Lucía Torres
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Antes de la presentación en el Centro Cultural de Chajarí, las autoras de “Mujeres sin olvido” dialogaron con MIRADOR ENTRE RÍOS. Marta Schwindt lleva 50 años en las payadas, y Liliana Salvat 35 años que recorre el mismo camino.

El tiempo de pandemia fue propicio para que comenzaran a trabajar juntas, trayendo a la luz nombres de mujeres que fueron fundamentales en su rol, “algunas conocidas y otras ocultas, pero que es importante traerlas a la actualidad con estos poemas, para que sepan que nosotras al menos como payadoras no las olvidamos, por eso el libro se llama ‘Mujeres sin olvido’”. El libro lo componen 25 poemas, 25 homenajes a mujeres que se destacaron en distintas disciplinas.

Marta, por ejemplo, escribe “a María Remedios del Valle, madre de la patria, a Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo; a Carola Lorenzini, primera aviadora argentina; a la maestra Caracol, que fue la primera maestra rural de Santa Fe; a Nenette, la esposa de Yupanqui, que firmaba sus obras como Pablo del Cerro, porque su marido no quería compartir con una mujer sus honores, entre otras”, enumeró.

En el caso de Liliana, rinde homenaje a muchas entrerrianas, “a Teresa Ratto, la primera mujer en graduarse de médica en Entre Ríos; a Alicia Reinoso, veterana de guerra; también a Tula Rougier, la primera jinete mujer de Argentina; a la actriz Camila Quiroga, entre otras”.

Además, durante la presentación del libro rindieron homenaje a la primera mujer argentina en unir Argentina con Canadá a caballo: “ella nació un 16 de noviembre de 1906, Ana Beker superó las marcas de todos los hombres que hasta ese momento habían intentado unir desde el obelisco de Buenos Aires, en el Kilómetro 0, hasta Otawa, en Canadá. Creemos que no es casualidad que esta presentación se diera un 16 de noviembre” aseguró Marta.

Poesía gauchesca

La publicación es en formato de poemas, “la mayoría en la estrofa clásica de los payadores que es la décima”, aclaró Marta.
De lo que implica escribir lo que improvisan, Liliana explicó que escriben “porque nos encanta escribir poesía, pero el don de la improvisación de la payada es con lo que nacimos, seguimos siendo payadoras”.

Lo que hacen lo llaman “compuestos”, “porque también es triste que el payador solamente deje impreso en las páginas del viento lo que canta, y nadie se acuerda nunca más, por eso se acostumbra a hacer estos compuestos”.

Más adelante Salvat bregó porque los nombres de esas mujeres que nombran en el libro lleguen a las escuelas; “nombres como el de Melchora Cuenca, esposa de Artigas, que tuvo un rol fundamental dentro de la gesta de la independencia, estuvo en la zona de Concordia y estuvo sepultada en Concordia y nunca en la escuela se la nombra”.

El hecho de que sea un homenaje a mujeres, hecho por mujeres, le da otra energía, “todavía hay que trabajar mucho para destrabar siglos y siglos de postergación.