El seleccionado viene de derrotar a Croacia por 3-0.
Foto:Archivo.
(Enviado especial a Doha, Qatar)
Ha llegado la gran hora. El camino se hizo duro en el principio, creó incertidumbres, miedos, preocupación. Messi recogió el guante y “aguantó la parada”. Dijo: “No vamos a dejar tirados a los argentinos”. No sólo eso pasó, sino que redobló la apuesta y nos subió a un pedestal de honor, gratificante, emotivo. Argentina está conmocionada. Acá en Qatar y allá en cada rincón de nuestra geografía. ¿Pudieron dormir?, quizás no. Ha llegado el momento de jugar en 90 minutos la posibilidad de volver a ser campeones del mundo. Será el último partido de Messi en mundiales –al menos, así lo dijo- y el deseo generalizado es el de que sea levantando la copa que ya pudieron alzar Passarella y Maradona. Será al mediodía argentino (el atardecer de Doha), en un Lusail espléndido, expectante, multitudinario e invadido por la pasión de la hinchada argentina.
Scaloni tiene el equipo pero no lo ha dicho. Probó dos variantes: 1) el ingreso de Lisandro Martínez para armar línea de cinco en el fondo; 2) recuperar como titular a Di María y formar un 4-4-2 con Di María arrancando bien abierto por el sector derecho. En un nivel de excepción, cualquiera de las variantes es factible. Di María es un jugador que le puede aportar desequilibrio y experiencia en partidos de altísima tensión como el que se va a jugar. Con Lisandro Martínez, el equipo tuvo mucha solidez defensiva y fue una variante que Scaloni eligió mucho durante los partidos y en la previa del encuentro ante Países Bajos, con buena respuesta a pesar de que se le otorgaron ventajas en la parte final a un rival que supo aprovecharlas para llevar el partido hasta la definición por penales.
Con Dibu Martínez en el arco, las dudas en lo táctico son condicionantes. Si se juega con línea de cinco, Molina o Montiel como lateral por derecha (es una alternativa que estaba evaluando el técnico en función de quién se adapta mejor a la marca de Mbappé), Romero, Otamendi, Martínez y Acuña completarían la zona defensiva. En el mediocampo no hay dudas: De Paul, Enzo Fernández y MacAllister. Y arriba, tampoco: Messi y Julián Alvarez.
Con Di María, cambiaría el esquema y saldría de la formación anterior Lisandro Martínez para permitir el ingreso del ex jugador del PSG. En los dos casos, el que volverá a ocupar un lugar en el banco de suplentes, es Leandro Paredes.
Francia es un equipo que tiene un enorme potencial en su bloque ofensivo, con Griezmann arrancando desde más atrás y abasteciendo a Dembelé (un zurdo rápido y hábil que juega por derecha), a Giroud (un centrodelantero neto) y a Mbappé (un diestro que prefiere el cambio de ritmo y la superación al rival en base a velocidad). Detrás de ellos hay dos volantes de marca y un sector defensivo en el que, al buen arquero y una sólida pareja de centrales, se agregan dos marcadores de punta con proyección que, en otros partidos, mostraron algunas falencias a la hora de defender.
La hora de la verdad ha llegado para este grupo de jugadores que tiene a Messi como líder, emblema y estandarte. Detrás de ellos, no sólo el resto de los 44 millones de argentinos, sino muchísimos que quieren ver a Argentina campeón del mundo… Hermosas palabras que esperamos que se hagan realidad con el pitazo final del polaco Marciniak.
Ha llegado la gran hora. El camino se hizo duro en el principio, creó incertidumbres, miedos, preocupación. Messi recogió el guante y “aguantó la parada”. Dijo: “No vamos a dejar tirados a los argentinos”. No sólo eso pasó, sino que redobló la apuesta y nos subió a un pedestal de honor, gratificante, emotivo. Argentina está conmocionada. Acá en Qatar y allá en cada rincón de nuestra geografía. ¿Pudieron dormir?, quizás no. Ha llegado el momento de jugar en 90 minutos la posibilidad de volver a ser campeones del mundo. Será el último partido de Messi en mundiales –al menos, así lo dijo- y el deseo generalizado es el de que sea levantando la copa que ya pudieron alzar Passarella y Maradona. Será al mediodía argentino (el atardecer de Doha), en un Lusail espléndido, expectante, multitudinario e invadido por la pasión de la hinchada argentina.
Scaloni tiene el equipo pero no lo ha dicho. Probó dos variantes: 1) el ingreso de Lisandro Martínez para armar línea de cinco en el fondo; 2) recuperar como titular a Di María y formar un 4-4-2 con Di María arrancando bien abierto por el sector derecho. En un nivel de excepción, cualquiera de las variantes es factible. Di María es un jugador que le puede aportar desequilibrio y experiencia en partidos de altísima tensión como el que se va a jugar. Con Lisandro Martínez, el equipo tuvo mucha solidez defensiva y fue una variante que Scaloni eligió mucho durante los partidos y en la previa del encuentro ante Países Bajos, con buena respuesta a pesar de que se le otorgaron ventajas en la parte final a un rival que supo aprovecharlas para llevar el partido hasta la definición por penales.
Con Dibu Martínez en el arco, las dudas en lo táctico son condicionantes. Si se juega con línea de cinco, Molina o Montiel como lateral por derecha (es una alternativa que estaba evaluando el técnico en función de quién se adapta mejor a la marca de Mbappé), Romero, Otamendi, Martínez y Acuña completarían la zona defensiva. En el mediocampo no hay dudas: De Paul, Enzo Fernández y MacAllister. Y arriba, tampoco: Messi y Julián Alvarez.
Con Di María, cambiaría el esquema y saldría de la formación anterior Lisandro Martínez para permitir el ingreso del ex jugador del PSG. En los dos casos, el que volverá a ocupar un lugar en el banco de suplentes, es Leandro Paredes.
Francia es un equipo que tiene un enorme potencial en su bloque ofensivo, con Griezmann arrancando desde más atrás y abasteciendo a Dembelé (un zurdo rápido y hábil que juega por derecha), a Giroud (un centrodelantero neto) y a Mbappé (un diestro que prefiere el cambio de ritmo y la superación al rival en base a velocidad). Detrás de ellos hay dos volantes de marca y un sector defensivo en el que, al buen arquero y una sólida pareja de centrales, se agregan dos marcadores de punta con proyección que, en otros partidos, mostraron algunas falencias a la hora de defender.
La hora de la verdad ha llegado para este grupo de jugadores que tiene a Messi como líder, emblema y estandarte. Detrás de ellos, no sólo el resto de los 44 millones de argentinos, sino muchísimos que quieren ver a Argentina campeón del mundo… Hermosas palabras que esperamos que se hagan realidad con el pitazo final del polaco Marciniak.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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