Foto:Gentileza: Laura Bellomo.
"Creo fue en Santa Fe que la poesía empezó a llegar a mi vida, incluso antes de que yo habitara el vientre de mi mamá, quien también escribe" dice Carina Sedevich, última ganadora del Premio de Poesía José Pedroni 2022. Destaca: "En principio se trata de un reconocimiento significativo. Los premios dan sin duda una visibilidad diferente a los artistas, posibilitan acercar la obra a públicos más extensos y más diversos. Creo que, de entre todos los artistas, los poetas somos los que menos recibimos –también los que menos esperamos recibir, en general- algún reconocimiento, simbólico o material. Así que celebro que llegue, estoy muy agradecida". Más adelante comenta que el premio la emociona porque siente que tiene que ver con las raíces de su existencia.
La edición 2022 del Premio Provincial de Poesía José Pedroni organizado por el Ministerio de Cultura de la Provincia informó que las obras ganadoras fueron seleccionadas sobre 117 trabajos presentados. El jurado del certamen estuvo integrado por Larisa Cumin, Alejandra Méndez y Santiago Alassia.
Poesía
Su vínculo con la poesia llegó con las canciones y los versos en mallorquín que pasaron de generación a generación en boca de las mujeres de la familia comenta la poeta. "Llegó con las guaranias que le gustaban a mi abuelo, con los boleros y los tangos que escuchaban mis viejos. Con las canciones de Horacio Guarany, a quien mi papá oyó cantar en vivo". Para ella es imposible separar la escritura de la existencia, "para mí, la obra está hecha de todo lo que he vivido y de todo lo que me trajo a este mundo. Y también -y esto es maravilloso- de todo lo que puedo ser y escribir, pero que por supuesto no puedo ahora ni pensar ni anticipar. Pienso la vida y la escritura como universos necesariamente infinitos y dulcemente particulares. Y bueno, en el universo de vida y escritura del que formo parte –como un granito de arena en el desierto, como una gota de agua en el mar- Santa Fe es un lugar de génesis".
La poesía entró a su vida por vía sanguínea y sensorial. Después, cuando aprendió a leer, el mundo se le reveló como un lugar mucho más interesante, incluso más habitable de lo que había sido hasta ese momento. Descubrió que había un montón de símbolos que transformaban y expandían lo que ella entendía hasta ese entonces como real. Carina agrega: "Vi que yo misma podía hacer muchas cosas con esos símbolos. Cosas extraordinarias. Primero, leer: meterme por completo en otros mundos, otras historias, olvidarme de mi casa, de mi escuela, de mí. De las cosas que me parecían feas o tristes. Había muchas de esas cosas, sentía que no las soportaba. Mi mamá y mi papá me compraban siempre libros, les parecía bien que leyera mucho".
Cuenta que sus padres se dieron cuenta de que le gustaba ese mundo y le regalaron un diario. "Probé llevar un registro de las cosas cotidianas y descubrí que narrar me resultaba muy aburrido. En cambio, escribir poesía me encantaba, me divertía, me parecía mucho más interesante". Luego señala: "Tengo un primer recuerdo concreto al respecto. Había escrito un poema sobre las Malvinas, seguro era 1982, estaría por cumplir los diez años. Se lo leí a mi mamá, de pie en la puerta de la cocina, mientras ella lavaba los platos. Mi mamá me dijo que estaba bien pero que le parecía muy dramático. Y seguramente lo fuera, considerando que estaba inspirado en una guerra. En ese momento sentí frustración y rabia y me juré que nunca más le iba a mostrar un poema a mi mamá. Debo confesar que todavía no la dejo leer todo lo que escribo. Pero no lo hago por rencor, sino para cuidarla. Después me di cuenta de que a ella a veces la asustaba o la apenaba lo que aparecía en mi escritura".
La poeta comenta: "Entiendo a la poesía como mi forma de habitar el mundo. Cada uno ordena su cosmos como puede para conseguir sobrevivir en él. Mi forma es la poesía. Para mí en la poesía se ordena –ilusoriamente, lo sé- el caos de la existencia, y entonces se vuelve más aprehensible, más amable. Hasta hermosa, a veces".
Premios y distinciones
Cuando era muy joven y todavía no había publicado nada enviaba sus poemas a distintos concursos. De hecho, su primer poema publicado, apareció en 1995 en una antología llamada 30 Poemas, surgida del certamen Plaza de los Poetas José Pedroni, de Acebal, Santa Fe. Carina comenta que después fué confiando en la opinión de grandes poetas que tenía a mano en Villa María, Córdoba, la ciudad donde vive desde los nueve años. "Tuve la fortuna de conocer y conversar en algunas oportunidades con Edith Vera y Alejandro Schmidt. Ellos valoraron y apoyaron mi escritura. Ese fue un impulso importante, definitivo". Alejandro publicó en sus Ediciones Radamanto una plaqueta con tres poemas suyos, e inspirada por la forma en que lo veía trabajar, autoeditó sus primeros tres libritos entre 1998 y 2000. Más adelante, impulsada por otro poeta que le alentó mucho, Iván Wielikosielek, publicó un libro con Llanto de Mudo, una editorial cordobesa que ya no existe. "A partir de ahí me ocupé sola, confiando en mi intuición y mi trabajo, de conseguir casas editoriales para cada uno de mis libros, que ya son unos veinte y se han publicado en Argentina, en España, en Brasil, en Chile".
La poeta comenta que envió material en 2021 para el Festival Internacional de Poesía de Medellín y fue seleccionada como poeta invitada. "Un gran honor: se trata del festival de poesía más convocante y con más trayectoria del mundo. Mi lectura en ese evento (https://www.youtube.com/watch?v=-leGfM-ZRQY) fue una de las experiencias más gratas que la poesía me le ha dado".
Poetas santafesinos
La primera poeta que viene a su mente es Estela Figueroa, a quien llegó hace mucho y ya no recuerda cómo. "Es probable que fuera a través de una amiga editora de poesía, Miriam Tessore, gestora y curadora del blog Emma Gunst. Tuve la oportunidad de charlar por teléfono con Estela, recibir alguna carta de su puño y letra, incluso conocerla en persona en una lectura suya para la que viajé
especialmente a Santa Fe". También señala a Mirta Rosemberg. "Dos registros muy diversos, ambos interesantísimos. Muy a menudo, desde que tengo memoria, me he sentido atraída, convocada, por voces litoraleñas, no sólo santafesinas: Juan L. Ortiz, Carlos Mastronardi, Arnaldo Calveyra, Emma Barrandeguy, Francisco Madariaga. También me encanta la poesía de las canciones de Guarany, de Fandermole, de Ramón Ayala. Para dormir a mi nietita me gusta cantarle El cosechero o Posadeña linda".
-¿Que se pone en juego en tu última producción poética?
-No concibo la escritura separada de la existencia, así que lo que se pone en juego en mis libros es mi vida, lo que vengo atravesando y me viene atravesando. Hace tiempo escribía, creo, para conjurar el dolor, para exorcizarlo, para transmutarlo en belleza. Para no estar sola. Para comprender. Para poner en algún lado lo que mi alma y mi cuerpo no podían contener. Pero como todo en mi vida, la escritura muta de manera constante. Últimamente te diría que he escrito para intentar registrar la única certeza: la incertidumbre. Que he escrito para atrapar instantes de lo incesante, fragmentos de lo indivisible. Que he escrito porque me he convencido de la ilusión del lenguaje, que he escrito para decir lo que sé que es imposible decir. Pero, sobre todo, te diría que he escrito porque siempre he escrito y que, como siempre, me sigo maravillando de poder escribir y de todo lo que implica transitar ese camino.
La poesía es un camino
Carina señala que antes entendía a la poesía como un refugio, pero ahora la entiende como un camino. "Sé pocas cosas acerca de este camino: que es incierto, que es inimaginable, que es trabajoso, que está lleno de piedras y de flores. Estoy tratando de vivir y escribir eso. Pienso en mi nieta". Luego comenta que le gustaría que un día su nieta encontrara en sus poemas la luminosa aceptación de su camino. "Me gustaría también dejar constancia de algo que empecé a comprender a partir de su nacimiento: el amor como milagro inevitable. Ya empecé a intentarlo en algunos poemas, como en Canción de Irina https://www.youtube.com/watch?v=3bVZzrKUw20, que fue musicalizado y grabado por el grupo Miranda-Arens".
Biografía
Carina Sedevich, Santa Fe (1972). Es autora de los libros La violencia de los nombres (1998), Nosotros No (2000), Cosas dentro de otra cosa (2000), Como segando un cariño oscuro (Argentina-España, 2012), Incombustible (Argentina-España, 2013), Escribió Dickinson (2014), Klimt (España-Argentina, 2015), Gibraltar (2015), Un cardo ruso (Argentina, 2016-Brasil, 2019), Cuadernos de Lolog (2017), Lavar a la madre (2017), Los budas y otros poemas (2017), Lejanas bengalas estallan (2018), Flor cineraria (2019), Grandes metales oscilantes crujen (2019), Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder (2020), Krishnamurti (2021), Rosados cuerpos de pinos (Chile, 2022) y Un pez en un cauce que mengua, de próxima aparición por la Universidad Nacional del Litoral.
La edición 2022 del Premio Provincial de Poesía José Pedroni organizado por el Ministerio de Cultura de la Provincia informó que las obras ganadoras fueron seleccionadas sobre 117 trabajos presentados. El jurado del certamen estuvo integrado por Larisa Cumin, Alejandra Méndez y Santiago Alassia.
Tenés que leer
Poesía
Su vínculo con la poesia llegó con las canciones y los versos en mallorquín que pasaron de generación a generación en boca de las mujeres de la familia comenta la poeta. "Llegó con las guaranias que le gustaban a mi abuelo, con los boleros y los tangos que escuchaban mis viejos. Con las canciones de Horacio Guarany, a quien mi papá oyó cantar en vivo". Para ella es imposible separar la escritura de la existencia, "para mí, la obra está hecha de todo lo que he vivido y de todo lo que me trajo a este mundo. Y también -y esto es maravilloso- de todo lo que puedo ser y escribir, pero que por supuesto no puedo ahora ni pensar ni anticipar. Pienso la vida y la escritura como universos necesariamente infinitos y dulcemente particulares. Y bueno, en el universo de vida y escritura del que formo parte –como un granito de arena en el desierto, como una gota de agua en el mar- Santa Fe es un lugar de génesis".
La poesía entró a su vida por vía sanguínea y sensorial. Después, cuando aprendió a leer, el mundo se le reveló como un lugar mucho más interesante, incluso más habitable de lo que había sido hasta ese momento. Descubrió que había un montón de símbolos que transformaban y expandían lo que ella entendía hasta ese entonces como real. Carina agrega: "Vi que yo misma podía hacer muchas cosas con esos símbolos. Cosas extraordinarias. Primero, leer: meterme por completo en otros mundos, otras historias, olvidarme de mi casa, de mi escuela, de mí. De las cosas que me parecían feas o tristes. Había muchas de esas cosas, sentía que no las soportaba. Mi mamá y mi papá me compraban siempre libros, les parecía bien que leyera mucho".
Cuenta que sus padres se dieron cuenta de que le gustaba ese mundo y le regalaron un diario. "Probé llevar un registro de las cosas cotidianas y descubrí que narrar me resultaba muy aburrido. En cambio, escribir poesía me encantaba, me divertía, me parecía mucho más interesante". Luego señala: "Tengo un primer recuerdo concreto al respecto. Había escrito un poema sobre las Malvinas, seguro era 1982, estaría por cumplir los diez años. Se lo leí a mi mamá, de pie en la puerta de la cocina, mientras ella lavaba los platos. Mi mamá me dijo que estaba bien pero que le parecía muy dramático. Y seguramente lo fuera, considerando que estaba inspirado en una guerra. En ese momento sentí frustración y rabia y me juré que nunca más le iba a mostrar un poema a mi mamá. Debo confesar que todavía no la dejo leer todo lo que escribo. Pero no lo hago por rencor, sino para cuidarla. Después me di cuenta de que a ella a veces la asustaba o la apenaba lo que aparecía en mi escritura".
La poeta comenta: "Entiendo a la poesía como mi forma de habitar el mundo. Cada uno ordena su cosmos como puede para conseguir sobrevivir en él. Mi forma es la poesía. Para mí en la poesía se ordena –ilusoriamente, lo sé- el caos de la existencia, y entonces se vuelve más aprehensible, más amable. Hasta hermosa, a veces".
Premios y distinciones
Cuando era muy joven y todavía no había publicado nada enviaba sus poemas a distintos concursos. De hecho, su primer poema publicado, apareció en 1995 en una antología llamada 30 Poemas, surgida del certamen Plaza de los Poetas José Pedroni, de Acebal, Santa Fe. Carina comenta que después fué confiando en la opinión de grandes poetas que tenía a mano en Villa María, Córdoba, la ciudad donde vive desde los nueve años. "Tuve la fortuna de conocer y conversar en algunas oportunidades con Edith Vera y Alejandro Schmidt. Ellos valoraron y apoyaron mi escritura. Ese fue un impulso importante, definitivo". Alejandro publicó en sus Ediciones Radamanto una plaqueta con tres poemas suyos, e inspirada por la forma en que lo veía trabajar, autoeditó sus primeros tres libritos entre 1998 y 2000. Más adelante, impulsada por otro poeta que le alentó mucho, Iván Wielikosielek, publicó un libro con Llanto de Mudo, una editorial cordobesa que ya no existe. "A partir de ahí me ocupé sola, confiando en mi intuición y mi trabajo, de conseguir casas editoriales para cada uno de mis libros, que ya son unos veinte y se han publicado en Argentina, en España, en Brasil, en Chile".
La poeta comenta que envió material en 2021 para el Festival Internacional de Poesía de Medellín y fue seleccionada como poeta invitada. "Un gran honor: se trata del festival de poesía más convocante y con más trayectoria del mundo. Mi lectura en ese evento (https://www.youtube.com/watch?v=-leGfM-ZRQY) fue una de las experiencias más gratas que la poesía me le ha dado".
Poetas santafesinos
La primera poeta que viene a su mente es Estela Figueroa, a quien llegó hace mucho y ya no recuerda cómo. "Es probable que fuera a través de una amiga editora de poesía, Miriam Tessore, gestora y curadora del blog Emma Gunst. Tuve la oportunidad de charlar por teléfono con Estela, recibir alguna carta de su puño y letra, incluso conocerla en persona en una lectura suya para la que viajé
especialmente a Santa Fe". También señala a Mirta Rosemberg. "Dos registros muy diversos, ambos interesantísimos. Muy a menudo, desde que tengo memoria, me he sentido atraída, convocada, por voces litoraleñas, no sólo santafesinas: Juan L. Ortiz, Carlos Mastronardi, Arnaldo Calveyra, Emma Barrandeguy, Francisco Madariaga. También me encanta la poesía de las canciones de Guarany, de Fandermole, de Ramón Ayala. Para dormir a mi nietita me gusta cantarle El cosechero o Posadeña linda".
-¿Que se pone en juego en tu última producción poética?
-No concibo la escritura separada de la existencia, así que lo que se pone en juego en mis libros es mi vida, lo que vengo atravesando y me viene atravesando. Hace tiempo escribía, creo, para conjurar el dolor, para exorcizarlo, para transmutarlo en belleza. Para no estar sola. Para comprender. Para poner en algún lado lo que mi alma y mi cuerpo no podían contener. Pero como todo en mi vida, la escritura muta de manera constante. Últimamente te diría que he escrito para intentar registrar la única certeza: la incertidumbre. Que he escrito para atrapar instantes de lo incesante, fragmentos de lo indivisible. Que he escrito porque me he convencido de la ilusión del lenguaje, que he escrito para decir lo que sé que es imposible decir. Pero, sobre todo, te diría que he escrito porque siempre he escrito y que, como siempre, me sigo maravillando de poder escribir y de todo lo que implica transitar ese camino.
La poesía es un camino
Carina señala que antes entendía a la poesía como un refugio, pero ahora la entiende como un camino. "Sé pocas cosas acerca de este camino: que es incierto, que es inimaginable, que es trabajoso, que está lleno de piedras y de flores. Estoy tratando de vivir y escribir eso. Pienso en mi nieta". Luego comenta que le gustaría que un día su nieta encontrara en sus poemas la luminosa aceptación de su camino. "Me gustaría también dejar constancia de algo que empecé a comprender a partir de su nacimiento: el amor como milagro inevitable. Ya empecé a intentarlo en algunos poemas, como en Canción de Irina https://www.youtube.com/watch?v=3bVZzrKUw20, que fue musicalizado y grabado por el grupo Miranda-Arens".
Biografía
Carina Sedevich, Santa Fe (1972). Es autora de los libros La violencia de los nombres (1998), Nosotros No (2000), Cosas dentro de otra cosa (2000), Como segando un cariño oscuro (Argentina-España, 2012), Incombustible (Argentina-España, 2013), Escribió Dickinson (2014), Klimt (España-Argentina, 2015), Gibraltar (2015), Un cardo ruso (Argentina, 2016-Brasil, 2019), Cuadernos de Lolog (2017), Lavar a la madre (2017), Los budas y otros poemas (2017), Lejanas bengalas estallan (2018), Flor cineraria (2019), Grandes metales oscilantes crujen (2019), Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder (2020), Krishnamurti (2021), Rosados cuerpos de pinos (Chile, 2022) y Un pez en un cauce que mengua, de próxima aparición por la Universidad Nacional del Litoral.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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