, por las condiciones de práctica, pero también como disparador para adoptar un estilo de vida placentero.
Dos paranaenses, Florencia Chaparro y Tobías Campos, escribieron una historia más para esta disciplina, con la distinción de su relación de consanguinidad y que su recorrido coincidió con la llegada del nuevo año.
Madre e hijo recorrieron la zona cordillerana mendocina a la altura de Penitentes y los ingresos al Aconcagua (el pico de América, de 6.961 metros sobre el nivel del mar) y regresaron a la llanura con un sinfín de anécdotas y reflexiones, que compartieron con MIRADOR ENTRE RÍOS.
“Nos fuimos el 1 de enero y al día siguiente iniciamos la expedición al cerro Obispo (4.340 metros sobre el nivel del mar). Luego, hicimos trekking en la zona del parque provincial Aconcagua, que incluyó la Quebrada de Matienzo y su paradisíaca laguna del Potrero Escondido (a 3.980 msnm)”, describió Tobías, al inicio de la charla.
“Fue nuestro primer ascenso auto-gestionado, luego de muchas experiencias con guías y de que Tobías realizara un curso específico y adquiriera elementos clave”, agregó Florencia, quien realiza ascensos a alta montaña desde 2017.
“El recorrido fue bien concienzudo, sabiendo que nuestra capacidad tiene un límite en técnica, equipamiento, estrategia y experiencia. Así que elegimos lugares con baja dificultad, aunque hay zonas con piedras sueltas que te desestabilizan”, testimonió Tobi.
“Hay que estar comprometido con el paseo, con concentración y firmeza mental, más buen estado físico”, agregó el ex rugbier, que últimamente se entrena en gimnasio y lo complementa con salidas en bicicleta y trote.
“Disfrutamos todo el tiempo. Es un lindo ejercicio de equilibrio entre la atención, no perder el sendero, mirar alrededor para ubicarte y descansar lo necesario. Así es como se aprecia la belleza”, resumió Flor, trail runner y empresaria de una dietética.
“Atravesamos los atractivos turísticos más lindos de la zona, como tres cascadas que enamoran. Luego de la última, llegamos a la laguna de Potrero Escondido, que es una belleza recóndita”, destacó Florencia, al mencionar los momentos sublimes.
“Asimismo, apreciamos las estrellas en medio de un cielo transparente, que daban la sensación de ser alcanzable. El silencio y el aire puro son otras bellezas, que oxigenan la sangre, los pensamientos y el espíritu”, continuó.
Tobías, en cambio, resaltó el paso de los cóndores: “Su sombra se desplazaba por las laderas mientras íbamos ascendiendo. Impactan por tamaño y presencia”.
Invitando a la población a explorar esta disciplina, “siempre bajo la supervisión de un guía”, los montañistas dejaron su mensaje final.
“Conocer nuevos lugares abre la mente, genera nuevas expectativas y te empuja a ser curioso. No solo practicas deporte, sino que estableces un cable a tierra y conectas con el entorno, algo que no se consigue en el día a día”, resumió Tobi.
“Te encontrás en la inmensidad, viviendo sensaciones únicas, saliendo de la comodidad del hogar y enfrentando los desafíos. El abrazo de cumbre es una belleza, como también el del fin del trayecto, al grito de ¡lo hicimos!”, cerró Flor.
Aún extasiados por la experiencia, Florencia Chaparro y Tobías Campos se refirieron a las sensaciones que despierta hacer cumbre en montaña.
“Cuando llegas arriba, no solo cumplís con tu objetivo. Se mezclan un montón de sensaciones internas y todas positivas, que no se experimentan cotidianamente. Es muy emotivo también llegar con alguien, en este caso con mami”, reconoció Tobías.
“Lo lindo es el camino, no solo la cima. La tranquilidad y la soledad posibilitan poner cosas en orden. Compartirlo con Tobías es lo más lindo que me ha pasado en el montañismo, donde entran en juego las fortalezas física y mental y la compañía, para tomar decisiones inteligentes. Él me acompañó y apuntaló”, agregó, acariciando los brazos de su primogénito.
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Una de las definiciones de montañismo señala que es el deporte de caminar y hacer excursiones por las montañas. Está calificado como extremo, por las condiciones de práctica, pero también como disparador para adoptar un estilo de vida placentero.
Dos paranaenses, Florencia Chaparro y Tobías Campos, escribieron una historia más para esta disciplina, con la distinción de su relación de consanguinidad y que su recorrido coincidió con la llegada del nuevo año.
Madre e hijo recorrieron la zona cordillerana mendocina a la altura de Penitentes y los ingresos al Aconcagua (el pico de América, de 6.961 metros sobre el nivel del mar) y regresaron a la llanura con un sinfín de anécdotas y reflexiones, que compartieron con MIRADOR ENTRE RÍOS.
Viaje soñado
“Nos fuimos el 1 de enero y al día siguiente iniciamos la expedición al cerro Obispo (4.340 metros sobre el nivel del mar). Luego, hicimos trekking en la zona del parque provincial Aconcagua, que incluyó la Quebrada de Matienzo y su paradisíaca laguna del Potrero Escondido (a 3.980 msnm)”, describió Tobías, al inicio de la charla.
“Fue nuestro primer ascenso auto-gestionado, luego de muchas experiencias con guías y de que Tobías realizara un curso específico y adquiriera elementos clave”, agregó Florencia, quien realiza ascensos a alta montaña desde 2017.
“El recorrido fue bien concienzudo, sabiendo que nuestra capacidad tiene un límite en técnica, equipamiento, estrategia y experiencia. Así que elegimos lugares con baja dificultad, aunque hay zonas con piedras sueltas que te desestabilizan”, testimonió Tobi.
“Hay que estar comprometido con el paseo, con concentración y firmeza mental, más buen estado físico”, agregó el ex rugbier, que últimamente se entrena en gimnasio y lo complementa con salidas en bicicleta y trote.
“Disfrutamos todo el tiempo. Es un lindo ejercicio de equilibrio entre la atención, no perder el sendero, mirar alrededor para ubicarte y descansar lo necesario. Así es como se aprecia la belleza”, resumió Flor, trail runner y empresaria de una dietética.
Bellezas por doquier
“Atravesamos los atractivos turísticos más lindos de la zona, como tres cascadas que enamoran. Luego de la última, llegamos a la laguna de Potrero Escondido, que es una belleza recóndita”, destacó Florencia, al mencionar los momentos sublimes.
“Asimismo, apreciamos las estrellas en medio de un cielo transparente, que daban la sensación de ser alcanzable. El silencio y el aire puro son otras bellezas, que oxigenan la sangre, los pensamientos y el espíritu”, continuó.
Tobías, en cambio, resaltó el paso de los cóndores: “Su sombra se desplazaba por las laderas mientras íbamos ascendiendo. Impactan por tamaño y presencia”.
Conexión con la inmensidad
Invitando a la población a explorar esta disciplina, “siempre bajo la supervisión de un guía”, los montañistas dejaron su mensaje final.
“Conocer nuevos lugares abre la mente, genera nuevas expectativas y te empuja a ser curioso. No solo practicas deporte, sino que estableces un cable a tierra y conectas con el entorno, algo que no se consigue en el día a día”, resumió Tobi.
“Te encontrás en la inmensidad, viviendo sensaciones únicas, saliendo de la comodidad del hogar y enfrentando los desafíos. El abrazo de cumbre es una belleza, como también el del fin del trayecto, al grito de ¡lo hicimos!”, cerró Flor.
Llegar a la cima
Aún extasiados por la experiencia, Florencia Chaparro y Tobías Campos se refirieron a las sensaciones que despierta hacer cumbre en montaña.
“Cuando llegas arriba, no solo cumplís con tu objetivo. Se mezclan un montón de sensaciones internas y todas positivas, que no se experimentan cotidianamente. Es muy emotivo también llegar con alguien, en este caso con mami”, reconoció Tobías.
“Lo lindo es el camino, no solo la cima. La tranquilidad y la soledad posibilitan poner cosas en orden. Compartirlo con Tobías es lo más lindo que me ha pasado en el montañismo, donde entran en juego las fortalezas física y mental y la compañía, para tomar decisiones inteligentes. Él me acompañó y apuntaló”, agregó, acariciando los brazos de su primogénito.
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