Los complejos informales encubren mafias organizadas que desarrollan un sistema de trabajo esclavo, trata de personas en talleres clandestinos, contrabando, robo y piratería de mercadería, competencia desleal y corrupción.
Y, como si todo esto fuera poco, hay que sumarle las pérdidas millonarias que le generan al comercio legal por la competencia desleal y la venta de mercadería de imitación a menor costo, que impacta en mayor empleo informal, menor recaudación impositiva y descontrol sanitario en medio de la pandemia, porque, al ser ferias informales, nadie las controla.
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"Estamos dilapidando el terrible esfuerzo económico y social realizado en la cuarentena”, sostuvo Díaz Beltrán, quien remarcó que el comercio absorbió los costos de protocolos y el sostenimiento de empleados vulnerables que, desde hace más de un año, no asisten a sus trabajos, “mientras que los gobiernos hacen la vista gorda de los vendedores ilegales y las mafias organizadas”.
La venta ilegal sigue proliferando, atentando contra el esfuerzo de las pymes con la complicidad de los gobernantes. Desde invasión de manteros y aglomeración de gente comprando en las veredas hasta multitudes de personas ingresando a las saladas y saladitas del país, en plena pandemia, mientras que más de 90.000 comercios tuvieron que bajar sus persianas y despedir a sus trabajadores. "Nos cansamos de escuchar de que el principal objetivo de los gobernantes es erradicar la pobreza y la corrupción, pero hacen todo lo contrario, siguen tolerando las mafias organizadas y el trabajo informal", expresó Díaz Beltrán.