Dice el dicho que “el que pega primero, pega dos veces”. Y fue así nomás. Este Unión menesteroso de goles y también de situaciones de peligro, a los 6 minutos ya ganaba el partido 2 a 0 con un zurdazo de Morales al primer palo que descolocó a Marinelli y luego un violento remate de Pardo, que capturó un balón que quedó boyando adentro del área. Dio la impresión de que a Unión le salía todo lo que no le había salido antes. Tenía fútbol, triangulaciones, sociedades en distintos sectores de la cancha (la de Luna Diale y Del Blanco, por ejemplo), la subida de Vera por derecha (que se fue haciendo más esporádica porque Reali se tiró mucho por su costado y ya no tenía espacios ni tampoco tranquilidad para aportar en ofensiva) y un buen partido de la dupla Gamba-Morales arriba, generándole muchos problemas a una defensa que se complicó y le abrió espacios a Unión para el contragolpe.
Independiente Rivadavia reaccionó luego del cimbronazo inicial, se acomodó un poco en el medio con el fútbol que intentaron aportar Ham, Abecasis y el ingreso posterior de Soñora, que obligó al retroceso de Petrasso para jugar en el lugar que dejó Nehuén Paz, un jugador de buen porte físico pero que se complicó mucho con la movilidad y velocidad de los delanteros tatengues.
Era bueno lo de Unión. Impetuoso, agresivo y dejando la impresión de estar siempre más cerca del tercero que los mendocinos del descuento. A Mauro Pittón le anularon un gol porque previamente hubo una posición adelantada, pero el volante había definido muy bien con un remate cruzado. Y Del Blanco tuvo una chance magnífica después de un rodeo y posterior centro de Gamba que le cayó justito en la cabeza al pibe rojiblanco, pero la pelota pegó en la humanidad de un defensor cuando el destino, inexorablemente, era la red del arco de Marinelli.
La lluvia que caía insistentemente y, por momentos, en forma copiosa sobre el 15 de Abril le había lavado la cabeza y las ideas a Unión. Jugaba bien, no resignaba la posibilidad de seguir atacando y había tenido la contundencia tantas veces reclamada, acompañada por una buena dosis de fútbol. Pero en el final de la etapa, cuando el 2-0 no sólo era justo como resultado en sí, sino también por la diferencia que había conseguido en un primer tiempo muy favorable.
Pero en el final, ya en el descuento, hubo un córner que se ejecutó desde la izquierda y apareció Ramis para capitalizar un error de Campisi, que quedó descolocado, y así colocó un 2 a 1 que momentáneamente lo ponía “en partido.
¿Por qué momentáneamente?, porque al minuto del segundo tiempo, se hizo echar de una manera muy tonta Petrasso, que había sido amonestado por un foul contra Pittón en el primer tiempo y luego de una falta cobrada por Lamolina, metió un “uñazo” tirando la pelota contra la tribuna. Los mendocinos perdían 2 a 1, pero tenían uno menos en la cancha.
La exigua diferencia en el resultado, hizo que Independiente Rivadavia se animara a pelear el partido aún con uno menos. En el momento justo, cuando el equipo había tenido un par de zozobras defensivas, se armó una buena jugada por izquierda a través de Morales (de buen partido), que siguió en Luna Diale y terminó con un centro fuerte de Bruno Pittón adentro del área que no retuvo Marinelli y que Gamba empujó al fondo del arco. Era, el 3 a 1, un resultado más adecuado a lo que había ocurrido en el trámite.
Allí, se acabó el ímpetu de los mendocinos, Unión retomó el control total del partido y empezó a hacer lo más aconsejable cuando se tiene un jugador más en la cancha: tenencia de pelota. Ya con Balboa en la cancha por Morales y Tanda por Mauro Pittón, Unión empezó a manejar el balón con seguridad hasta encontrar al receptor ideal para apurar la jugada, como lo hacía un Bruno Pittón que empezó a crecer a medida que pasaban los minutos.
Faltando algo más de diez minutos, volvió a mover el banco el Kily. Orsini y Domina a la cancha por Gamba (muy ovacionado por el buen partido que jugó) y Paz. Unión no cesaba en su ambición de seguir manejando el partido y generando situaciones, como la que le dio el cuarto a Unión. Centro desde la derecha, un cabezazo que no retuvo Marinelli y la pelota quedó a merced de Luna Diale, que le pegó de zurda y la clavó en el segundo palo. Un 4 a 1 impensado por la anemia de gol que traía este equipo, pero absolutamente merecido y justificado.
Los aplausos generalizados fueron el premio para un buen partido de Unión. Metió dos golpes fuertes de arranque, lo liquidó con claridad, tuvo momentos de fútbol, tremenda superioridad sobre el rival y contundencia. ¿Qué más se puede pedir?