El río Paraná en retirada dejó al descubierto una triste historia que parecía olvidada. La otra tragedia de 2003, previa a la fatídica inundación de la ciudad de Santa Fe. El accidente de tránsito en el que murieron cinco personas -dos abuelos y tres niños-, cuando un tramo de la ruta nacional 168 se desmoronó y la camioneta en la que viajaba una familia -los padres sobrevivieron- cayó al río Paraná, cerca del acceso al Túnel Subfluvial.
Edición: Fernando Nicola. Voz en off: Gustavo Ocampo
"Trágico desmoronamiento en la 168" tituló El Litoral en su portada aquel viernes 7 de febrero de 2003. La crónica da cuenta de que el día anterior, ese jueves 6 a las 18 horas, se desmoronó un tramo de unos 100 metros de la ruta nacional 168, en cercanías del viejo atracadero de la balsa, a 1 kilómetro del acceso al túnel subfluvial a Paraná.
Tras el desmoronamiento de la ruta se montó un operativo para impedir el tránsito en la zona. ¿Cómo fue que la camioneta Dodge color gris en la que viajaba una familia con siete integrantes -tres niños- terminó dos horas más tarde en el fondo del río?
La camioneta. Los restos de la Dodge gris con cúpula en la que perdieron la vida cinco personas, tres menores de edad.Foto: Mauricio Garín
Destino fatal
Los Zapata habían viajado a la zona desde la ciudad de Paraná. Marcelo Zapata (42), su pareja Soledad Martínez (23); tres niños: Brian (4) y Jaqueline Martínez (1), y Daiana Ortiz (hermana de Soledad); y los abuelos Rosario González (madre de Soledad) y José Pascua (58), pasaron una tarde de pesca en plenas vacaciones de verano, en la zona cercana a la isla Berduc, a orillas del río Paraná.
Caía el sol sobre sus espaldas y resplandecía el ocaso sobre los edificios de la capital entrerriana en la orilla de enfrente. Quizá haya sido la típica mosquitada del anochecer la que motivó a los Zapata a emprender el regreso a casa. Cargaron todo sobre la camioneta Dodge y partieron nuevamente a Paraná. El matrimonio se ubicó en los asientos delanteros mientras que los abuelos y los niños viajaban en la caja con cúpula.
Eran minutos después de las 20 cuando la camioneta quiso atravesar la misma ruta por la que antes habían llegado a su lugar de pesca, pero la ruta ya no estaba allí. Se la había tragado el Paraná. Lo mismo ocurrió con la camioneta, que cayó al vacío y se perdió bajo el agua, sepultada a unos 10 metros de profundidad.
Marcelo y Soledad alcanzaron a escapar del interior del vehículo. El resto de los ocupantes, que se encontraban en la parte trasera, no lo pudieron hacer. Los cinco cuerpos fueron retirados por buzos tácticos durante las primeras horas de la mañana siguiente. La camioneta nunca apareció. Hasta hoy. Porque con la histórica bajante del río Paraná los hierros oxidados con la clara silueta del chasis y los neumáticos retorcidos asomaron otra vez al sol. Y emergió con ellos la memoria de la angustia.
Dos hipótesis
El último vehículo en atravesar la ruta antes de que se desmorone sobre el río fue un colectivo de la empresa Basa. Aquellos pasajeros se salvaron de milagro. Luego alguien alertó sobre el derrumbe, los operarios del túnel avisaron a Vialidad y la policía cortó el tránsito, lo que ocasionó un gran embotellamiento vehicular.
Todo ello ocurría mientras la familia entrerriana disfrutaba de su día de pesca, ajenos a los hechos. Y cuando emprendieron el regreso nadie les pudo advertir que la ruta ya no estaba allí. El corte de tránsito se encontraba en un punto distante de donde ellos habían estacionado, a la vera de la 168. Los acechaba la tragedia.
Se supo más tarde que al partir el conductor pudo divisar a lo lejos el retén, pensó que se trataba de un accidente de tránsito y le restó importancia. Se dirigía hacia el sentido contrario. También se supo que desesperados, los policías los corrieron a los gritos para tratar de advertirles que la erosión del río se había llevado un tramo de ruta. Una hipótesis da cuenta de ello. La otra sostiene que los ocupantes de la Dodge esquivaron dicho retén policial y continuaron su marcha rumbo a Paraná, sin saber lo ocurrido.
Otro detalle publicado en la crónica de El Litoral de aquel día, menciona además que el representante entrerrriano del Ente administrador del Túnel Subfluvial, Mario Alcoba, se encontraba en el lugar y fue testigo de lo ocurrido. Según su relato, hasta las 20 un patrullero de la policía santafesina se encontraba apostado junto al socavón. "Pero alguien dio la orden de que se retire unos 200 metros más adelante". Quizá haya sido por el temor a un nuevo desmoronamiento.
"Apenas pasaron unos minutos cuando vimos que la camioneta salía de un costado de la ruta", dijo Alcoba aquel día. "Se dirigía directamente al socavón", continúa su escalofriante relato. "Gritamos, hicimos señas, pero todo fue inútil".
Cuando observaron cómo la camioneta desaparecía bajo el agua corrieron hacia el lugar. "Escuchábamos los gritos de las personas atrapadas, pero no pudimos hacer nada para salvarles la vida".