Cultura

Un año sin Angélica Gorodischer: la abuela Sherlock Holmes creadora de mundos

Este domingo se cumple un año de la partida de la creadora de universos fantásticos desde la Casta luna electrónica hasta La perfecta casada, Las bufonas y Coro. La unicidad de sus relatos donde se siente la voz de sus personajes llenos de valentía, ironías y humor, llevó su popularidad hacia lo más alto, siendo hasta ahora una de los autores rosarinos más traducidos a otros idiomas.

05-02-2023 | 12:21 |

Foto:Archivo.

A un año de la ausencia de Angélica Gorodischer se confirmó que la editorial Emecé, a cargo de los derechos de su obra, será la encargada de reeditar todos sus libros, aunque aún se desconoce cuándo ocurrirá. Esto lo confirmó su nieto Natán Gorodischer en diálogo con Mirador, quien además contó que toda la biblioteca de su abuela fue donada por la familia a la Biblioteca Argentina Juan Álvarez, donde se prepara un rincón que emulará su cuarto de trabajo.

La ausencia de la autora mundialmente afamada por su obra Kalpa Imperial entre otras, está llena de presencia desde su mirada tan neurálgica en la cultura rosarina, y es entonces que cabe traer de vuelta al corazón algunas de las muchas facetas de la gestora cultural, la creadora de universos fabulosos con heroínas “víctimas no victimizadas”, y la abuela cómplice que tomaba porrones con su nieto mayor en el bar de la esquina en el barrio Tiro Suizo.

 




En los últimos años fueron varias las distinciones que recibió en vida, como debe ser, con varios premios Konex, ciudadana ilustre de Rosario (en 2007), el Fondo Nacional de las Artes por su trayectoria, y el Prix Imaginales por su novela Kalpa Imperial. Y a los pocos meses de su muerte su libro Tumba de jaguares ganó el premio internacional Reina Sofía de Nueva York. Y con todos esos lauros, su esencia de vecina sencilla de la zona sur se corroboró cuando en 2017 fue homenajeada en la Biblioteca Nacional y Alberto Manguel la presentó como “la gran dama de la ciencia ficción”, al cual respondió rápida y aguda: “Ahora ya me parece irremediable. Hubo un tiempo en el que escribí ciencia ficción, pero es como haber tenido sarampión. Ya pasó”.

Así era Angélica, y así sus personajes ocurrentes, como si fueran amigos charlando en un bar, a la vez que dejó entrever en esa respuesta su postura en torno a los géneros literarios, despojando la formalidad y el encasillamiento, porque además de lo fantástico, en su obra hay género policial, hay autobiografía (en Historia de mi madre y El diario del cáncer), hay ironía y hay humor, entre otros, entonces ¿para qué la clasificación y el ensalzamiento?

Para Natán sorprendía la facilidad de alejarse de las figuras sacralizadas de los escritores, ya que era corriente verla tomando un café con ‘las brujas’, sus amigas, y “era tan terrenal que iba a la verdulería o te largaba una puteada cuando lo ameritaba. Sobre todo iba todos los días al bar de la esquina en avenida San Martín que antes se llamaba Tomasa, donde sigue estando su nombre en una de las mesas”. El joven recuerda con cariño “una relación de nieto y abuela, pero poco convencional: ella quería hacer actividades que no eran para su edad, en esa necesidad de estar donde pasan las cosas. Se enteraba de alguna cervecería y quería ir. Entonces yo la llevaba y escabiábamos a la par”.

La escritora no nació en Rosario, pero adoptó para siempre la rosarinidad, “nunca se quiso ir a pesar de su ineludible vínculo con Buenos Aires”, indicó su nieto, quien luego recordó una de las mayores trasgresiones de su vida, su historia de amor con Sujer Gorodischer: “Ella era hija de la aristocracia argentina, y mi abuelo era un hijo de inmigrante judío pobre, una historia de la Bella y la Bestia de Disney. Claro que ninguna de las dos familias aceptaba esa unión y decidieron escaparse para casarse en Buenos Aires”.

Mucho antes de morirse, la autora de Tumba de jaguares tenía todo organizado: “Escribió una carta a cada uno de sus tres hijos y de sus siete nietos, y fue un pacto tácito que ninguno compartió con el otro qué nos escribió. En mi carta, como narradora que fue, le escribe a un lector como si no fuera yo, contando quién soy y lo que hago, y por qué me tenía tanta estima, hablando de mí como un personaje. Es raro pensarlo, pero todos los familiares fuimos sus personajes. Fue muy emocionante”.

La agitadora de las escritoras, huidiza del encasillamiento

El periodista y escritor Osvaldo Aguirre tuvo la oportunidad de visitar varias veces a la escritora, a quien realizó varias entrevistas para medios locales, y evocó su cuarto de trabajo muy lindo y amplio que tenía atrás en el patio, y la sensación de que “siempre te ibas con una frase que te dejaba pensando, más allá de la coyuntura de esa entrevista”.

Destacó la centralidad de su rol en la cultura de Rosario, además de por su obra como gestora, ya que fue la generadora de una serie de encuentros internacionales de escritoras, sobre los cuales precisó que “entre 1998 y 2002 se hicieron tres, donde se congregaron intelectuales del país y del mundo, en un tiempo que la literatura de mujeres empezó a plantearse como parte de la discusión cultural, problematizaron en el lugar de las mujeres en la cultura argentina”.

Aseveró que su obra excede al encasillamiento de los géneros, porque “tiene un repertorio de formas narrativas y recursos de una enorme destreza narrativa. Tumba de Jaguares, que es de su última época, es un ejemplo de eso con una impactante técnica formal”. Y es por eso que según el propio escritor mantiene la vigencia absoluta: “Hoy su obra se puede releer con miradas nuevas desde el presente con sus fenómenos. Como se adelantó a problematizar la escritura de mujeres, también se puede leer sus grandes libros desde otro lugar, como Historia de mi madre, que hoy por hoy entraría en el género en boga de la autobiografía”.

Como antes se mencionaba, en los últimos años a Gorodischer le hicieron muchos reconocimientos y homenajes en vida, pero ella siempre lo tomó con humor, con observaciones que descontracturaban cuando la cosa empezaba a ponerse solemne. Sobre esto Osvaldo Aguirre destacó: “Esa observación irónica sobre los comportamientos sociales es una característica que se encuentra en su obra escrita. El humor y el lenguaje coloquial. Cuando lees alguna obra suya, es como si los escucharas hablar, la voz del personaje. Eso es un rasgo de los grandes escritores”.

¿Una Sherlock Holmes de la tercera edad?
La escritora y tallerista rosarina Maia Morosano destacó sobre la singularidad de la obra de Gorodischer, en tanto que “se metió en un género que no era escrito por mujeres, el policial y la ciencia ficción, y en esos tiempos se ligaba más a las escritoras con la poesía. En eso abrió un camino. Puso una diferencia como mujer escritora de esos géneros como no ocurría antes”.

En su obra, analiza que hay muchas protagonistas mujeres que aun siendo “víctimas de lo que les sucede no están victimizadas, por la forma que tienen de enfrentar el mundo que les ha tocado. Hizo una literatura enorme, basándose en cosas que nos ha pasado a todas las mujeres, como el abuso y la falta de oportunidades”. Recordó que “en su obra Jugo de Mango la protagonista es una mujer detective, una Sherlock Holmes pero mujer. Pero además era una protagonista de mucha edad, ¿mi abuela investigando? Angélica fue una piedra fundamental para la literatura de Rosario”, aseguró la escritora.

Y recordó con risas cuando a sus 13 años iba a la Biblioteca Argentina. La bibliotecaria vio que ella leía a Bradbury, Verne y Asimov, y fue quien entonces le recomendó leer Trafalgar: “El protagonista era este comerciante ciberespacial que llega a un mundo de mujeres que decidieron no tener hijos ni tener relaciones sexoafectivas con hombres, las tenían entre ellas o con hologramas. Eso fue de avanzada, lo escribió en 1979, y sin bajada de una moralina, plantando la posibilidad de que las mujeres deseen otra cosa que ser amas de casa y madres. Me reventó la cabeza, me fui corriendo a pedirle más libros de ella”.

 

 


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