Hagar Blau Makaroff
En este sentido, desde el espacio Micelio 520 recordaron el asunto en un comunicado a los medios, donde arrojaron: “En vistas de que siguen cerrando espacios culturales durante el último año en pandemia y a seis meses de la presentación de la ordenanza en el Concejo, nos vemos una vez más ante la necesidad de comunicar a la comunidad la situación del proyecto de ordenanza de Espacios de Trabajo Cultural Independiente de Rosario”.
La lucha por una reglamentación que reconozca estos espacios independientes involucró a cientos de trabajadores de la cultura, pertenecientes a diversas comunidades de la escena artística rosarina. Colectivos de teatro, danza, música, técnica, circo, producción y otros lenguajes elevaron su reclamo en una manifestación frente al Concejo en forma de festival, con el objetivo de visibilizar y poner en agenda esta realidad.
Desde que se presentó la ordenanza se concretaron reuniones con funcionarios de las distintas banderas políticas, con el Ejecutivo y la Secretaría de Cultura, recordaron y destacaron que “son luchas en defensa de espacios laborales y enmarcados en un nuevo contexto que puso en vulnerabilidad el trabajo cultural”.
Puntualizaron que “hace más de dos meses se pactó entre el Ejecutivo y el Concejo Deliberante que se haría una reunión conjunta, que involucraría las comisiones asignadas al proyecto de ordenanza, la Secretaría de Cultura y la Secretaría de Gobierno, pero esto nunca se llegó a concretar”.
Destacaron que “esta reunión será fundamental para el acuerdo entre las partes del Concejo y los funcionarios del Ejecutivo y para que se garantice la aprobación de la ordenanza, su reglamentación y posterior aplicación”.
En una semana que desde el gobierno se liberó el aforo, subrayaron que “las actividades culturales siguen sin tener políticas claras que impacten en la sostenibilidad y el desarrollo de los espacios culturales y sus trabajadores o como mínimo, una legislación que defina el marco sobre el cual se regulan los llamados centros culturales independientes”.
Mientras tanto, se aprobó el nuevo Código de Convivencia, una ordenanza histórica que llevó dos años de debate pensando en nuevas restricciones y prohibiciones, y en ese marco fustigaron: “No tuvieron tiempo de reunirse para pensar el modo de habilitar y desarrollar actividades que favorezcan a uno de los sectores que fue precarizado y vulnerado en la pandemia”.
Enumeraron finalmente los reclamos de “una reunión conjunta con el objetivo de lograr la aprobación de la ordenanza, porque seguimos siendo legítimos, pero ilegales”, en busca de trabajar sin medio a clausura, que la ciudad pueda contener los artistas locales, generar un mercado cultural local, trabajar dignamente, y sostener los espacios para que no sigan cerrando”.