Daniel Domínguez


“Si diez años después, te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual”, dice una canción de Andrés Calamaro que se ajusta perfectamente a lo que le pasa a Newell’s desde hace una década en cada mercado de pases.

Desde aquel 2012 histórico en el que retornaron Gabriel Heinze, Maxi Rodríguez e Ignacio Scocco, entre otros, para darle una mano al club que estaba casi condenado al descenso, todo fue en picada en cuanto a las ventanas para incorporar jugadores.

Las deudas adquiridas, los juicios por contratos incumplidos, falsas promesas y un sinnúmero de desaciertos a la hora de elegir futbolistas acordes con las necesidades de los rojinegros, hacen de cada mercado un hecho traumático.

En la última temporada, al Parque Independencia arribaron Juan Garro, Maxi Comba, Gabriel Compagnucci, José Canale, Pablo Sabagg y Fernando Belluschi. De todos ellos, el único que continuará en este 2022 será Garro. Este ejemplo marca a las claras lo mal que viene moviéndose la Lepra en cada uno de los recesos. Sin dinero, pero sobre todo sin gestión para poder conseguir futbolistas que puedan dejarle un mínimo rédito, sea deportivo o económico.

A este listado hay que sumarles a los jugadores surgidos en la cantera que van siendo cedidos a préstamos y no terminan de volver ni de explotar. Los casos de Braian Rivero, Stefano Callegari, Facundo Nadalín y Julián Marcioni son apenas una muestra de juveniles que no hicieron pie en la Lepra ni tampoco en los clubes donde fueron a préstamo.

De hecho, tras su paso por Platense en el que fue relegado al banco de suplentes durante toda la temporada, Callegari firmó con Agropecuario, mientras que Marcioni quien ya había pasado por Independiente de Rivadavia de Mendoza y Atlanta, volverá al Bohemio luego de un 2021 en el que no fue tenido en cuenta por ninguno de los cuatro técnicos que tuvo Newell’s.

Entre los nombres más raros que llegaron en el último tiempo al Parque Independencia se pueden mencionar a Zé Turbo, un delantero de Guinea, quien arribó desde Nacional de Paraguay, recomendado por vaya a saber qué intermediario y, como era de esperarse, su paso por Rosario fue meramente turístico jugando apenas tres partidos. Este delantero, que alguna vez pasó por las inferiores de Inter de Italia, suma desde el 2019 hasta hoy apenas siete encuentros disputados con cuatro equipos diferentes (pasando desde Paraguay, Suiza a China).

Emanuel Biancucchi, conocido por ser primo de Lionel Messi, se dio el gusto de firmar para el club del que es hincha él y La Pulga, pero no llegó a disputar siquiera un minuto en primera. Mismo caso que el de Gastón Del Castillo, hermano del Kun Sergio Agüero, que pasó por Rosario en 2019, pero nadie recuerda haberlo visto con la ropa de jugador.

Un año antes, Alfio Oviedo, delantero paraguayo, se hizo conocido antes de jugar por su llamativo apodo: “El Espectro del gol”. Casi como una premonición, Oviedo apenas marcó un tanto con la camiseta rojinegra cuando Omar De Felippe era el entrenador.

Así como alguna vez en la época negra de Eduardo López como presidente de Newell’s, Carlos El Pibe Valderrama se puso la camiseta, pero se volvió a Colombia porque no le cumplieron con lo pactado, mucho más acá en el tiempo y con mucho menos cartel, Danilo Ortiz llegó a posar con la rojinegra, pero nunca pudo saltar a la cancha por otra promesa incumplida. Esta vez en la era de Eduardo Bermúdez.

Hoy, cuando Javier Sanguinetti pide a gritos laterales, tanto para la banda derecha como para la izquierda, basta con hacer un repaso de los futbolistas que pasaron para cubrir esa zona y todos defeccionaron. Mencionado ya Compagnucci, se pueden encolumnar a Matías Orihuela, José San Román, Leandro Vega, Germán Voboril, Fernando Evangelista, Leandro Grimi, Ángelo Gabrielli, Iván Piris y hasta Franco Escobar, quien surgió de la cantera leprosa y luego de un paso por Atlanta United llegó en 2021, pero estuvo todo el año lesionado y apenas jugó cuatro partidos para retornar a Estados Unidos.

No se trata de una mala administración. Tampoco se trata de apuestas que salieron mal. Se trata de una conducta repetitiva, sistemática y dañina para el fútbol de Newell’s. Sin gestión, sin ideas y sin una política deportiva, estos nombres seguirán incrementando el triste récord de cada mercado de pases.