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Entrevista

Guillermo Paniaga: "Me gustaría que mis textos generen complicidad"

 El escritor rosarino obtuvo en el 2024 el prestigioso premio Casa de las Américas por su novela Buenos Aires, fin de otoño. En la presente entrevista nos habla de sus primeras lecturas, influencias y el vínculo con la literatura.

03-03-2025 | 11:11 |

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Guillermo Paniaga se formó en el ISET 18 y la Universidad Nacional de Rosario como licenciado en Periodismo, fotógrafo y docente. Foto: Gentileza.



 Buceando por el universo virtual, se pueden encontrar numerosas contratapas del suplemento Rosario/12 de un escritor que esquiva los encuentros literarios.

Los textos trabajados sin apuro, son de alto calibre literario y tienen la habilidad de generar de forma inmediata un lazo cómplice con el lector de turno, que poco conoce del firmante Guillermo Paniaga (1971), pero mucho saben de Manuel X, el eje narrativo que excede el rol de alter ego para agujerear las fronteras de un universo literario que se constituye como tal.

Guillermo Paniaga se encuentra cómodo en el lugar que ocupa en relación con la literatura, generando una especie de aura Bartlebiriano. Sus textos hablan por él, y por eso no fue una sorpresa que el año 2024 ganara el prestigioso Premio Casa de las Américas a mejor novela por su obra Buenos Aires, fin de otoño, una historia que encuentra como eje contextual los bombardeos a Plaza de Mayo ocurridos el 16 de junio de 1955.

Este cronista se acercó al escritor que nació bajo el signo de géminis y se formó en el ISET 18 y la Universidad Nacional de Rosario como licenciado en Periodismo, fotógrafo y docente. Además, es hincha de Newell's desde la cuna, y como deportista corrió y finalizó dos maratones. Dice que no tiene tatuajes, y que una vez dejó de fumar, pero no por mucho tiempo.

Guillermo Paniaga se formó en el ISET 18 y la Universidad Nacional de Rosario como licenciado en Periodismo, fotógrafo y docente. Foto: Gentileza.

 

Guillermo Paniaga en primera persona: los inicios

-¿Cuándo nace Guillermo Paniaga escritor?

-No hay una fecha fundacional, se fue dando, haciendo. Es como Rosario digamos, no tengo una fecha. Sí estaba latente desde siempre. Recuerdo que desde chico me gustaba mucho el acto de escribir. Cuando aprendí a escribir me sentaba con un cuaderno y el librito de lectura a copiar oraciones. Me acuerdo no solo de intentar escribir mis propias historias, sino también de dibujarlas en una tirita de papel, para proyectarlas en un cinegraf, que era una maquinita con un proyector de cine que servía para proyectar historietas y yo quería hacer las mías. Fue un proyecto que fracasó, porque usaba papel opaco y no salían las imágenes en la pared. Aunque no lo pude proyectar, la historieta estaba.
Luego comencé a estudiar periodismo, y lo hice con la idea de escribir. Leía diarios además de literatura, y pensaba no dedicarme a otra cosa que al periodismo escrito. Sin embargo, me desilusioné del periodismo y el acto de escribir lo dediqué a la literatura.
Eso fue a los veintitantos, yo trabajaba en un diario de Buenos Aires, completamente desencantado de lo que sucedía en la cocina del diario y decidí que el esfuerzo lo iba a dedicar a la literatura. De vez en cuando hago alguna cosa vinculada al periodismo, pero no es algo que me convoque.

-¿Qué autores dejaron una huella literaria en tu forma de escribir?

-Julio Cortázar sin dudas. De hecho, las primeras cosas que escribí eran copias de los cuentos fantásticos de él, que me sirvieron de práctica, pero quedaron de lado. Me gustaría que mis textos generen con el lector la complicidad que lograba tener Cortázar con quienes leían sus historias.
También Roberto Arlt, Milan Kundera, Albert Camus, Sartre y Salinger. Son todos autores que son preferidos en la lectura y que obviamente te van dejando huellas en la escritura. Y como no nombrar a Paul Auster. Una vez leí que en la forma de narrar todos han robado algo de Auster, incluso yo también.

-¿Recordás el primer libro que leíste?

-Recuerdo el primero que fue mio, que lo tuve desde antes de aprender a leer, y cuando aprendí a leer lo leí y me gustó. La hormiguita viajera de Constancio C. Vigil. No sé que habrá sido de ese libro, era grande, amarillo, con unos dibujos muy lindos. Después comencé a leer las adaptaciones para chicos de historias clásicas, como las de Julio Verne. Si recuerdo cuando leí la primera versión completa, que me fascinó: Viaje al centro de la tierra. Fue a los 10 años, ahí comencé a buscarlos completos en la biblioteca de la escuela, también buscaba Edgar Allan Poe, Emilio Salgari, las cosas que uno lee de chico.
Me acuerdo el primer libro que me despertó muchas sensaciones, me lo recomendó mi maestra Sonia: Mi planta de naranja lima. Yo era un chico que estaba en la calle jugando a la pelota y de golpe me encontraba llorando, leyendo un libro.

-¿Y el último?

-Ahora estoy leyendo El oficio de vivir, que son los diarios de Cesare Pavese y La historia de la locura de Michel Foucault, pero lo estoy leyendo de a poco.

La escritura

-¿Qué te inspira a la hora de escribir?

-El trabajo. Cuando escribo, lo hago inspirado muchas veces. Pero la inspiración me encuentra escribiendo. Cuando veo o leo algo que me despierta una idea, la empiezo a rumiar, no es que me lanzo a escribirla. Y cuando me siento, me surge el clic, Manuel X toma el control y se pone a escribir. Es como otra conexión que tengo para poder expresar lo que llevo adentro, que si lo tuviera que hacer de forma racional, no me sale como cuando desato eso que fluya.

-Algunas de tus obras fueron finalistas en distintos concursos, como los organizados por la editorial Emecé. Sin embargo, te mostrás poco por los círculos literarios, y gran parte de tu obra se mantiene inédita. ¿Te definirías como un escritor de márgenes?

-No me considero un escritor de márgenes, porque no quiero estar en esos círculos que mencionas. Estoy en el centro de donde quiero estar. Parte de mi obra se mantiene en Instagram, porque siempre estoy buscando la forma de mejorarla. Hay tantas cosas que se publican y son malas, y no quiero que con lo mío suceda lo mismo. Sé que hay cosas que se pueden mejorar. Hay cosas premiadas, que he comprado y digo "para qué compré esto, cómo lo publicaron". Hay tantas cosas buenas para leer, que no te alcanza una vida. Qué necesidad hay de que haya otra cosa más, que no merece ser publicada, por más que sea mía. Cuando considere que sea algo que pueda perdurar, no que se publique y a la semana se olvide, se publicará. O quizás no.
Para mí el hecho mismo de escribir me satisface, después si se publica o no, no me importa demasiado.

Guillermo Paniaga se formó en el ISET 18 y la Universidad Nacional de Rosario como licenciado en Periodismo, fotógrafo y docente. Foto: Gentileza.

 

Buenos Aires, fin de otoño

-El año pasado obtuviste el prestigioso premio Casa de las Américas en la categoría Novela por tu obra Buenos Aires, fin de otoño. Una obra que centra la trama en los bombardeos a la Plaza de Mayo que tuvieron lugar el 16 de junio de 1955. ¿Cómo nace el empuje por narrar sobre este acontecimiento bisagra en la historia Argentina?

-Lo del 16 de junio aparece porque siempre tuve la idea de escribir algo relacionado con el peronismo. Había pensado también escribir sobre el 17 de octubre, pero cuando empecé a leer sobre el 16 de junio, me parecía fundamental que no te lo enseñan en las escuelas y no se mencionaba en ningún lado. Me pareció una buena idea que tenga este contexto la historia.

-¿La considerás una novela histórica?

-No, yo lo uso como contexto. No estoy novelando ese hecho, si lo describo un poco desde lo que imagino que fue. Es una apoyatura, un contexto para contar otra historia. Además, a mí me cuesta asumir que pasaron veinticinco años del SXXI, y las cosas de mitad del siglo XX en adelante, en mi percepción, son contemporáneas no históricas. Entiendo la necesidad de nombrar para encuadrar, desde ese punto se la pueda llamar novela histórica.

-¿Por qué tomaste la decisión de elegir una narración coral para el desarrollo de la historia?

-Porque es la vida misma. Uno existe rodeado de otras personas, y cada una tiene una explicación diferente de los hechos. Me parece que es la mejor forma de comprender la historia. Si se toman varias voces de varias subjetividades, uno puede armar mejor el rompecabezas de lo que significa un acontecimiento y la vida, que es una red de personas. Es una buena manera de que se comprenda mejor la situación y porque se desencadenan los hechos como se desencadenan.

-Manuel X es un personaje que cobra vida no solo en esta historia, sino también, en otras narraciones tuyas. ¿Quién es este personaje?, ¿qué características tiene?

-Es un alter ego, muchas veces. Otras veces no. Es mucho más extremo, en lo bueno y en lo malo que podría ser yo, pero ya es un personaje que actúa de forma independiente. Es una construcción desde la cual me gusta que se disparen las historias que escribo. Aun cuando el personaje termina desapareciendo, porque lo borro, el fantasma está y el eje disparador es Manuel X. Es una construcción del personaje para las historias como pudo haber sido la construcción de un lugar, como en el caso de Macondo para García Márquez. Con Manuel X busqué en vez de hacer un lugar, hacer una persona que sea el centro o el eje desde donde transcurrían las cosas. Incluso es atemporal, aparece en la actualidad, en los 50 o en el SXVI. Aparece en todos lados, es la construcción del eje desde el cual se disparan las historias.


-¿Qué significó para vos ganar el premio Casa de las Américas?

-Una gran alegría y un orgullo, porque es un premio muy prestigioso. Me sentí incómodo al principio, porque el primer mes fue caótico con el tema de los reportajes, una situación que me incomoda. Pero después lo pude disfrutar más y es un orgullo.

¿Cuáles son tus actuales proyectos literarios?

-Estoy con una historia que había empezado a escribir y abandoné cuando me enteré de que había ganado el premio. La retorné, y la voy rumeando. Si es una narración histórica, la idea es visitar algunos lugares para poder documentarme, recibir información de primera mano y escribirla como corresponde.

 


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