“Entrar al cine era un conjunto de emociones que nunca sabía cómo salía”, asegura Gonzalo Giuliano.
Foto:Gentileza.
Gisela Mesa
Los mandatos, las apariencias, la culpa, las creencias, el amor y el dolor son revisados a lo largo de la obra, que se convierte en un ensayo sobre la experiencia vivida y un proceso de liberación emocional. Una liberación que conlleva mucho coraje y trabajo interno, un logro que no muchos cineastas transitan con éxito como es el caso de él. Mirador se reunió con el director para conocer los pormenores de este proyecto y de sus expectativas por el regreso a las pantallas del cine El Cairo el viernes 8 y el domingo 31 de julio a las 20:30.
Embarcarse en un proyecto conlleva mucho trabajo, sacrificio de horas y mucha dedicación física y mental. Así lo ha transitado el cineasta y productor de cine, Gonzalo Giuliano con su película experimental: Gonzalo.
Lo imaginativo de este proyecto artístico es que enamora y provoca sensaciones en el espectador. Desde Mirador Provincial, hemos tenido el inmenso placer de charlar con Gonzalo; uno de los productores cinematográficos más importante de Arequito. A lo largo de esta charla, nos habla de diferentes cuestiones relacionadas con la labor de producción, de lo difícil que fue terminar de rodar “Gonzalo”. Cabe mencionar que el filme se presentará nuevamente el viernes 8 y domingo 31 de julio, a las 20.30, en el cine El Cairo (Santa Fe
1.120, Rosario).
Colisión con el cine
-¿Cómo llegaste al mundo del cine?
-Desde muy chico, por la sensación que me produjo ver la emoción de mis padres en esa sala oscura, repleta de gente, con una luz que se proyectaba en la pantalla, y desde mi asiento los veía llorar a ellos y después veía a los que estaban en el asiento de al lado que le estaba pasando lo mismo y no entendía porque. Años más tarde les pregunte de que película se trataba, ¿porque lloraban tanto?, ellos recordaron de que se trataba de la película La última nieve de primavera, tenía 4 años, en el Cine Libertador en Casilda. Esas salidas una vez por mes de Arequito a Casilda eran siempre una alegría, por ir al cine aunque reconozco que cuando volvíamos muchas veces las caras no eran las mismas. Veíamos ir al cine como una ceremonia. Otras películas de aquella época que recuerdo por ejemplo eran El árbol de los suecos, Infierno en la Torre… Entrar al cine era un conjunto de emociones que nunca sabía cómo salía.
La multiplicidad en su carrera como cineasta
-¿Cuándo observaste que tenías talento para el cine, para la observación y los detalles?
-Esa sensación de ir al cine, fue inolvidable para mí… Más tarde me transformé en un cinéfilo. Creo que desde chico sentí la curiosidad de pedir a mi padre, primero una cámara de fotos, más tarde una cámara de 8 mm. No olvido cuando la pude manejar y pude entender que podía buscar historias, paisajes, escuchar a los otros y también podía grabar mi voz. Podía caminar con ella y seguía, seguía buscando, nunca me alcanzaba el tiempo. Estudié mucho y sigo estudiando y profundizando todo el tiempo. Fui a incontables ciclos de cine, de directores y movimientos como el Neorrealismo Italiano, la Nouvelle Vague. Busqué incansablemente historias que me ayudaron a pensar y a partir de ahí, lanzarme a hacer cortometrajes y después de mucho tiempo llegó mi opera prima.
-¿Cómo definirías tu estilo como director de cine?
-Una película no es suficiente para definir un estilo como director, pero estoy trabajando y pensando en una microscopía de la imagen. Creo que en esa mirada atenta de lo más pequeño, es donde se encuentran las emociones, los sentimientos y creo que en mí, de eso se
trata. Revisar una historia como si entrara en un laboratorio, para hurgar en cada célula. Creo que en los mínimos detalles hay profundidad. Aspiro a que el espectador cuando salga del cine se quede pensando y pueda hacerse preguntas.
Embarcarse en un proyecto: Gonzalo
-Un proyecto que surgió como un recorrido por los orígenes familiares y terminó en una película de liberación emocional. ¿Cómo sentiste ese durante de la transición?
-Desde un principio este proyecto se trató de muchas preguntas que me hice en diferentes etapas de mi vida. Fue muy difícil desde el punto de vista emocional, porque el propósito del film fue transformándose poco a poco hasta convertirse en un ensayo sobre mi experiencia vivida. Cuando decidí no contar la historia de mi familia, tuve que transitar lugares incómodos, pero sentía que estaba contando la historia de otros y que faltaba algo. En esas entrevistas no estaba lo que yo había transitado, mi historia con sus dificultades. Salieron a la luz nuevos temas y fui poniéndome en el centro de la historia.
14 años de realización
-¿Cuánto tiempo te llevó la investigación previa y la realización de la película?
-Gonzalo es un trabajo desarrollado a lo largo de catorce años. Muchos años, días, muchas horas porque cuando comenzó era distinta la historia, se planteó como un una película sobre los orígenes de la familia Giuliano, pero la búsqueda se centraba en la historia de otros. Llegué a indagar esa historia hasta que puse un punto y la idea del documental cambió para mirarme a mí mismo de una manera íntima, secreta, solitaria y poder trabajar con lo que me pasaba. En los inicios del documental, el recurso utilizado fue una larga serie de entrevistas a mis tías, tíos y a mi familia chica: papá, mamá y hermano. Durante esas conversaciones, centradas en las relaciones intrafamiliares, salieron a la luz nuevos temas como las raíces, los modos de enfrentar la vida, el sentido del humor y el optimismo. Años más tarde, fui introduciendo en la trama nuevos elementos apoyados en mis propios sentimientos y las dificultades para enfrentarlos. En el proceso de montaje fue la mayor crisis porque todo comenzaba a mutar y había que encontrar un nuevo sentido.
-¿Cuáles fueron los principales desafíos que se le plantearon al filmar Gonzalo?
-El desafío más grande fue mostrar mi subjetividad al desnudo frente a la cámara. Pude exponer mis marcas en la piel, el vitíligo como una manifestación del dolor, mis pastillas, mis momentos difíciles y también las búsquedas para superarlos. Y bueno, tampoco fue fácil lidiar
con las expectativas familiares.
-¿Dónde yace la identidad de este documental?
-Es un documental que indaga desde una mirada en primera persona temas familiares y personales que trascienden la historia propia. El cine en modo ensayo documental me permitió todas las libertades para expresarme. La película es un intento de profundizar sobre los mandatos, las creencias, el amor, el dolor, la experiencia de vida y los recursos que se utilizan para encarar las dificultades, los encuentros y desencuentros. Es también “un punto de cierre” para una parte de mi historia. La clave está en las emociones, las propias y también las ajenas.
De donde vengo
-¿Qué significa Arequito para vos?
-Arequito son mis raíces, de donde vengo, mis padres, mis amigos de la infancia, el Rossini donde empecé a disfrutar del cine. Proyectar la película en mi pueblo fue muy movilizador porque muchos de los espectadores conocen nuestras historias, las que se cuentan y las que no. No sé si por curiosidad o por empatía pero la sala del cine teatro Rossini estaba llena, y al final fue imborrable. Siempre voy a estar agradecido.
-¿Cómo influyó el proceso de este film en las vidas personales de tu familia? ¿Las modifican, siquiera mínimamente?
-En el estreno ellos se sorprendieron, claramente esperaban otra cosa y se movilizaron muchos sentimientos. Lo que me llamó la atención fueron esos abrazos apretados, esas palabras al oído, mucha empatía, cada uno desde lugares diferentes. Algunos efectos colaterales: mi papá decidió terminar la secundaria con 82 años.
-¿Qué repercusión tuvo tu película?
-Cuando uno hace una película, ver la sala llena, es muy emocionante y las críticas fueron buenas, más de lo que imaginaba recibir. Llenamos el cine El Cairo en Rosario: un sueño que se hizo realidad y que esperamos volver a repetir en julio. Estamos programando proyecciones en otras ciudades de la provincia como Santa Fe, Rafaela, Reconquista, Casilda, Rufino y ojalá sean muchas más.
-¿Cómo fue el proceso de selección de las escenas?
-Fue muy largo, pasar de 15 horas de filmación a una hora de película llevo años. Lo más difícil fue tomar la decisión de ir por mi historia, de encontrar los límites entre lo que quería decir y lo que no.
El montaje es uno de los momentos más importantes para contar una buena historia. El cine no es un trabajo individual, se hace en equipo. Las personas que participan son fundamentales. En esta etapa de post producción trabajamos en conjunto con Gian Franco Giacomini como
primer asistente, Tomás Miravalles, que además de la producción de las imágenes como cámara, acompañó de manera permanente el proceso, Gustavo Galuppo Alives como consultor de guion y Ezequiel Degastaldi (desde Pamplona, España) como productor. Los integrantes de este grupo fuimos los que reconstruimos las imágenes y las palabras, y no dejamos de pensar como debíamos terminar la obra. Esa sensación es un conflicto que pudimos superar y ponerle el punto final a Gonzalo.
Punto de vista
-¿Cuál es el futuro de la cinematografía?
-¿Quién puede saberlo? Creo que siempre va a haber gente apasionada que quiera contar una historia. Al cine lo dieron por acabado con la llegada del video, ahora con el streaming se plantea lo mismo, pero ver una película en la pantalla del cine siempre será una experiencia inigualable.
-¿En qué proyectos estás trabajando en estos momentos?
-Antes que nada estoy gestionando para que la película Gonzalo se proyecte en la mayor cantidad de salas posibles y también en las otras formas de circulación: los festivales y las plataformas. Tarea durísima para los que hacemos cine independiente. Mi próximo proyecto por ahora se llama ¿Cuánto dura? donde pienso indagar en los instantes que separan una vida de su muerte.
Los mandatos, las apariencias, la culpa, las creencias, el amor y el dolor son revisados a lo largo de la obra, que se convierte en un ensayo sobre la experiencia vivida y un proceso de liberación emocional. Una liberación que conlleva mucho coraje y trabajo interno, un logro que no muchos cineastas transitan con éxito como es el caso de él. Mirador se reunió con el director para conocer los pormenores de este proyecto y de sus expectativas por el regreso a las pantallas del cine El Cairo el viernes 8 y el domingo 31 de julio a las 20:30.
Embarcarse en un proyecto conlleva mucho trabajo, sacrificio de horas y mucha dedicación física y mental. Así lo ha transitado el cineasta y productor de cine, Gonzalo Giuliano con su película experimental: Gonzalo.
Lo imaginativo de este proyecto artístico es que enamora y provoca sensaciones en el espectador. Desde Mirador Provincial, hemos tenido el inmenso placer de charlar con Gonzalo; uno de los productores cinematográficos más importante de Arequito. A lo largo de esta charla, nos habla de diferentes cuestiones relacionadas con la labor de producción, de lo difícil que fue terminar de rodar “Gonzalo”. Cabe mencionar que el filme se presentará nuevamente el viernes 8 y domingo 31 de julio, a las 20.30, en el cine El Cairo (Santa Fe
1.120, Rosario).
Colisión con el cine
-¿Cómo llegaste al mundo del cine?
-Desde muy chico, por la sensación que me produjo ver la emoción de mis padres en esa sala oscura, repleta de gente, con una luz que se proyectaba en la pantalla, y desde mi asiento los veía llorar a ellos y después veía a los que estaban en el asiento de al lado que le estaba pasando lo mismo y no entendía porque. Años más tarde les pregunte de que película se trataba, ¿porque lloraban tanto?, ellos recordaron de que se trataba de la película La última nieve de primavera, tenía 4 años, en el Cine Libertador en Casilda. Esas salidas una vez por mes de Arequito a Casilda eran siempre una alegría, por ir al cine aunque reconozco que cuando volvíamos muchas veces las caras no eran las mismas. Veíamos ir al cine como una ceremonia. Otras películas de aquella época que recuerdo por ejemplo eran El árbol de los suecos, Infierno en la Torre… Entrar al cine era un conjunto de emociones que nunca sabía cómo salía.
La multiplicidad en su carrera como cineasta
-¿Cuándo observaste que tenías talento para el cine, para la observación y los detalles?
-Esa sensación de ir al cine, fue inolvidable para mí… Más tarde me transformé en un cinéfilo. Creo que desde chico sentí la curiosidad de pedir a mi padre, primero una cámara de fotos, más tarde una cámara de 8 mm. No olvido cuando la pude manejar y pude entender que podía buscar historias, paisajes, escuchar a los otros y también podía grabar mi voz. Podía caminar con ella y seguía, seguía buscando, nunca me alcanzaba el tiempo. Estudié mucho y sigo estudiando y profundizando todo el tiempo. Fui a incontables ciclos de cine, de directores y movimientos como el Neorrealismo Italiano, la Nouvelle Vague. Busqué incansablemente historias que me ayudaron a pensar y a partir de ahí, lanzarme a hacer cortometrajes y después de mucho tiempo llegó mi opera prima.
-¿Cómo definirías tu estilo como director de cine?
-Una película no es suficiente para definir un estilo como director, pero estoy trabajando y pensando en una microscopía de la imagen. Creo que en esa mirada atenta de lo más pequeño, es donde se encuentran las emociones, los sentimientos y creo que en mí, de eso se
trata. Revisar una historia como si entrara en un laboratorio, para hurgar en cada célula. Creo que en los mínimos detalles hay profundidad. Aspiro a que el espectador cuando salga del cine se quede pensando y pueda hacerse preguntas.
Embarcarse en un proyecto: Gonzalo
-Un proyecto que surgió como un recorrido por los orígenes familiares y terminó en una película de liberación emocional. ¿Cómo sentiste ese durante de la transición?
-Desde un principio este proyecto se trató de muchas preguntas que me hice en diferentes etapas de mi vida. Fue muy difícil desde el punto de vista emocional, porque el propósito del film fue transformándose poco a poco hasta convertirse en un ensayo sobre mi experiencia vivida. Cuando decidí no contar la historia de mi familia, tuve que transitar lugares incómodos, pero sentía que estaba contando la historia de otros y que faltaba algo. En esas entrevistas no estaba lo que yo había transitado, mi historia con sus dificultades. Salieron a la luz nuevos temas y fui poniéndome en el centro de la historia.
14 años de realización
-¿Cuánto tiempo te llevó la investigación previa y la realización de la película?
-Gonzalo es un trabajo desarrollado a lo largo de catorce años. Muchos años, días, muchas horas porque cuando comenzó era distinta la historia, se planteó como un una película sobre los orígenes de la familia Giuliano, pero la búsqueda se centraba en la historia de otros. Llegué a indagar esa historia hasta que puse un punto y la idea del documental cambió para mirarme a mí mismo de una manera íntima, secreta, solitaria y poder trabajar con lo que me pasaba. En los inicios del documental, el recurso utilizado fue una larga serie de entrevistas a mis tías, tíos y a mi familia chica: papá, mamá y hermano. Durante esas conversaciones, centradas en las relaciones intrafamiliares, salieron a la luz nuevos temas como las raíces, los modos de enfrentar la vida, el sentido del humor y el optimismo. Años más tarde, fui introduciendo en la trama nuevos elementos apoyados en mis propios sentimientos y las dificultades para enfrentarlos. En el proceso de montaje fue la mayor crisis porque todo comenzaba a mutar y había que encontrar un nuevo sentido.
-¿Cuáles fueron los principales desafíos que se le plantearon al filmar Gonzalo?
-El desafío más grande fue mostrar mi subjetividad al desnudo frente a la cámara. Pude exponer mis marcas en la piel, el vitíligo como una manifestación del dolor, mis pastillas, mis momentos difíciles y también las búsquedas para superarlos. Y bueno, tampoco fue fácil lidiar
con las expectativas familiares.
-¿Dónde yace la identidad de este documental?
-Es un documental que indaga desde una mirada en primera persona temas familiares y personales que trascienden la historia propia. El cine en modo ensayo documental me permitió todas las libertades para expresarme. La película es un intento de profundizar sobre los mandatos, las creencias, el amor, el dolor, la experiencia de vida y los recursos que se utilizan para encarar las dificultades, los encuentros y desencuentros. Es también “un punto de cierre” para una parte de mi historia. La clave está en las emociones, las propias y también las ajenas.
De donde vengo
-¿Qué significa Arequito para vos?
-Arequito son mis raíces, de donde vengo, mis padres, mis amigos de la infancia, el Rossini donde empecé a disfrutar del cine. Proyectar la película en mi pueblo fue muy movilizador porque muchos de los espectadores conocen nuestras historias, las que se cuentan y las que no. No sé si por curiosidad o por empatía pero la sala del cine teatro Rossini estaba llena, y al final fue imborrable. Siempre voy a estar agradecido.
-¿Cómo influyó el proceso de este film en las vidas personales de tu familia? ¿Las modifican, siquiera mínimamente?
-En el estreno ellos se sorprendieron, claramente esperaban otra cosa y se movilizaron muchos sentimientos. Lo que me llamó la atención fueron esos abrazos apretados, esas palabras al oído, mucha empatía, cada uno desde lugares diferentes. Algunos efectos colaterales: mi papá decidió terminar la secundaria con 82 años.
-¿Qué repercusión tuvo tu película?
-Cuando uno hace una película, ver la sala llena, es muy emocionante y las críticas fueron buenas, más de lo que imaginaba recibir. Llenamos el cine El Cairo en Rosario: un sueño que se hizo realidad y que esperamos volver a repetir en julio. Estamos programando proyecciones en otras ciudades de la provincia como Santa Fe, Rafaela, Reconquista, Casilda, Rufino y ojalá sean muchas más.
-¿Cómo fue el proceso de selección de las escenas?
-Fue muy largo, pasar de 15 horas de filmación a una hora de película llevo años. Lo más difícil fue tomar la decisión de ir por mi historia, de encontrar los límites entre lo que quería decir y lo que no.
El montaje es uno de los momentos más importantes para contar una buena historia. El cine no es un trabajo individual, se hace en equipo. Las personas que participan son fundamentales. En esta etapa de post producción trabajamos en conjunto con Gian Franco Giacomini como
primer asistente, Tomás Miravalles, que además de la producción de las imágenes como cámara, acompañó de manera permanente el proceso, Gustavo Galuppo Alives como consultor de guion y Ezequiel Degastaldi (desde Pamplona, España) como productor. Los integrantes de este grupo fuimos los que reconstruimos las imágenes y las palabras, y no dejamos de pensar como debíamos terminar la obra. Esa sensación es un conflicto que pudimos superar y ponerle el punto final a Gonzalo.
Punto de vista
-¿Cuál es el futuro de la cinematografía?
-¿Quién puede saberlo? Creo que siempre va a haber gente apasionada que quiera contar una historia. Al cine lo dieron por acabado con la llegada del video, ahora con el streaming se plantea lo mismo, pero ver una película en la pantalla del cine siempre será una experiencia inigualable.
-¿En qué proyectos estás trabajando en estos momentos?
-Antes que nada estoy gestionando para que la película Gonzalo se proyecte en la mayor cantidad de salas posibles y también en las otras formas de circulación: los festivales y las plataformas. Tarea durísima para los que hacemos cine independiente. Mi próximo proyecto por ahora se llama ¿Cuánto dura? donde pienso indagar en los instantes que separan una vida de su muerte.
Además tenés que saber:
+ Noticias
La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
Dejanos tu Comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
En Portada / Santa Fe
En Portada / Entre Ríos