Daniel Domínguez [email protected]


Canallas. Leprosos. De Arroyito. Del Parque Independencia. Auriazules. Rojinegros. Garra y corazón. Paladar negro. Central y Newell's marcaron una vez más sus diferencias históricas. Ahora en AFA. Los equipos rosarinos tomaron posturas muy disímiles con respecto a la salida de Marcelo Tinelli como presidente de la Liga Profesional de Fútbol.

Mientras que, con el vicepresidente Ricardo Carloni como voz cantante, los de zona norte se mostraron decididos para que el conductor televisivo dé un paso al costado, los del Parque se mantuvieron al margen y no firmaron el acta en el que figuran 15 de los 28 equipos de primera división. La rosca política no se toma vacaciones ni respeta festividades. El fútbol argentino es un desmanejo tras otro y hasta el 38 a 38 ya parece algo menor. La interna entre Claudio Chiqui Tapia, mandamás de AFA y Tinelli, responsable de los destinos del máximo torneo nacional, comenzó en medio de la Copa América.

Tapia estuvo a punto de perder la conducción del organismo de calle Viamomente y la Inspección General de Justicia debió dictaminar si fue válida la asamblea virtual desarrollada en mayo de 2020 que lo reeligió por cuatro años más.

En ese momento, Tapia sintió que Tinelli quiso ocupar su lugar y no se lo perdonó. Con la espalda que le dio ganar un título después de 28 años con la selección, el ex presidente de Barracas Central comenzó a hacer el trabajo fino con la mesa chica y rápidamente comenzó a sumar adeptos.

El presidente de Lanús, Nicolás Russo, uno de los mayores "aplaudidores" de la gestión actual salió a afirmar públicamente que la Liga Profesional necesita gente comprometida y Tinelli no lo está.

Así, de a poco y como quien no quiere la cosa, el mismo 24 de diciembre, mientras esperaban a Papa Noel, los dirigentes de 15 clubes del fútbol argentino elaboraron su "regalo" pidiendo la destitución del también presidente de San Lorenzo (aunque está en licencia de sus funciones por un año).

Carloni, como sus colegas, sostienen que el producto no es vendible, que los clubes reciben poco dinero (el contrato por los derechos televisivos es de 45 millones de dólares) y que la mayoría de ellos da mucho más de lo que la Liga Profesional les ofrece.

Es por eso que en Central sostienen que la mejor opción es cambiar de nombres y apoyan al titular de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, quien también se tomó su tiempo en los medios para criticar a quienes estuvieron a favor (o se abstuvieron como Newell's) del creador del "Bailando por un Sueño".

"No saben ni el reglamento. Piden cosas que con solo leer el propio estatuto quedan muy claras. La Liga Profesional necesita un cambio y estamos convencidos de ello", afirmó Malaspina en relación a la solicitud de Eduardo Spinosa, presidente de Banfield y "tinellista" quien había afirmado que en 2022 se iba a disputar el Trofeo de Campeones 2020 que no se pudo llevar a cabo por las restricciones por el Covid y allí Boca (campeón de la liga y la Copa Maradona) tenía que jugar la final con el ganador de un desempate entre River y Banfield, subcampeones de ambos torneos, respectivamente.

Lejos de todo este ruido se mantuvo el elenco que ahora preside Ignacio Astore. Los leprosos afirman que estarán de acuerdo con la decisión que se tome, aunque su postura no fue bien recibida por la mesa de los 15.

El fútbol argentino hace su juego en los escritorios. Todos quieren llevar agua para su molino y obtener algún rédito para congraciarse con sus socios. Mientras tanto, las diferencias internas siguen aumentando y lejos de cualquier unidad, la grieta se sigue agrandando.

De un lado Central. Del otro Newell's. De un lado el pedido de destitución. Del otro, una postura neutral. Está claro que todos quieren lo mismo: dinero que los ayude a cumplir con las obligaciones. Las mismas que hoy no le permiten tener clubes saneados, que los mantiene atados en los mercados de pases y que los llena de preocupaciones a cada instante. En Argentina, y el fútbol no es la excepción, siempre es más fácil pedir que generar.