Agustina Lescano (Santa Fe, 1992) es licenciada en Comunicación Social (UNER). Recibió el Premio Provincial de Poesía José Pedroni por su primer libro, Nena (Corteza, 2016). Publicó libros de cuentos y participó de antologías poéticas. Escribe el newsletter Las nuevas auroras y pueden leerse notas suyas en Periódico Pausa y Revista Charco. Actualmente está viviendo en Río de Janeiro desde abril del año pasado. “Vinimos con Ariel, mi novio, él recibió una beca doctoral y yo en Santa Fe quedé cesante después de trabajar para el Ministerio de Educación”.
Luego agrega: “Estoy dando clases de español y coordinando talleres de conversación donde leemos mucha literatura de autoras latinoamericanas. Se dan intercambios muy ricos sobre la variedad del español, que es enorme. Por ejemplo, una de las mujeres que participa hace poco me preguntaba qué sentido le damos en Argentina a la palabra quilombo. Había visto la serie “Envidiosa” y no entendía bien por qué el personaje de Griselda Siciliani dice que es la mujer quilombo”. Y la verdad que es una cagada el sentido que le damos, porque un quilombo es lo contrario a la desorganización”.
Consultada acerca de su último libro de poemas titulado “Las Sombras” dice que es de alguna manera un registro de los últimos 10 años. “No un registro autobiográfico, porque es poesía, hay ficción y trabajo de reescritura. Pero, sí hay un primer nacimiento de los poemas como un apunte, algo que aparece frente a una escena, un pensamiento o un acontecimiento puntual que me hace escribir y después volver a eso para armar un poema”. Luego añade: “Son poemas escritos en distintos momentos, muchos ya los vengo llevando a lecturas y los venía trabajando. Hay algo de anécdotas o recuerdos, de un viaje con amigas a Bolivia, de un accidente en auto, de la inundación de Santa Fe en el 2003, por ejemplo. Están presentes varias amigas y amigos, también las casas en las que viví, la oficina donde trabajaba, cosas. Escribo como una cosa que me gusta hacer en el día a día y tomo mucho de ahí, más que pensar en escribir sobre algo”.
´-¿Cómo te vinculaste con la poesía?
-Me acerqué primero que nada a la literatura como lectora. Fui mucho a la Biblioteca Pedagógica, en una época en que era chica y mi viejo trabajaba a la vuelta. Ahí también tuve la suerte, además de leer y curiosear un montón de libros, de entrar a la literatura desde la oralidad, participando de los talleres de cuentos y después de narración oral que coordinaba Joselina Martínez. Ella es una narradora oral espectacular, una educadora que hace más de veinte años hace un trabajo muy fuerte y hermoso por la lectura y el arte de contar cuentos en Santa Fe. Me hizo entrar a la literatura como un juego, tanto a mí como a muchas otras chicas y chicos.
Después, por leer poesía y poder escuchar a escritores y poetas empecé a pensar en escribir poemas. Con un grupo de amigas y amigos, en 2014, empezamos a organizar un ciclo de lecturas de poesía en Santa Fe La Chochan. Surgió porque estábamos anotados para leer en una fecha de la Bienal de Arte Joven de la UNL, y quisimos hacer algo para ponerle un poco más de onda. Hicimos varios eventos en Ochava Roma, un centro cultural en barrio Roma, con lecturas en vivo de poetas de la región, y siempre había también música y una feria de editoriales independientes. De cada fecha hay editado un fanzine, se pueden leer en internet.
-¿El tono de los poemas de esta publicación, se aleja de tus narraciones anteriores?
-No creo que haya un tono muy diferente al de “Nena” que es mi primer libro. En un momento me preocupaba eso y en un taller, creo que del Festival de Poesía de Rosario, Laura Wittner nos dijo algo así como que bueno, uno escribe encontrando la voz propia, entonces no es que de un libro a otro vas a hacer una cosa totalmente distinta.
Son textos escritos a partir de lo cotidiano, como regar las plantas o quedarte pensando en lo que te dijo alguien en una discusión, o no poder dormirte y salir al patio. Claro que en eso de lo cotidiano hay un montón de materia para imaginar, para derivar de una cosa a otra. Me gusta cuando la escritura permite pensar nuevas relaciones, para pensar más allá de la cosa apurada de todos los días y sobre todo para darle lugar a la fantasía y lo lúdico con la palabra. También me interesa que eso se genere en la experiencia de lectura. Siempre busco un poco eso, ya sea que escribo poesía o una reseña o una nota.
-¿Por qué el título del libro?
-“Las sombras” sale de un verso de un poema que tiene que ver con sentir una presencia, algo que no vemos, ni entendemos, sin ponerle más nombre que eso. Me gustó porque condensa un poco la idea de lo no dicho, de lo que sedimenta y también, supongo, de refugio.
-¿Cómo ves la escena poética de Santa Fe?
-Bueno, cuando hacíamos La Chochan nos interesaba encontrarnos con gente que le gustara leer y que en la ciudad se conociera la literatura que se estaba escribiendo. Tanto en ese momento como ahora la escena poética de Santa Fe está muy relacionada con la de Paraná y Rosario, por la circulación de autores, eventos y editoriales. Desde principios de este año yo no estoy en Santa Fe y sé que está complicado, pero siempre hubo y hay muchos artistas y personas que se organizan y gestionan propuestas culturales hermosas. Y escritores geniales como Santiago Venturini, Cecilia Moscovich, Analía Giordanino, Larisa Cumin, Francisco Bitar, Rosina Lozeco, Ariel Aguirre, Gonzalo Vega y Pilar Cabré que en realidad son de Santo Tomé, y un montón más.
-¿Qué autores leés o seguís?
-Soy bastante dispersa para leer y me gusta también leer mucho narrativa y no ficción. Ahora estoy conociendo más autoras brasileñas y leyendo literatura en portugués. Me gustó mucho “Asma”, un libro de Adelaide Ivánova. Es una poeta que ya tiene un primer libro traducido al español pero no la conocía, creo que no llegó al interior.
-¿Qué planes tenés para este 2025?
-Estoy escribiendo una especie de diario de reseñas culturales que se llama Las nuevas auroras, lo publico en substack y sale los viernes cada quince días como newsletter. Hay como un regreso de los blogs, en esa plataforma y otras similares, está bueno que haya comunidades de lectura en internet, dialogando con todos los otros contenidos. Con una amiga ilustradora, Yuyis Morbidoni, tenemos un proyecto de libro álbum que venimos corrigiendo y reelaborando hace rato, y queremos cerrar pronto.
Así escribe
Voy en bicicleta y escucho dos bocinazos fuertes. Pienso que voy a morir aplastada entre un colectivo y una moto. Imagino que alguien, arriba del ônibus, va a gritar: “porra, motorishta!”. Probablemente, una señora, cuando se sienta el golpe. Y que otras personas en la calle van a comentar, “ela é gringa, né?”, mientras yazco, en la calle. Pero la moto y el colectivo pasan, sin más, a mi izquierda y mi derecha. Doblo y veo la punta del Pão de Açúcar, coronada por nubes dulzonas, rosadas y naranjas por el sol de las cuatro de la tarde. Así es parte de esta ciudad, ciclovías hermosas y tránsito demencial, samba en las esquinas y olor a pis, sol, árboles, mar, edificios, botecos y morros.
Bio
Nació en la ciudad de Santa Fe en 1992. Es licenciada en Comunicación Social (UNER).
Recibió el Premio Provincial de Poesía José Pedroni por su primer libro, Nena (Corteza, 2016).
Publicó también el cuento Se rompió la máquina (Colectivo Editorial 4ojos, 2015) e integra la colección Dos poemas de Ediciones Arroyo (2016), la antología Les poetas (Gog & Magog, 2019) y la publicación colectiva Diccionario enciclopédico de las cosas que nos gustan (Libros Silvestres, 2022).
Desde 2024 vive en Brasil, coordina un taller de conversación en español y un taller de poesía.
Escribe el newsletter Las nuevas auroras y pueden leerse notas suyas en Periódico Pausa y Revista Charco.