Hablando de ciencias en un bar de Santa Fe. Foto: Gentileza Fede Grassi
José Prinsich
[email protected]
A lo largo y ancho del planeta, los bares se han convertido en lugares ideales para compartir una charla con amigos, lo que termina siendo una cita obligada para ponerse al día. En estos lugares, donde el tiempo se ralentiza por unos instantes y los gratos momentos fluyen por inercia, desconectarse del mundo es una regla común, que suele estar acompañada por una cerveza fría, una pizza o una porción de papas fritas, dependiendo de los gustos de los comensales.
Los temas de conversación que circulan por sus instalaciones son infinitamente diversos, pero, generalmente, hay una tendencia hacia los amores y desamores, los deportes, la cocina, la familia, los problemas económicos y el trabajo, como así también las alegrías y tristezas del día a día, los proyectos a futuro y la actualidad del barrio.
La llegada de “Pint of Science” al país no sólo generó grandes expectativas en el ambiente, sino que, además, permitió incorporar un nuevo tópico a las charlas típicas de los bares: la ciencia, que rápidamente se pudo instalar entre mesas y sillas para compartir, de manera interesante, atractiva y accesible, los avances científicos que se desarrollan en la actualidad. El mencionado evento internacional se desarrolló del 17 al 19 de mayo en diferentes bares del mundo, con un total de 23 nacionalidades participantes. En Argentina se organizaron cinco sedes virtuales (CABA, Mendoza, Rosario, La Plata y Corrientes) y, por primera vez, dos presenciales (Santa Fe y Salta).
Una experiencia innovadora
La sede de la ciudad de Santa Fe tuvo como coordinadoras generales a dos investigadoras entrerrianas: la Dra. en Química Diana Peltzer (33) y la Lic. en Química Ana Paula Cabello (33), quienes con mucho entusiasmo, pasión y responsabilidad decidieron llevar adelante este desafío. Ambas son becarias posdoctoral y doctoral, respectivamente, del INCAPE (Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica).
“La idea acá es acercar, generar debate, que la gente se pueda preguntar y poner los científicos a la altura de todos, que no sea una transmisión unilateral, sino que haya más bien un intercambio por medio de las preguntas para generar una relación más estrecha entre el ámbito académico y el público en general, que son bastante distantes y no hay muchos puntos de encuentros”, dejó en claro la paranaense.
Por su parte, la joven de General Ramírez se mostró satisfecha con la realización del festival y expresó que “nos la jugamos y salió bien. Marcamos un hito en lo que es “Pint of Science Argentina” porque es la primera vez que se pudo hacer de manera presencial. Había que tomar una decisión respeto a cómo se continuaba. La organización la veníamos haciendo desde fines del año pasado. Esto lleva tiempo porque uno no se dedica a full a organizar el evento y dependes de muchas cuestiones, que van más allá de la organización. Si no se hacía presencial, no se podía hacer”.
El bar Otto fue el lugar elegido para llevar a cabo el encuentro, que arrancó el lunes 17 con la disertación de la Dra. en Ciencias Biológicas y Lic. en Biotecnología, Julieta Cabello. La exposición de la profesional de la Capital Provincial de la Juventud se denominó “Crossfit para plantas: una técnica novedosa para aumentar su producción de semillas”. El tema que se eligió para la sede Santa Fe fue Planeta Tierra y desde la organización se buscó variedad no sólo en los disertantes sino también en las temáticas tratadas. En total, asistieron unas 70 personas (25 por noche) con todos los protocolos sanitarios vigentes.
Apasionada por la ciencia
En el 2013, la Dra. Cabello (39) había sido distinguida como la innovadora del año en los premios MIT Technology Review (Instituto de Tecnología Massachusetts). Dicho galardón, reconocido a nivel internacional, destaca la tarea creativa y tecnológica de jóvenes emprendedores menores de 35 años. El logro llegó de la mano del descubrimiento del gen HaHB1, que podría usarse para generar plantas resistentes al frío y tolerantes al cambio climático.
Cuatro años más tarde, con esa curiosidad que la caracteriza, la actual investigadora adjunta del CONICET descubrió algo sumamente llamativo vinculado al tallo de las plantas y su capacidad de producir semillas. Durante el estudio de unas plantas transgénicas que producen más semillas, la profesional observó que todas tenían un tallo más ancho. Por eso se enfocó en buscar un método mecánico que modifique el fenotipo sin necesidad de usar la transgénesis, mediante la incorporación de peso.
“Hasta ese entonces no era una relación tan directa y no es que el tamaño del tallo estaba directamente asociado a una mayor producción de semillas, si de la biomasa en general. Es decir, si la planta tiene más hojas hay más producción porque tiene mayor capacidad fotosintética”, sostuvo Julieta en diálogo con Mirador Entre Ríos.
Asimismo, añadió que “eso lo hicimos con plantas que normalmente utilizamos en el laboratorio (Arabidopsis thaliana). Primero hicimos con esas plantas de laboratorio y después sumamos girasol, soja y nos empezaron a dar resultados. Nos dimos cuenta que era algo súper fácil, barato, sencillo y que lográbamos como mínimo un 30 por ciento de aumento en la producción de semillas”, aseguró la docente universitaria.
-¿Pensaron en patentarlo?
-Julieta Cabello (JC): Tuvimos reuniones con matemáticos e ingenieros para ver si se podía poner el peso en los cultivos. Se pensó en drones, con algún material que se degrade, lonas y sembradoras. Pero, por ahora, no hay nada que se pueda hacer con cultivos extensivos, pero si con cultivos intensivos como la plantación de tomates. Estamos en contacto con una zona tomatera de Tucumán, quienes saben muchísimo de esta planta. Nunca lo habíamos probado en plantas con frutos, solamente hicimos unas pruebas pequeñas a principio de año y pareciera que funciona.
-¿Cuál es el balance de esta investigación?
-JC: El balance de la investigación es positivo, aunque en el medio uno siempre va flaqueando. Cuando empecé a ponerle peso a las plantas, los que me veían me preguntaban: ¿Juli qué estás haciendo? La curiosidad es lo que te mueve. En el medio, hay momentos en los que no te salen las cosas. Probas, probas, probas y por ahí pasa un año sin que salgan cosas. Hasta que te das cuenta que no es por ahí, pero eso también tiene su lado positivo. Igualmente, nada te quita la satisfacción de haberlo descubierto y logrado. La idea es trabajar con cooperativas y economías familiares para enseñarles a poner el peso. No lo estamos pensando a nivel de cultivos extensivos como soja, trigo o maíz sino con cultivos más chicos.
Romper los estereotipos
En el inconsciente colectivo, suele haber un denominador común entorno a la figura del científico, que se ha consolidado con el cine, la televisión y la literatura. Una figura que predomina y que se mantiene con el paso de las generaciones: el científico de bata blanca, con poco sentido del humor, encerrado las 24 horas en su laboratorio, rodeado de tubos de ensayo, humo y reacciones químicas. Un científico despeinado, un tanto loco o despistado.
Diana Peltzer (DP) junto con las hermanas Julieta y Ana Paula Cabello (AC) rompieron de alguna manera con ese estereotipo de científico, que arrastra años en las cabezas de las personas. Basta con observar un poco la rutina de estas investigadoras para certificar que, actualmente, hay una mirada reducida de quienes están al frente de un proyecto.
-¿Se puede terminar con esas ideas?
-DP: Es difícil porque hay un estereotipo muy marcado y de muchos años. Pero creo que, poco a poco, se está logrado y las redes han ayudado a mostrar que es nuestro trabajo, que nos apasiona y que es como cualquier otro trabajo. Nosotros salimos del laboratorio y no estamos las 24 horas del día investigando. Hacemos otras cosas y tenemos vidas de personas ordinarias. Cada uno tiene sus gustos, hobbies y entretenimientos. A mí me encanta estar en la naturaleza, también ando por el lado del ambientalismo. Soy una defensora del cuidado del planeta y la ecología.
-AC: Me encanta viajar. Cada vez que puedo viajo. Me gusta hacer crossfit, pasar tiempo con amigos, cocinar. Actualmente, estoy terminando el doctorado. Además, estoy trabajando en INCAPE con Diana, de ahí nos conocemos. Trabajo con nano-partículas de óxido de materiales. Me parece que la educación es una herramienta tan fuerte que puede cambiar tantas realidades. Lo viví en mi casa, en mi familia. Odio la frase de que tenés que estudiar para ser alguien en la vida porque nosotros ya somos alguien en la vida.
-¿Cómo llegas a las ciencias?
-DP: Me metí en biotecnología porque leí una nota que decía que mediante plantas trataban los efluentes de una laguna y así la recuperaban. Eso me explotó la cabeza y dije: “quiero estudiar eso”. Después terminé haciendo el Doctorado en Química. Me encanta estar en la naturaleza, hacer deportes al aire libre (escalar, caminar en la montaña, salir a andar en piragua por el río). Soy curiosa por naturaleza, entonces siempre me pongo a observar. Igualmente, esos ambientes a mí me relajan mucho, siento mucha paz. Son lugares para descansar la cabeza, sobre todo.
-AC: En realidad, yo no me creía apta para las ciencias. A mí me costó mucho saber lo que quería estudiar al finalizar la secundaria, aunque sabía lo que no quería estudiar. Básicamente no quería trabajar con gente. En una oportunidad, la fui a visitar a Julieta a su laboratorio y me gustó. A mí me gustaba mucho química farmacéutica, pero se estudiaba en Córdoba. Entonces averigüe y en la Facultad de Ingeniería Química daban la carrera de Licenciatura en Química que era bastante similar a lo que estaba buscando. En el medio de la carrera se me dio la oportunidad de hacer una pasantía y ahí descubrí lo que es hacer investigación.
-JC: A mí me gustaba mucho la nutrición, pero como en ese momento la carrera estaba en Córdoba y Gualeguaychú se me complicaba por mi situación económica. Después viendo las materias y carreras, vine a Santa Fe para ver biotecnología. Bioquímica no me gustaba porque me daba cosa el contacto con los pacientes. Cuando vi las materias de biotecnología me re gustó. Después del propedéutico, logré sacar las primeras materias. Era cuestión de sentarse a estudiar. Cuando uno hace las cosas con ganas, no hay barreras.
-¿Cuál es su opinión respecto a las mujeres en la ciencia?
-DP: Se han logrado un montón de cosas. En este último tiempo se viene trabajando bastante. No tengo las cifras exactas, pero todavía sigue habiendo ciertos lugares a los cuales las mujeres no pueden acceder, tanto en ciencia como en los niveles jerárquicos de cualquier disciplina. A nivel CONICET hay más becarias mujeres que varones. Sin embargo, a medida que se va ascendiendo entorno a la investigación, la proporción de mujeres disminuye notoriamente. Otra cuestión a tener en cuenta es que la mayoría de los puestos directivos de los institutos y universidades todavía están ocupados por hombres. En los ámbitos de decisión es donde se nota más la desigualdad, pero si es verdad que, en este último tiempo, cada más mujer se ha acercado a las ciencias. Creo que tiene que ver por el efecto contagio de visibilizar a la mujer.
-AC: Mujeres en ciencia hubo siempre pero no se visibilizaron y no se difundieron. Si bien somos muchas becarias mujeres las que ingresamos, lo que sucede es que una vez que la mujer ingresa a la carrera su producción científica siempre decae a medida que va teniendo familia. Ahí intervienen los roles de cuidado. Sigue habiendo brecha entre el hombre y la mujer porque los roles de cuidado siguen están al lado de la mujer. A igual tiempo y haciendo las mismas cosas, el hombre siempre podía publicar más e ir avanzando mucho más rápido que la mujer.
-JC: Cuando fui mamá de Sofía, donde uno duerme poco y estás con la cabeza en otra cosa, a mí no se me cayó una idea. Lo único que hice fue hacer trabajo casi de rutina. Después, cuando empecé a dormir mejor y que todo se va acomodando, volví a retomar. Dormir dos o tres horas e ir a trabajar al laboratorio fue muy sacrificado. Ya con mi segunda hija lo tomé un poco más relajado.
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A lo largo y ancho del planeta, los bares se han convertido en lugares ideales para compartir una charla con amigos, lo que termina siendo una cita obligada para ponerse al día. En estos lugares, donde el tiempo se ralentiza por unos instantes y los gratos momentos fluyen por inercia, desconectarse del mundo es una regla común, que suele estar acompañada por una cerveza fría, una pizza o una porción de papas fritas, dependiendo de los gustos de los comensales.
Los temas de conversación que circulan por sus instalaciones son infinitamente diversos, pero, generalmente, hay una tendencia hacia los amores y desamores, los deportes, la cocina, la familia, los problemas económicos y el trabajo, como así también las alegrías y tristezas del día a día, los proyectos a futuro y la actualidad del barrio.
La llegada de “Pint of Science” al país no sólo generó grandes expectativas en el ambiente, sino que, además, permitió incorporar un nuevo tópico a las charlas típicas de los bares: la ciencia, que rápidamente se pudo instalar entre mesas y sillas para compartir, de manera interesante, atractiva y accesible, los avances científicos que se desarrollan en la actualidad. El mencionado evento internacional se desarrolló del 17 al 19 de mayo en diferentes bares del mundo, con un total de 23 nacionalidades participantes. En Argentina se organizaron cinco sedes virtuales (CABA, Mendoza, Rosario, La Plata y Corrientes) y, por primera vez, dos presenciales (Santa Fe y Salta).
Una experiencia innovadora
La sede de la ciudad de Santa Fe tuvo como coordinadoras generales a dos investigadoras entrerrianas: la Dra. en Química Diana Peltzer (33) y la Lic. en Química Ana Paula Cabello (33), quienes con mucho entusiasmo, pasión y responsabilidad decidieron llevar adelante este desafío. Ambas son becarias posdoctoral y doctoral, respectivamente, del INCAPE (Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica).“La idea acá es acercar, generar debate, que la gente se pueda preguntar y poner los científicos a la altura de todos, que no sea una transmisión unilateral, sino que haya más bien un intercambio por medio de las preguntas para generar una relación más estrecha entre el ámbito académico y el público en general, que son bastante distantes y no hay muchos puntos de encuentros”, dejó en claro la paranaense.
Por su parte, la joven de General Ramírez se mostró satisfecha con la realización del festival y expresó que “nos la jugamos y salió bien. Marcamos un hito en lo que es “Pint of Science Argentina” porque es la primera vez que se pudo hacer de manera presencial. Había que tomar una decisión respeto a cómo se continuaba. La organización la veníamos haciendo desde fines del año pasado. Esto lleva tiempo porque uno no se dedica a full a organizar el evento y dependes de muchas cuestiones, que van más allá de la organización. Si no se hacía presencial, no se podía hacer”.
El bar Otto fue el lugar elegido para llevar a cabo el encuentro, que arrancó el lunes 17 con la disertación de la Dra. en Ciencias Biológicas y Lic. en Biotecnología, Julieta Cabello. La exposición de la profesional de la Capital Provincial de la Juventud se denominó “Crossfit para plantas: una técnica novedosa para aumentar su producción de semillas”. El tema que se eligió para la sede Santa Fe fue Planeta Tierra y desde la organización se buscó variedad no sólo en los disertantes sino también en las temáticas tratadas. En total, asistieron unas 70 personas (25 por noche) con todos los protocolos sanitarios vigentes.
Apasionada por la ciencia
En el 2013, la Dra. Cabello (39) había sido distinguida como la innovadora del año en los premios MIT Technology Review (Instituto de Tecnología Massachusetts). Dicho galardón, reconocido a nivel internacional, destaca la tarea creativa y tecnológica de jóvenes emprendedores menores de 35 años. El logro llegó de la mano del descubrimiento del gen HaHB1, que podría usarse para generar plantas resistentes al frío y tolerantes al cambio climático. Cuatro años más tarde, con esa curiosidad que la caracteriza, la actual investigadora adjunta del CONICET descubrió algo sumamente llamativo vinculado al tallo de las plantas y su capacidad de producir semillas. Durante el estudio de unas plantas transgénicas que producen más semillas, la profesional observó que todas tenían un tallo más ancho. Por eso se enfocó en buscar un método mecánico que modifique el fenotipo sin necesidad de usar la transgénesis, mediante la incorporación de peso.
“Hasta ese entonces no era una relación tan directa y no es que el tamaño del tallo estaba directamente asociado a una mayor producción de semillas, si de la biomasa en general. Es decir, si la planta tiene más hojas hay más producción porque tiene mayor capacidad fotosintética”, sostuvo Julieta en diálogo con Mirador Entre Ríos.
Asimismo, añadió que “eso lo hicimos con plantas que normalmente utilizamos en el laboratorio (Arabidopsis thaliana). Primero hicimos con esas plantas de laboratorio y después sumamos girasol, soja y nos empezaron a dar resultados. Nos dimos cuenta que era algo súper fácil, barato, sencillo y que lográbamos como mínimo un 30 por ciento de aumento en la producción de semillas”, aseguró la docente universitaria.
-¿Pensaron en patentarlo?
-Julieta Cabello (JC): Tuvimos reuniones con matemáticos e ingenieros para ver si se podía poner el peso en los cultivos. Se pensó en drones, con algún material que se degrade, lonas y sembradoras. Pero, por ahora, no hay nada que se pueda hacer con cultivos extensivos, pero si con cultivos intensivos como la plantación de tomates. Estamos en contacto con una zona tomatera de Tucumán, quienes saben muchísimo de esta planta. Nunca lo habíamos probado en plantas con frutos, solamente hicimos unas pruebas pequeñas a principio de año y pareciera que funciona.
-¿Cuál es el balance de esta investigación?
-JC: El balance de la investigación es positivo, aunque en el medio uno siempre va flaqueando. Cuando empecé a ponerle peso a las plantas, los que me veían me preguntaban: ¿Juli qué estás haciendo? La curiosidad es lo que te mueve. En el medio, hay momentos en los que no te salen las cosas. Probas, probas, probas y por ahí pasa un año sin que salgan cosas. Hasta que te das cuenta que no es por ahí, pero eso también tiene su lado positivo. Igualmente, nada te quita la satisfacción de haberlo descubierto y logrado. La idea es trabajar con cooperativas y economías familiares para enseñarles a poner el peso. No lo estamos pensando a nivel de cultivos extensivos como soja, trigo o maíz sino con cultivos más chicos.
Romper los estereotipos
En el inconsciente colectivo, suele haber un denominador común entorno a la figura del científico, que se ha consolidado con el cine, la televisión y la literatura. Una figura que predomina y que se mantiene con el paso de las generaciones: el científico de bata blanca, con poco sentido del humor, encerrado las 24 horas en su laboratorio, rodeado de tubos de ensayo, humo y reacciones químicas. Un científico despeinado, un tanto loco o despistado.Diana Peltzer (DP) junto con las hermanas Julieta y Ana Paula Cabello (AC) rompieron de alguna manera con ese estereotipo de científico, que arrastra años en las cabezas de las personas. Basta con observar un poco la rutina de estas investigadoras para certificar que, actualmente, hay una mirada reducida de quienes están al frente de un proyecto.
-¿Se puede terminar con esas ideas?
-DP: Es difícil porque hay un estereotipo muy marcado y de muchos años. Pero creo que, poco a poco, se está logrado y las redes han ayudado a mostrar que es nuestro trabajo, que nos apasiona y que es como cualquier otro trabajo. Nosotros salimos del laboratorio y no estamos las 24 horas del día investigando. Hacemos otras cosas y tenemos vidas de personas ordinarias. Cada uno tiene sus gustos, hobbies y entretenimientos. A mí me encanta estar en la naturaleza, también ando por el lado del ambientalismo. Soy una defensora del cuidado del planeta y la ecología.
-AC: Me encanta viajar. Cada vez que puedo viajo. Me gusta hacer crossfit, pasar tiempo con amigos, cocinar. Actualmente, estoy terminando el doctorado. Además, estoy trabajando en INCAPE con Diana, de ahí nos conocemos. Trabajo con nano-partículas de óxido de materiales. Me parece que la educación es una herramienta tan fuerte que puede cambiar tantas realidades. Lo viví en mi casa, en mi familia. Odio la frase de que tenés que estudiar para ser alguien en la vida porque nosotros ya somos alguien en la vida.
-¿Cómo llegas a las ciencias?
-DP: Me metí en biotecnología porque leí una nota que decía que mediante plantas trataban los efluentes de una laguna y así la recuperaban. Eso me explotó la cabeza y dije: “quiero estudiar eso”. Después terminé haciendo el Doctorado en Química. Me encanta estar en la naturaleza, hacer deportes al aire libre (escalar, caminar en la montaña, salir a andar en piragua por el río). Soy curiosa por naturaleza, entonces siempre me pongo a observar. Igualmente, esos ambientes a mí me relajan mucho, siento mucha paz. Son lugares para descansar la cabeza, sobre todo.
-AC: En realidad, yo no me creía apta para las ciencias. A mí me costó mucho saber lo que quería estudiar al finalizar la secundaria, aunque sabía lo que no quería estudiar. Básicamente no quería trabajar con gente. En una oportunidad, la fui a visitar a Julieta a su laboratorio y me gustó. A mí me gustaba mucho química farmacéutica, pero se estudiaba en Córdoba. Entonces averigüe y en la Facultad de Ingeniería Química daban la carrera de Licenciatura en Química que era bastante similar a lo que estaba buscando. En el medio de la carrera se me dio la oportunidad de hacer una pasantía y ahí descubrí lo que es hacer investigación.
-JC: A mí me gustaba mucho la nutrición, pero como en ese momento la carrera estaba en Córdoba y Gualeguaychú se me complicaba por mi situación económica. Después viendo las materias y carreras, vine a Santa Fe para ver biotecnología. Bioquímica no me gustaba porque me daba cosa el contacto con los pacientes. Cuando vi las materias de biotecnología me re gustó. Después del propedéutico, logré sacar las primeras materias. Era cuestión de sentarse a estudiar. Cuando uno hace las cosas con ganas, no hay barreras.
-¿Cuál es su opinión respecto a las mujeres en la ciencia?
-DP: Se han logrado un montón de cosas. En este último tiempo se viene trabajando bastante. No tengo las cifras exactas, pero todavía sigue habiendo ciertos lugares a los cuales las mujeres no pueden acceder, tanto en ciencia como en los niveles jerárquicos de cualquier disciplina. A nivel CONICET hay más becarias mujeres que varones. Sin embargo, a medida que se va ascendiendo entorno a la investigación, la proporción de mujeres disminuye notoriamente. Otra cuestión a tener en cuenta es que la mayoría de los puestos directivos de los institutos y universidades todavía están ocupados por hombres. En los ámbitos de decisión es donde se nota más la desigualdad, pero si es verdad que, en este último tiempo, cada más mujer se ha acercado a las ciencias. Creo que tiene que ver por el efecto contagio de visibilizar a la mujer.
-AC: Mujeres en ciencia hubo siempre pero no se visibilizaron y no se difundieron. Si bien somos muchas becarias mujeres las que ingresamos, lo que sucede es que una vez que la mujer ingresa a la carrera su producción científica siempre decae a medida que va teniendo familia. Ahí intervienen los roles de cuidado. Sigue habiendo brecha entre el hombre y la mujer porque los roles de cuidado siguen están al lado de la mujer. A igual tiempo y haciendo las mismas cosas, el hombre siempre podía publicar más e ir avanzando mucho más rápido que la mujer.
-JC: Cuando fui mamá de Sofía, donde uno duerme poco y estás con la cabeza en otra cosa, a mí no se me cayó una idea. Lo único que hice fue hacer trabajo casi de rutina. Después, cuando empecé a dormir mejor y que todo se va acomodando, volví a retomar. Dormir dos o tres horas e ir a trabajar al laboratorio fue muy sacrificado. Ya con mi segunda hija lo tomé un poco más relajado.
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