Cacho Palma y los detalles de su nueva obra
El dramaturgo rosarino se encuentra en plena fase creativa de lo que será el cierre de una trilogía que encontró en los vaivenes de la historia, la literatura y el encuentro espontáneo de los escenarios.
El dramaturgo rosarino se encuentra en plena fase creativa de lo que será el cierre de una trilogía que encontró en los vaivenes de la historia, la literatura y el encuentro espontáneo de los escenarios.
Celebrando los sesenta años de Arteón, Cacho Palma planea presentar el próximo 14 y 21 de mayo su nueva obra Desde Cachorro en la sala El Rayo Misterioso (Salta 2991, Rosario).
El itinerario dice que vendrá un estreno nacional el día 29 de mayo, para partir de gira por Madrid, Galicia y retornar al país, con estadías en Buenos Aires. En la presente fase creativa, se encuentra trabajando con un grupo de más de una veintena de colaboradores entre los cuales se destacan la presencia de Néstor Zapata, Pablo Razuk, Liliana Gioia, Graciela Sietecase, Myrian Cuberos, Nestor Aliani y Lorena Salvaggio entre otros. En la entrevista habló sobre el proceso creativo.
Sabatino Cacho Palma en primera mano
-Los escritos del húngaro Imre Kertész, los cuentos del rosarino Alberto Muñoz y La Gaviota de Chéjov, son algunos de los textos que te inspiraron para la escritura de la dramaturgia. ¿Con qué historia se va a encontrar el espectador el próximo 29 de mayo?
-Tendremos dos preestrenos con debate y charla que marcaran el inicio del recorrido el 14 y el 21 de mayo, y que es una experiencia que recomiendo para los amantes del teatro y del proceso creativo de una obra abierta, en construcción y revisión; donde lo constante y el principal referente será el actor narrador que pone un espacio poético absolutamente en función de “médium”, trayendo una historia familiar de tres generaciones, Enrico, Ugo y Enriquito, más dos mujeres mágicas, causa y brújula de estos hombres: Mariantonia y Anamaría. Desde las bambalinas surgirá también la Nina de Chejov, en el lugar de la mujer imposible y siempre amada. Como en 22 de agosto asumo el rol de protagónico y para sostener este trayecto estoy contando con un equipo de dirección del actor, de la puesta en escena y de arte, que cobija a una docena de artistas de la ciudad y de Buenos Aires.
La obra no se va a tratar de un collage o de un ordenamiento fractal y fragmentario. Es una sola historia, de un abuelo que escapando de un campo nazi llegó a Rosario en 1943, y la historia de su hijo nacido en el 45 y de su nieto nacido en el 63. Y si bien hay un sujeto del relato encarnado por el nieto, la obra gira y estalla, en acciones y momentos intensos de cada uno de los roles, en un inquietante aquí y ahora, corporizado, orgánico y vital. Una historia familiar que es también la crónica de un siglo donde cada integrante tomara cuerpo y voz en la poética del actor. Los autores nombrados han sido referencia y parte de la génesis de la escritura, que rápidamente tomó un camino personal.
-Kafka marcó 22 de agosto, tu última obra que recorrió el país y el extranjero. ¿La biblioteca expansiva que te inspira para escribir Desde Cachorro, te acerca al universo borgeano?
-Sería maravilloso porque Borges escribe siempre desde sus lecturas, y desde ahí, se permite su asombrosa y genuina ficción. Su propuesta sigue siendo una especie de palimpsesto donde cada escritura se monta sobre una anterior, que no ha quedado totalmente borrada y de la que restan huellas, que emergen como una especie fuego prometeico y eterno que no se apaga. Una escritura que siempre es reescritura y que a su vez aporta la novedad, trae lo nuevo sobre lo viejo, la tradición, el relato de lo humano atravesando los tiempos.
En Desde Cachorro lo fragmentario será introducido por un manejo del tiempo.
La obra no se va a ceñir exclusivamente a lo cronológico. La magia escénica abrirá la posibilidad de que el actor, en su misma historia, y con sus cicatrices, emerjan todas las historias que pueda sostener: los campos, los golpes, los exilios, los amores, los encuentros y las pérdidas. Un actor que se propone encontrar en sus propias manos, todos los llamados y los abrazos, las caricias y todas las “cachetadas” que el texto evoca y convoca.
Cito un fragmento del texto: La vida duele y aún en los momentos más hermosos lo horrible es siempre una amenaza y una esquina por la que nunca más volví a pasar.
El trabajo se va vertebrando, en un triple espacio, el necesario íntimo y personal, de búsqueda y de estudio.Foto: Gentileza.
La trilogía
-Mencionábamos recién a 22 de agosto, una obra que nos hizo pensar a todos los amantes del teatro. ¿Cómo hace Cacho para dar vuelta de página y ponerse el traje Desde cachorro?
-Más que dar vuelta la página, es seguir escribiendo. Me gusta pensar que sumando a la primera de esta vuelta de vida como autor, El camino de la fuente, estoy llegando a una trilogía jamás imaginada, pero que fui encontrando. Por momentos me parece que son una sola obra tripartita en hechos y sucesos vertebrados por el deseo de arribar a un mundo poético y sensible, más humano y más vivible.
Las historias comenzaron a tomar cuerpo en 2019. Luego cursando el angustiante periodo de aislamiento preventivo necesario ante la pandemia Covid, me encontré con la necesidad acuciante de promover nuevos y distintos cruces teatrales, donde se nos permitiera volver a ejercitar el maravilloso rito de un encuentro con lo perceptivo y con lo fraterno. Me dejé llevar por un cúmulo de imágenes fuertemente grabadas en recuerdos, impresiones y sucesos que marcaron parte esencial de mi existencia, cada cosa que aparecía así de repente, iba cobrando el estatuto de una epifanía. Y aunque todo parecía muy caótico y confuso, en los primeros momentos decidí mantener aquello que insistía y persistía. A eso siguió una necesaria decantación que fue subrayando lo que lograba conmoverme y sorprenderme. Hasta lograr estructurarlos en un discurso poético teatral. El teatro me habita desde mi adolescencia y es un amor incondicional, justamente en plena dictadura genocida, cuando el mundo se me cerraba, la escena teatral y los enormes maestros que conocí, me abrieron una puerta, que primero fue un refugio y poco a poco, se fue transformando en un estilo de vida.
-¿Hay una continuidad entre ambas obras?
-Si y no, 22 de agosto tiene una única fecha que funciona a modo de cábala, con un número opuesto que es “el 13 de abril”, a partir de allí pude tejer una trama aparentemente arbitraria haciendo valer esa fecha en momentos cruciales de nuestra historia. Aquí, en cambio, hay una crónica absolutamente ficcional sobre las marcas de un siglo de aparente progreso y de inusitada crueldad.
La continuidad la brinda el estilo y la ética del actor/autor, es el mismo cuerpo, pero siempre modificado y sujeto al juego escénico, es la misma voz que encuentra nuevas cajas de resonancia, es la misma emoción vital que se ramifica y se potencia en cada escena.
Recuerdo entonces algo de mi oficio. Donde tengo la clara percepción de que el modo de mantener viva una obra es la creación y la invención permanentes. Mis producciones teatrales, que debo llevar ya cerca de 50, tratan de ser fieles a la ética del ensayo y del trabajo siempre en proceso, son obras abiertas, se arman y desarman cada vez. Nada es cómodo en un teatro que pretenda movilizar, capturar y modificar tanto al actor como al espectador. Ni siquiera la butaca debería ser un lugar cómodo. Todo es intenso y, de alguna manera, enloquecedor. Es muy difícil mantener o sostener una fórmula, lo que alguna vez te sirvió y te vino de maravillas ya no te sirve para este nuevo proceso. Lo que sí puedo sostener, es la fidelidad a un estilo, a un modo de narrar y de contar, marcado fuertemente por lo subjetivo y por una decidida toma de posición dirigida a sostener cuestionamientos y generar dudas sobre lo impunemente visible y lo impuesto fácticamente. Siempre con la convicción de que hay algo por decir y mucho para contar.
-¿Hay un registro autobiográfico en Desde cachorro?
-En El Camino tuve el atrevimiento de narrar las últimas horas de la vida de Lorca, previas al instante del fusilamiento, para llegar hasta ese último aliento de vida. Es decir, puse mis imágenes y mis sensaciones en el cuerpo y la obra de Federico. En 22 de agosto partí de mi propia adolescencia y del despertar al arte y a la política. Aquí lo autobiográfico no pasa a primer plano, salvo en dos pequeños momentos, todos lo demás es entregarse a una historia imaginada y no vivida, pero sí escuchada, sentida y percibida durante mis duros 67 años.
“El cuerpo está marcado, registra señales de las vidas pasadas y también a manera de recordatorio orgánico señala un destino”. Aporta Lorena Salvaggio en su producción como directora de arte.
Creación colectiva
-Los afectos, y un público íntimo ocupan un lugar importante en la fase creativa de tus trabajos, ¿qué rol vienen teniendo en la producción de la obra?
-Eso es lo más lindo y enriquecedor de mi manera de hacer teatro y te confieso que es lo que realmente amo. Las discusiones, las diferencias, y diversas estrategias que se van suscitando junto al modo en que una obra se va haciendo, siempre confrontada y enriquecida con al menos un espectador. El rol de mirar y escuchar, criticar y acompañar, resulta fundamental para mi teatro y es francamente insustituible.
Debo llevar más de 40 pruebas desde noviembre del año pasado hasta ayer. Comparto lecturas, ensayos y búsqueda con una parte del equipo creativo. Siempre al menos hay dos integrantes en las pruebas, a los que se han sumado una decena de amigas/os que disfrutan acompañando y participando de un proyecto incipiente, donde comparten vacilaciones, errores y dudas.
El trabajo se va vertebrando, en un triple espacio, el necesario íntimo y personal, de búsqueda y de estudio, la pasada ante los compañeros y una tercera instancia dada por los acuerdos y las propuestas sobre los distintos aspectos de la puesta en escena y la concreción del espectáculo.
-¿Y la poesía?
-Aquí también hay una diferencia notable con las dos anteriores, vertebradas por los insuperables genios poéticos de Federico García Lorca y de Cesar Vallejo. En esta, lo poético será causado por las imágenes, los sucesos, y sobre todo por la acción transformadora del cuerpo, del espacio y del espectador, que al conmoverse recrea y reproduce nuevos espacios metafóricos, confrontado con una presencia real siempre curiosa e inquietante.
De todas maneras hay dos guiños que me resultaron necesarios a la pieza, dados por esa maravilla rusa que precedió y acompaño la revolución del “17”, que es el mismo año en que hago nacer en Lituania a nuestro abuelo Enrico. Chéjov con su ícono La Gaviota y Vladimiro Maiacovski (1893-1930), en un poema dedicado a Serguéi Esenin (1895-1925), ante la noticia de su suicidio en 1925.
Mi deseo sería que mi escritura en tanto tal pudiese arribar a un registro poético.
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