Cuando se tiene a un jugador como Wanchope Abila – y además encendido – todo se hace más simple. Colón combinó practicidad y eficacia para irse al descanso con un 2 a 0 más que merecido, frente a un rival con mucha juventud, que apenas complicaba cuando arrancaba Gianluca Prestianni por derecha del ataque de Vélez, con mucho cambio de ritmo y habilidad, aunque sin desbordar a un Delgado que, precisamente, le tiró toda su sapiencia y el poder de los años encima.
Colón había arrancado mejor que Vélez, pero cuando el partido entró en una paridad que hasta podría decirse que estaba identificada por la intrascendencia, con dos equipos que no podían pisar el área rival, llegó la primera jugada de peligro. Y fue para Vélez, con un mano a mano de Pratto que tapó muy bien Nacho Chicco. Fue la inyección para que Colón se despierte. Y enseguida llegó el córner de Meza que Wanchope (sin saltar y ganándole a Guidara) consiguió convertir de cabeza. Y unos minutos más tarde, una pelota muy bien recuperada en tres cuartos de cancha por Perlaza, que tocó con Pierotti, fue a buscar la devolución, llegó hasta el fondo y metió el pase al medio para que Wanchope empuje al fondo del arco, parado en el lugar en el que deben estar los goleadores.
Colón tuvo tres situaciones claras y dos de ellas fueron adentro. Era lo que reclamaba Gorosito en la semana, cuando decía que “nos está faltando en el último cuartito de la cancha”. Había observado las dificultades para que la pelota llegue jugada con limpieza y claridad adentro del área. Eso pasó en la jugada del segundo gol, cuando las combinaciones entre Pierotti, Perlaza y Wanchope fueron de una claridad total.
A todo esto, hubo un aceptable trabajo defensivo frente a un Vélez que no atacó por afuera sino que buscó lastimar por adentro. En el medio, un incansable trajinar de Vega; mucho más juego por el sector derecho (el tándem Meza-Pierotti) que por izquierda; algunos chispazos (no muchos) de Tomás Galván para ser el encargado de asociarse con Wanchope y el aporte que ya desde hace varios partidos viene haciendo Juan Pablo Alvarez, un jugador al que ya no se lo discute.
Colón no lució ni tampoco dominó el partido. Eso hace que la explicación del 2 a 0 parcial tenga como argumento principal la eficacia, pues en el juego no hubo diferencias. El trámite y la posesión de la pelota fue bastante parejo en un primer tiempo que ofrecía un resultado que quizás haya sido algo exagerado, pero no por ello dejaba de ser justo a favor de Colón.
Había que aguantarlo de la mejor manera en el segundo tiempo. Y Colón lo hizo. Con un rendimiento muy alto de algunos jugadores, caso Wanchope por los goles, las atajadas de Nacho Chicco y Pierotti, quien volcado por el sector derecho se convirtió en un “tractor” por momentos muy difícil de frenar. Y justo en ese sector estaba uno de los mejores jugadores de Vélez (el santafesino Francisco Ortega), aunque la figura indiscutida del equipo de Gareca fue el autor del gol: Gianluca Prestianni, que por momentos también fue imparable para la defensa sabalera, que de todos modos respondió muy bien durante todo el partido.
Gorosito esperó hasta la parte final del encuentro para mover el banco. Terminó jugando con una línea de cinco bien definida, apelando a los ingresos de Schott y Teutén para que jueguen por afuera, lo puso a Julián Chicco cuando vio que ya Vega no rendía de la misma forma que lo hizo en el primer tiempo y también trató de darle frescura al ataque con la vuelta de un jugador como el Conejo Benítez, que ha tenido actuaciones que no desentonaron, aunque hoy el rendimiento y los goles de Wanchope le otorgan una titularidad indiscutida.
Lo ganó bien Colón al partido. Se notó la mayor experiencia y solvencia entre un equipo con jugadores más hechos, contra un plantel joven, con frescura pero sin esa dosis necesaria de solvencia que la tuvo Colón para aprovechar los momentos clave del partido. Contra Platense no había podido ganar porque le faltó lo que tuvo en este viernes de vuelta al festejo en el Brigadier López, que fue la contundencia.
Pipo Gorosito le ha dado un orden al equipo, ha levantado individualidades y su cuerpo técnico trabajó a destajo para equilibrarlo físicamente. Hay una idea de juego y un nivel que fue mejorando y se sostuvo partido a partido. Le costaba ganar. Lleva diez partidos el actual técnico y en la mayoría de ellos había acumulado méritos para llevarse los tres puntos, pero nunca pudo. La única vez había sido en la Bombonera y con un gol en el último minuto. Tanto ante Newell’s como frente a Atlético Tucumán, si mencionamos los partidos de local, la victoria estuvo tan cerquita que fue doloroso no concretarla. De visitante también, como pasó con Independiente y con Platense. Tenía que caer por peso propio el retorno al éxito como local. Demoró demasiado (¡8 partidos en su cancha con empates y derrotas!), pero Colón entendió que no hay mal que dure cien años.