VÍCTOR LUDI
[email protected] Diez años de esfuerzo, entrenamiento y disciplina. Diez años trabajando para fomentar los valores del jiu jitsu en la sociedad, forjando competidores y formando personas desde las bases del respeto, la dedicación y la perseverancia.
La academia Vieyra Jiu Jitsu, que dirige el paranaense Eduardo Vieyra, llegó su primera década de vida y lo festejó con un torneo interno al que asistieron alumnos de las distintas sedes que posee en la capital entrerriana y en San Telmo, Buenos Aires. El encuentro se desarrolló en Patronato, donde también se celebró la graduación de seis alumnos a pretas (cinturón negro).
“Se realizó un torneo interno, que ofició como entrenamiento, pero que nos sirvió para evaluar la evolución de nuestros alumnos. Pusimos la computadora para contabilizar con los puntos, hubo un árbitro y se desarrolló como si fuese un torneo oficial, aunque sin medallas ni premiaciones. Los chicos pudieron meterse en ritmo de competición y a los profes nos permitió observar los puntos fuertes y débiles de cada alumno”, le contó Vieyra a Mirador Entre Ríos.
“Además, se llevó a cabo la graduación de seis alumnos a cinturón negro –prosiguió-, lo cual demanda unos 10 años aproximadamente. Esto significó muchísimo esfuerzo y trabajo por parte de los alumnos, lo cual me generó orgullo y satisfacción. Por último, la jornada concluyó con una cena de celebración”.
Al ser consultado sobre cuál fue la forma de trabajo que utilizó su escuela durante esta primera década, el avezado luchador internacional mencionó algunos de los lineamientos que siguieron: “Cuando arrancamos, teníamos una idea hacia dónde queríamos llegar y qué tipo de academia queríamos. Era una academia abierta a todas las personas que querían aprender artes marciales, sin importar el objetivo que tuvieran, ya sean intenciones de competir, aprender a defenderse, como una actividad física recreativa para distenderse o combatir el estrés del día a día. Esos fueron nuestros objetivos iniciales que supimos mantener en el tiempo y, además, le agregamos jiu jitsu infantil, que es una columna fundamental para nosotros, ya que apuntamos al desarrollo de los niños. También armamos un proyecto social para quienes no puedan abonar la cuota y lo logramos, haciéndole llegar a gente carenciada el jiu jitsu como una herramienta social y educativa”.
“Los 10 años pasaron rápido porque trabajamos mucho, siempre enfocados en dar lo mejor día a día. Tratamos de hacer crecer la escuela en calidad, no tanto en la cantidad de alumnos. No queremos expandirnos teniendo muchas academias, sino que las que estén tengan los valores que tratamos de difundir, priorizando la calidad humana. Siempre trabajamos de la misma manera y los 10 años pasaron volando”, concluyó.
Los graduados Ignacio Curto, Esteban Sigal, Mateo Castaño, Gabriel Cían, Luciano Pereyra y Tristán White fueron quienes llegaron a cinturón negro.