La fábrica de San Jorge, en el centro oeste de la provincia, es la única en actividad del Cono Sur. Fue fundada en 1953 y desde entonces, con todos los vaivenes propios que debe soportar una pyme en nuestro país, insiste con las coloridas bolitas o canicas.
Foto:Archivo.
Rodrigo Pretto
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Una de las fábricas que vuelve a poner en marcha sus motores productivos con la nueva normalidad es la reconocida Tinka, la industria de bolitas única en Sudamérica ubicada en la ciudad de San Jorge. Tras un mes y medio con las persianas bajas, lograron encender los hornos para comenzar con la producción. "En este inicio de 2020 habíamos comenzado bien. Teníamos algunos pedidos hechos, pero la pandemia no nos dejó arrancar. Estuvimos 45 días sin siquiera venir a la empresa", explicó Horacio Reinero, uno de los titulares e hijo de uno de los fundadores de la firma fundada allá en 1953.
Si por algo se caracterizó la firma ubicada en el departamento San Martín, como muchas pymes nacionales, fue por lucharla desde sus inicios. Atravesada por todas las crisis económicas del país a lo largo de gran parte de la historia argentina, la única fábrica de bolitas de Sudamérica supo sobrevivir a los golpes y vaivenes financieros que se llevaron puestas a miles de industrias. "Nosotros seguimos siempre en la lucha, peleándola", destacó el directivo.
Pero ahora los motores vuelven a marchar. Tras la parálisis generalizado producto de la pandemia mundial, llegó el momento de regresar con la fundición de vidrio. A Tinka no sólo la prohibición productiva le pegó de lleno, sino la suspensión del ciclo lectivo le significó otro duro revés. Es que la temporada de juego de bolitas comienza en marzo y finaliza en septiembre u octubre. "Este año, cuando parecía que íbamos a arrancar, no comenzaron las clases, no logramos tener grandes ventas y ni siquiera producir", se lamentó Reinero.
De acuerdo a lo que indicaron desde la pyme sanjorgense, el período productivo anual de Tinka consta de dos etapas. La primera direccionada a los chicos para la fabricación de las canicas lúdicas desde el mes de marzo hasta septiembre, aproximadamente. Y luego continúan los trabajos para laboratorios de pinturas en aerosol. "Es lo que llamamos bolita industrial. Son esas que se introducen dentro de los frascos y que, al agitarlos, las personas escuchan su ruido interno", contó.
En momentos de producción normal y con los hornos funcionando sin inconvenientes, la industria fabrica 400.000 bolitas al día. Por lo general, de acuerdo a lo que explicó Reinero, la producción se basa en un trabajo intensivo de entre dos y tres semanas para, luego, reparar las máquinas a lo largo de siete días antes de volver a encender los motores.
En tanto, la totalidad de los productos tienen como destino el mercado interno. Las bolitas no se exportan y se distribuyen a lo largo y ancho del país, siendo los competidores directos aquellas que llegan desde China, Japón y México. "Tomamos como parámetro, siempre respetando nuestros costos, el precio al que venden los productores extranjeros", sostuvo uno de los dueños de la empresa.
Actualmente, una red de 100 bolitas en fábrica se puede conseguir a un valor de entre $90 y $100, dependiendo del modelo producido por Tinka.
No escapa a la media nacional
La firma emplea en estos momentos a 7 operarios. Y el diagnóstico que hacen desde San Jorge sobre la actividad industrial no escapa a la realidad nacional. "Todas las pymes estamos iguales. Debemos estar al día con tarifas y sueldos", sostuvo el directivo quien agregó entusiasmado: "Gracias a Dios ahora vamos a poder comenzar a trabajar. Esta semana iniciamos con el encendido de los hornos. Desde ahora en adelante podremos retomar las tareas, si no son todas las semanas, será de manera intercalada".
Tinka inició la gestión de las ayudas estatales mediante las cuales recibieron el 50% de los salarios para empleados de un mes. Y para la firma fue de suma importancia. "Nos habíamos quedado sin stock y no podíamos producir. Pero de aquí en adelante creería que vamos a poder trabajar. Debimos hacer un protocolo para todos nuestros empleados para que ellos tengan todas las medidas de higiene y un permiso de traslado porque trabajamos las 24 horas de manera contínua. Había cambios de turnos y los chicos tienen que moverse constantemente", indicó.
Para el sector industrial
Las bolitas se comercializan en bolsas de 5.000 unidades para el sector industrial. Previamente se realiza una selección ya que, la mayoría de los laboratorios trabajan mediante un maquinado para el relleno de las latas y deben trabajar con canicas uniformes.
Para la fabricación de las mismas se utiliza la misma maquinaria que para aquellas de uso doméstico, aunque la diferencia radica en que la materia prima proviene del reciclado de botellas que no tienen retorno, por eso el color es oscuro. "Para los otros modelos usamos el descarte de Cristalería San Carlos. Como ellos no lo reciclan más, nosotros nos encargamos de esa parte y le agregamos color", puntualizó.
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Una de las fábricas que vuelve a poner en marcha sus motores productivos con la nueva normalidad es la reconocida Tinka, la industria de bolitas única en Sudamérica ubicada en la ciudad de San Jorge. Tras un mes y medio con las persianas bajas, lograron encender los hornos para comenzar con la producción. "En este inicio de 2020 habíamos comenzado bien. Teníamos algunos pedidos hechos, pero la pandemia no nos dejó arrancar. Estuvimos 45 días sin siquiera venir a la empresa", explicó Horacio Reinero, uno de los titulares e hijo de uno de los fundadores de la firma fundada allá en 1953.
Si por algo se caracterizó la firma ubicada en el departamento San Martín, como muchas pymes nacionales, fue por lucharla desde sus inicios. Atravesada por todas las crisis económicas del país a lo largo de gran parte de la historia argentina, la única fábrica de bolitas de Sudamérica supo sobrevivir a los golpes y vaivenes financieros que se llevaron puestas a miles de industrias. "Nosotros seguimos siempre en la lucha, peleándola", destacó el directivo.
Pero ahora los motores vuelven a marchar. Tras la parálisis generalizado producto de la pandemia mundial, llegó el momento de regresar con la fundición de vidrio. A Tinka no sólo la prohibición productiva le pegó de lleno, sino la suspensión del ciclo lectivo le significó otro duro revés. Es que la temporada de juego de bolitas comienza en marzo y finaliza en septiembre u octubre. "Este año, cuando parecía que íbamos a arrancar, no comenzaron las clases, no logramos tener grandes ventas y ni siquiera producir", se lamentó Reinero.
De acuerdo a lo que indicaron desde la pyme sanjorgense, el período productivo anual de Tinka consta de dos etapas. La primera direccionada a los chicos para la fabricación de las canicas lúdicas desde el mes de marzo hasta septiembre, aproximadamente. Y luego continúan los trabajos para laboratorios de pinturas en aerosol. "Es lo que llamamos bolita industrial. Son esas que se introducen dentro de los frascos y que, al agitarlos, las personas escuchan su ruido interno", contó.
En momentos de producción normal y con los hornos funcionando sin inconvenientes, la industria fabrica 400.000 bolitas al día. Por lo general, de acuerdo a lo que explicó Reinero, la producción se basa en un trabajo intensivo de entre dos y tres semanas para, luego, reparar las máquinas a lo largo de siete días antes de volver a encender los motores.
En tanto, la totalidad de los productos tienen como destino el mercado interno. Las bolitas no se exportan y se distribuyen a lo largo y ancho del país, siendo los competidores directos aquellas que llegan desde China, Japón y México. "Tomamos como parámetro, siempre respetando nuestros costos, el precio al que venden los productores extranjeros", sostuvo uno de los dueños de la empresa.
Actualmente, una red de 100 bolitas en fábrica se puede conseguir a un valor de entre $90 y $100, dependiendo del modelo producido por Tinka.
No escapa a la media nacional
La firma emplea en estos momentos a 7 operarios. Y el diagnóstico que hacen desde San Jorge sobre la actividad industrial no escapa a la realidad nacional. "Todas las pymes estamos iguales. Debemos estar al día con tarifas y sueldos", sostuvo el directivo quien agregó entusiasmado: "Gracias a Dios ahora vamos a poder comenzar a trabajar. Esta semana iniciamos con el encendido de los hornos. Desde ahora en adelante podremos retomar las tareas, si no son todas las semanas, será de manera intercalada".
Tinka inició la gestión de las ayudas estatales mediante las cuales recibieron el 50% de los salarios para empleados de un mes. Y para la firma fue de suma importancia. "Nos habíamos quedado sin stock y no podíamos producir. Pero de aquí en adelante creería que vamos a poder trabajar. Debimos hacer un protocolo para todos nuestros empleados para que ellos tengan todas las medidas de higiene y un permiso de traslado porque trabajamos las 24 horas de manera contínua. Había cambios de turnos y los chicos tienen que moverse constantemente", indicó.
Para el sector industrial
Las bolitas se comercializan en bolsas de 5.000 unidades para el sector industrial. Previamente se realiza una selección ya que, la mayoría de los laboratorios trabajan mediante un maquinado para el relleno de las latas y deben trabajar con canicas uniformes.
Para la fabricación de las mismas se utiliza la misma maquinaria que para aquellas de uso doméstico, aunque la diferencia radica en que la materia prima proviene del reciclado de botellas que no tienen retorno, por eso el color es oscuro. "Para los otros modelos usamos el descarte de Cristalería San Carlos. Como ellos no lo reciclan más, nosotros nos encargamos de esa parte y le agregamos color", puntualizó.
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