La poeta y periodista Irma Peirano (1917 - 1965), cuya obra lírica no tuvo el suficiente reconocimiento en vida y sí años después de su muerte, y la autora de obras poéticas y pictóricas Emilia Bertolé (1896 - 1949) –que después de una trayectoria muy activa en el mundo del arte, en épocas posteriores no volvió a ocupar un lugar central en él–constituyen referencias históricas del campo cultural de la ciudad. Sus producciones reunidas (a modo de rescate editorial e indicador del reconocimiento logrado en las últimas décadas) están publicadas en la Editorial Municipal de Rosario - EMR y cuadros de Bertolé se exhiben en el museo Castagnino.
Sobre Irma Peirano
Según se señala sobre su historia familiar, los padres de la poeta —Evaristo Peirano, de origen genovés, y Sofía Corti, hija de inmigrantes— se conocieron en Rosario, se casaron y tuvieron dos hijos. Cuando Sofía quedó embarazada por tercera vez, marchó junto a sus hijos al norte de Italia, a la casa de su familia en Chiavari. Allí nació Irma Peirano en 1917. Cuatro años más tarde se reunieron nuevamente en Rosario, instalándose en el barrio de Echesortu.
A los trece años, Peirano empezó a enviar colaboraciones a la página infantil del diario Tribuna; a los 16 escribió sus primeros poemas (no ya infantiles) que anunciaban los temas y las cuestiones formales que serían base de los dos libros que publicó más tarde: Cuerpo del canto (1947) y Dimensión de amor (1951). El crítico Luis Emilio Soto destacó al primero como “una elegía a media voz”, que es a su vez el tono de la llamada Generación del 40. Sin embargo, el poeta José Portogalo, a propósito del segundo libro, reparó en su no adhesión a las convenciones poéticas generacionales: “Preferir la soledad, el silencio y la clausura a toda seducción de repercusiones inmediatas es el mejor modo de salvarse y salvar lo eterno, esto es, afirmar cualitativamente la poesía”. Eso fue lo que alejó y diferenció a esta autora de su generación, es decir de su época y, por lo tanto, de la aprobación inmediata de sus contemporáneos.
Desde la Editorial Municipal de Rosario, que publicó su poesía reunida, se afirma: “En esa intransigencia se encuentra el valor de una obra excepcional, concentrada en apenas dos libros y desarrollada en el transcurso de poco más de diez años. En 1949 Irma Peirano empezó a trabajar en el diario La Tribuna, donde escribió para todas las secciones —menos Policiales— y llegó a ser editorialista, algo insólito para una mujer en esos años. De allí en más la actividad periodística prevaleció sobre la literaria; de hecho, son muy pocos sus poemas conocidos a partir de 1952. Sobre finales de la década no solo dejó de escribir con regularidad sino que paulatinamente fue abandonando la vida literaria”. A comienzos de los años 60 se fue vivir a Buenos Aires y allí falleció a los 47 años, el 19 de febrero de 1965 (este mes se cumplen 58 años de su muerte).
Poesía reunida
La obra de Irma Peirano pasó desapercibida, en general, para lectores, críticos y escritores contemporáneos que entre los años 1950 y 1960 estabilizaron el canon de la lectura de la poesía argentina de la segunda mitad del siglo XX. Refractaria a las notas salientes de la Generación del 40, sin diálogo con el simbolismo litoraleño que se consolidaba en los libros de Carlos Mastronardi o de Juan L. Ortiz, y beneficiaria de una tradición no suficientemente enfatizada en su época como la de Alfonsina Storni, Peirano construyó una obra excepcional, que puede valorarse en la actualidad en toda su dimensión, según se señala desde la EMR. La edición de su Poesía Reunida (2003, incluida en la Colección Mayor) por parte de la editorial rosarina incluye los dos libros publicados en vida por la autora, Cuerpo de canto y Dimensión de amor, además de los poemas reunidos en la Obra poética de Irma Peirano preparada por Eduardo D’Anna en 1983 y agotada, y otros que se presentaron por primera vez en este libro.
Emilia Bertolé
Bertolé fue pintora y poeta, integrante tanto de la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como del grupo Anaconda, presidido por Horacio Quiroga, en síntesis, una figura destacada de la bohemia porteña de los años 20. Sin embargo, tras su muerte, en 1949, sus poemas, retratos e ilustraciones cayeron en el olvido “o pasaron a ser el soporte y el pretexto que sostenía el mito romántico de la bella artista malograda”, según se afirma desde la edición de su obra poética y pictórica reunida, publicada por la EMR.
En la actualidad, una nueva lectura de la crítica repara en el valor de su producción poética, íntima y expresiva, y en la singularidad de su arte pictórico: “En sus retratos, Bertolé extrae de cada uno de sus modelos –familiares, amigos, políticos, figuras del mundo del espectáculo, mujeres y hombres de sociedad– ‘un carácter’, ‘una respiración’, un aura extraña y categórica que es finalmente la reconocida marca registrada de su intervención en la historia del arte argentino”.
En el Museo Castagnino (Av. Pellegrini 2202) pueden verse algunos de su cuadros como Cora (pastel sobre cartón, 1927), El libro de versos (óleo sobre tela, 1921) y Autorretrato (Pastel sobre cartulina montada en bastidor, 1915). Desde el museo se señala sobre ellos que la artista “creó atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, donde fundió los contornos de las figuras de fondos muchas veces decorados con motivos modernistas”.
Obra poética y pictórica
Emilia Bertolé nació en El Trébol en 1896. Al inicio de su carrera, en Rosario, fue becada por el diario Patria degli Italiani para estudiar dibujo y pintura en la Academia Doménico Morelli, de Mateo Casella. En 1915 obtuvo el Premio Estímulo por el pastel Ensueño en el V Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y a lo largo de su carrera recibiría más reconocimientos. Durante la década del 20 se radicó en Buenos Aires. Se dedicó primordialmente a la pintura de retratos; entre ellos, se destacan los pedidos por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional. En 1944 regresó a Rosario para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte. Emilia Bertolé murió dos meses después, a los 53 años.
En 2006, la EMR publicó en la Colección Mayor su Obra poética y pictórica, que incluye Espejo en sombra, una selección de su poesía inédita y una galería de retratos que pertenecen a colecciones privadas o integran el patrimonio de museos de las ciudades de El Trébol (que cuenta con documentación donada por su familia), Rosario, Santa Fe y Buenos Aires. Cuenta con prólogo de Nora Avaro y dos ensayos sobre su obra plástica, uno de Rafael Sendra y otro de Raúl D'Amelio.