En tiempos complicados y difíciles para la sociedad, extraviar una billetera o un teléfono se convierte en un gran problema, desde lo económico hasta lo administrativo. Las posibilidades que volver hacerse de las pertenencias de uno se convierte en una tarea compleja, aunque existe gente que aún piensa en el otro y tiene gestos pequeños, que deberían ser normales, pero hoy en día no y enaltecen su persona.

Franco Díaz es de la ciudad de Gualeguay y todos los martes acompaña a su pareja, Julieta Rodríguez, a sus respectivos controles en el Sanatorio La Entrerriana de Paraná, ya que está atravesando la recuperación de una leucemia aguda diagnosticada en el 2023.

El martes pasado, tras unos estudios, los médicos decidieron volver a internarla por prevención, un día que no fue el esperado, aunque Franco y Julieta recibieron un pequeño mimo inesperado.

LA HISTORIA

Llegando a su Gualeguay natal, para pasar el fin de semana con su hija, antes de volver a Paraná, Franco atendió a Mirador para narrar un hecho simple, pero muy significativo para él.

“Hace un mes, le dieron el alta a Julieta tras dos meses de internación, pero debe volver todos los martes a un control. Este martes fuimos con lo puesto y, por diferentes estudios realizados la hicieron quedarse, porque no pueden cortar el tratamiento y quedo internada”, contó.

“Salí hacer un mandado y colgué el teléfono en una ventana de un kiosco y me lo olvidé ahí. Habrá quedado unos 40 minutos en modo avión, no recuerdo porque lo había puesto así. Ya lo di por perdido, hasta que en un momento nos dio señal cuando llamamos desde el celular de mi compañera”.

“Nos atendió un muchacho que nos dijo que lo levantó de una ventana, que lo agarró con la intensión de devolverlo, porque sabia que si lo dejaba ahí se lo iban a llevar y lo agarró”, narra de manera emocionada el suceso, cómo el posterior: “Cuando me lo devuelven, era Diego Martínez el que llegó al Sanatorio, no lo podía creer”.

El lateral estuvo algunos minutos con Franco, accedió a una foto del recuerdo y pudo conversar con Julieta, que además de comentarle su situación, le agradeció al futbolista el gesto: “Me gusta que pasen estas cosas, en medio de otras que no son tan buenas”, sintetizó Franco, un hincha fanático de Patrón.

¿OBRA DE UN ANHELO?

Franco es hincha de Patronato desde el 2014, recuerda con lujo de detalles el ascenso a Primera y, obvio “el penal de Diego Martínez en la final”. Pese a que solo fue una vez al Grella, es un embajador Santo en su tierra.

“Tuve muchas camisetas de Patrón en un momento porque tenía un buen laburo, me compre muchos short, camperas, camisetas, pero en mi pueblo de Gualeguay fui haciendo hinchas, cuando veía que tenían el mismo sentido de pertenencia mío, en relación al fútbol entrerriano, fui regalando camisetas hasta quedarme con una, además de una campera”, confesó.

El amor por el Rojinegro nació a varios kilómetros de distancia: “Lo sigo desde el 2014, estando en Santa Cruz era delegado de la UOCRA y la mayoría de mis compañeros eran de Santa Fe y de Colón, otros de Jujuy que eran hinchas de equipos de ahí y cada uno representaba a su pueblo o club y, desde ahí me enganche con el fútbol después de años y con Patronato por ser de mi Provincia”, señaló.

Quien se desempeña cómo baterista de ‘Cinco Esquinas’, una banda de Gualeguay, desea volver al Grella: “Mi compañera, estando internada, me compró una entrada para que vaya a ver un partido y salga un poco del ambiente del Sanatorio y fue cuando conocí la cancha por primera vez, después de quedar afuera de la Copa, en un partido del ascenso. Me encantaría volver en algún momento”, confesó Franco, quién esperaba afuera del Sanatorio a los futbolistas para intentar comprarles ropa oficial.

“Sabía que muchos jugadores viven a media cuadra del Sanatorio, pasaba y estaba atento para ver si pasaba alguno para pedirle que me venda alguna camiseta o short de entrenamiento, no quería regalo, pero si intentar que el costo sea menor, además de conocerlos y poder sacarme una foto. Lo desee y se dio el de conocer a uno”, completó.