Gabriel Baldi
Los últimos dos sábados y domingos que pasaron, fueron para muchos en el ámbito del rugby, las jornadas más esperadas de al menos los últimos 14 meses.
Es que durante todo ese lapso tuvo lugar el receso obligado por la pandemia y luego, con la paulatina reanudación de las distintas disciplinas, el deporte de la ovalada fue uno de los últimos en volver al ruedo.
Hace algo más de un mes que la Unión Entrerriana de Rugby (UER) había presentado la competencia que preveía para este comienzo. El Torneo Apertura Provincial busca integrar a todos los clubes afiliados y darles rodaje con la finalidad de mantenerlos activos dándole un retorno gradual a la actividad y ofreciéndoles un certamen que valga de antesala para los campeonatos de fondo: el Regional del Litoral para Estudiantes, Rowing, Tilcara, el Club Universitario de Concepción del Uruguay y Capibá; y el Torneo Provincial Entrerriano, para los demás clubes.
Con vastas expectativas la ovalada se lanzó a girar. Las ganas por jugar, por correr y la actividad ante cada acción fueron constantes que se repitieron en todas las canchas.
A la hora de trazar un balance de cada partido, coincidentemente los diversos protagonistas antecedieron que lo más valioso fue haber vuelto a jugar. Lo demás, fue casi anecdótico.
Recuperación y regreso
La temporada 2019 estimaba ser la última para muchos jugadores que, en su mayoría por cuestiones de edad y cansancio, pensaban decirle adiós al compromiso de cada entrenamiento, al sacrificio de cada sesión de gimnasio y al esfuerzo y desgaste de cada partido. Cada quien pensaba continuar involucrado con las actividades, pero desde otro lugar, algo más distendido.
Tal fue el caso de uno de los máximos referentes del rugby entrerriano de al menos la última década, como el paranaense Facundo Ferrer.
“Si bien pensaba que el 2019 iba a ser mi última temporada como jugador, el año pasado me sirvió para recuperarme de los golpes, descansar y aliviarme de los dolores físicos propios del deporte. Entonces, me dieron ganas de seguir jugando. No sé hasta cuando, pero pienso seguir”, confió el segunda línea en declaraciones a MIRADOR PROVINCIAL.
El sábado de la semana pasada en el anexo El Plumazo, del Club Atlético Estudiantes, se desarrolló una serie de amistosos de alto voltaje, con un nivel sumamente elevado. Sobre todo, para esta altura del año y con más razón, considerando la inactividad de 14 meses.
Allí jugaron los planteles superiores del CAE, el Club Tilcara y Atlético del Rosario. Ferrer, quien fuera capitán albinegro y del elenco rosarino, además de retornar a la acción, se llevó un merecido reconocimiento.
Jugadores de ambos clubes aunaron criterios y le ofrecieron un presente (un cuadro con la camiseta de las dos entidades) en reconocimiento a su entrega en dichas instituciones.
“Fue algo muy lindo y emotivo. No lo esperaba”, manifestó Ferrer.
Cuestiones administrativas
A nivel provincial, por diversas razones hubo compromisos que no se disputaron. Cinco de los 11 previstos no se llevaron adelante. En la mayoría de los casos, las postergaciones se debieron a trámites a través de los sistemas de la Unión Argentina de Rugby.
Cabe manager debe completar con antelación de manera online, los nombres de los jugadores que representarán a su club, a través de la Base de datos de la UAR. En todos los casos, los mismos deben poseer su fichaje al día, con los respectivos estudios médicos y el certificado de Covid-19 negativo.
Algunos no pudieron completar el formulario debido a problemas con los fichajes. Otros, no lograron reunir el número de jugadores para la actuación y se valieron de cualquier pretexto.
Lo contrario ocurrió con clubes de la costa del Uruguay, que presentaron dos equipos: el Club Universitario de Concepción del Uruguay (que lo ha hecho en oportunidades anteriores) y Salto Grande de Concordia, en un hecho saliente. “Histórico y único. Así es como definimos este gran logro para nuestro rugby, sin dudas un hecho que marcará nuestra historia,poder presentar dos equipos en este torneo (…) El trabajo incansable que viene realizándose desde el cuerpo técnico y quienes formamos Salto Grande tiene sus frutos, teniendo hoy en día dos equipos completos entrando en el plantel superior nos llena de orgullo y nos motiva a seguir trabajando sabiendo que este es el camino”, indicaron desde la entidad concordiense.
Dificultosa vuelta
Hubo situaciones en las que la vuelta les dejó entrever a los jugadores el año de inactividad. “El cuerpo pasa factura”, sostenían algunos. El retorno dejó a muchos, mal parados.
Más allá de las lesiones comunes que pueden ocurrir a raíz del propio juego, con el contacto, también hubo de las que evidenciaron la falta de una competición regular.
Desgarros musculares, entorsis de tobillo o rodilla, fueron las lesiones más comunes. También hubo subluxaciones y luxaciones de hombres, en algunos casos.
Por otro lado, la adaptación a las nuevas reglas, se cumplió en parte. Las disposiciones establecidas para el scrum y line out fueron cumplidas, pero no así las de ruck y maul.
Párrafo aparte para los protocolos, que en la mayoría de los casos no se cumplieron dado el público presente en las canchas o las personas que lejos estaban de estar entre las 70 indispensables que había señalado la UER anteriormente, como jugadores, referees, médicos y veedores. Es entendible la ansiedad y las ganas de ver rugby, pero si se establece una reglamentación, debería cumplirse.
