El 2023 de los clubes de primera división de Rosario fue intenso, cambiante, sorpresivo. Newell’s arrancó el año con todas las pilas, con Gabriel Heinze como capitán de un barco que había puesto proa hacia la conquista de la Copa Sudamericana. Pero la batería de ese proyecto se fue agotando y los leprosos terminaron la temporada tirando el almanaque a la basura. A Central le pasó exactamente lo contrario: inició el ciclo más tarde que todos, después de las elecciones que consagraron a Gonzalo Belloso como nuevo presidente, que cumplió la promesa de anunciar al día siguiente a Miguel Ángel Russo como nuevo entrenador. Los objetivos canallas volaban bajito por ese entonces: escaparle al descenso y sentar las bases para futuras campañas más ambiciosas. Pocos sospechaban que los de barrio Arroyito terminarían celebrando un campeonato local después de 36 años de sequía.
Una decepción llamada Heinze
Los hinchas de Newell’s, que soñaron mucho tiempo con ver a Gabriel Heinze dirigiendo al primer equipo, terminaron insultando -en muchos casos, luego de aquella dolorosa derrota de local contra Sarmiento- o despidiendo con indiferencia -la mayoría- a un verdadero ídolo de la institución. Por eso, los leprosos no tienen mucho derecho a la crítica despiadada contra el propio entrenador y contra la dirigencia, porque nadie estaba en desacuerdo cuando el club lo confirmó como DT. Pero, a decir verdad, el “Gringo” hizo mucho para que esa relación de amor terminara con los corazones rotos.
Heinze y los dirigentes leprosos fallaron en la estrategia de refuerzos durante el receso invernal.
Foto: Archivo.
La cosa había arrancado bien para Heinze y para Newell’s. En la Sudamericana, la gran meta que se había planteado el club del Parque Independencia, la Lepra arrasó en su grupo, clasificando de manera impecable con cinco triunfos y un empate. En ese marco, ganó por primera vez en su historia en Brasil, derrotando nada menos que a Santos. Mientras tanto, en la Liga Profesional se mostraba sólido y ganador de local y bastante vulnerable de visitante. Pero la brillante producción en el certamen internacional, maquillaba todo.
Newell’s no tuvo suerte en el sorteo de los cruces de octavos de final de la Copa. Le tocó Corinthians, uno de los clubes con más chapa de los que bajaban de la Copa Libertadores, por no haber podido pasar la primera fase de esa competencia. Newell’s fue eliminado por el conjunto paulista, pero lo que más les dolió a los hinchas, fue la forma en que el equipo vendió esa derrota, casi sin mostrar rebeldía. En esos partidos se empezó a resquebrajar la relación de la gente con algunos jugadores, como el arquero Lucas Hoyos y el zaguero Guillermo Ortiz, entre otros.
Heinze y la dirigencia encabezada por Ignacio Astore fallaron claramente en la estrategia de refuerzos durante el receso invernal. No llegaron jugadores de jerarquía que pudieran apuntalar a los jóvenes que venían empujando desde abajo y los referentes, como Pablo Pérez y Leonel Vangioni, estaban muy relegados por sus problemas físicos.
El final era previsible, pero la eterna e inevitable comparación con el rival de toda la vida, hizo que el epílogo del año fuera tortuoso para los rojinegros. Derrota en el clásico -otro año sin victorias ante el adversario de toda la vida, que sigue engordando su paternidad-, muy pobre campaña en la Copa de la Liga y, para colmo, tuvo que ver a Central dar una vuelta olímpica en un torneo local. Y un dato que por fortuna para la Lepra pasó desapercibido: si no hubiera metido esas dos victorias consecutivas de visitante luego del clásico, ante San Lorenzo y Tigre, el conjunto de Heinze hubiera terminado comprometido con el descenso.
En el cierre de año, y obligado por las circunstancias, Newell’s presentó a su nuevo entrenador, el uruguayo Mauricio Larriera, apuró el inicio de las obras de construcción de la nueva tribuna del “Coloso”, en el sector del Palomar, y confirmó para febrero el amistoso en Miami frente al Inter de Lionel Messi. Los hinchas pedirán buenos refuerzos, triunfos y la recuperación de aquella estirpe leprosa que llevó al club a los primeros planos del fútbol argentino.
Del calvario a la euforia
Rosario Central no tenía en sus planes ser campeón y por eso lo saborea mucho más. Ni por asomo era el objetivo allá por enero de este 2023, cuando la nueva directiva encabezada por Gonzalo Belloso anunciaba el quinto ciclo de Miguel Russo como entrenador, trataba de recomponer el plantel que había dejado Carlos Tevez y organizaba una conferencia de prensa junto al tesorero para decir que se había encontrado con un club con una deuda en dólares prácticamente impagable.
En la euforia del festejo por el título de la Copa de la Liga, luego de que Central le ganara la final a Platense en Santiago del Estero, el presidente Belloso soltó la lengua y confesó que había usado todos sus contactos en AFA y Conmebol para que le tiraran un salvavidas económico y financiero, empezando por “Chiqui” Tapia y Pablo Toviggino, presidente y secretario del máximo ente del fútbol argentino. Aquella crisis inicial terminó con remodelación integral del “Gigante” de Arroyito, para ampliar considerablemente su capacidad y mejorar instalaciones que no se tocaban desde los años 70.
Desde aquellos primeros días de la nueva gestión, Russo empezó a trabajar en silencio para salvar, una vez más, a su querido Central. El club de Arroyito es como un hijo rebelde que cada tanto pretende dejar su zona de confort para emprender riesgosas aventuras. Y cuando se queda sin norte y sin plata, al borde del destierro, aparece papá Miguel para rescatarlo. Como hace muchos años lo hacía, de manera casi milagrosa, el entrañable Don Ángel Zof.
Miguel le devolvió la confianza a “Fatura” Broun en el arco, cuando el experimentado portero ya estaba armando las valijas porque con Tevez no atajaba. En el fondo, armó una muralla con Quintana y el uruguayo Mallo. En el medio apostó por los pibes del club y arriba, tras la partida del goleador Alejo Véliz, armó un tándem virtuoso con Malcorra y el colombiano Campaz.
Con esa estructura, el canalla fue construyendo una impactante campaña de local, como le gusta a su DT. Los puntos se fueron acumulando en la cuenta de los auriazules y, cuando pestañaron, ya estaban clasificados a la Copa Libertadores de 2024. Central entró a los playoffs de la Copa de la Liga por la ventana y salió por el portal más grande de todos, derechito hacia la gloria eterna.