“La idea de la obra surge a partir de un viaje de retorno a Libertador general San Martín, lugar donde nací y que está pegado a Calilegua. Por un hecho bastante extraño y casual nací ahí: mi papá era jugador de fútbol, salió campeón con Newells en el 74 y después de eso fue vendido a Ledesma siendo parte del plantel que dirigía Zof. Vivimos allá muy poco, las cosas se pusieron muy oscuras y una lesión precipitó la decisión de mi papá de abandonar el fútbol así que volvimos cuando yo tenía dos años. No quedaron vínculos familiares así que volví por primera vez en 2020 (43 años después) gracias a que participé de CasadePiedra, una residencia en Catamarca. Ahí le comenté a mi papá: vuelvo a Ledesma y él decidió ir también. Así que este primer viaje de retorno que hicimos juntos dio lugar al proyecto”.

De esta forma narra Romina Garrido, nace el proyecto artistico que se puede visitar hasta el 28 de julio en el Museo de la memoria.

“La montaña de bagazo que oculta la fábrica de Ledesma fue lo primero que ví, una montaña color té con leche sobre la avenida principal me generó un extrañamiento, no entendía. En medio del valle tropical que está rodeado de montañas de la yunga, aparecía otra montaña con un aspecto que no encajaba. Esa primera imagen fue el origen de este proyecto, cuando volví a Rosario me encontré con Ale Fábregas, una artista amiga y le conté que quería hacer algo con eso, le relaté la experiencia de la montaña que se convirtió en la idea de trasladar de algún modo esa montaña de Ledesma a Rosario”, agrega Garrido sobre la idea del proyecto.

“Desde el comienzo estuvo la idea de la montaña. Ale, que también nació en contexto de dictadura en Caleta Olivia y su familia también vivió los estragos de la dictadura, se entusiasmó enseguida y decidimos ponernos a trabajar. Nos presentamos a una beca de creación del Fondo Nacional de las Artes y ganamos. Con ese dinero hicimos lo que sería para mí el segundo viaje en noviembre de 2021. Luego de eso se sumó Mónica Fessel y trabajamos en grupo durante el proceso”, cierra Romina.

La noche más oscura

Romina Garrido y Alejandra Fábregas proponen orillar la noche. Entrar a tientas a una escena para habitar un tiempo y un paisaje: la noche del apagón del Ingenio Ledesma, en Calilegua, Jujuy. Allá, una yunga desbordada de cañas de azúcar y una fábrica de papel. En el centro, una montaña de bagazo se impone en Libertador General San Martín. El bagazo es un residuo, la piel del cañaveral, su pellejo. Una piel descompuesta, con un olor inmundo y penetrante con el que conviven sus habitantes como un signo o un señalamiento. Acá, dos artistas atravesadas por la migración y la dictadura instalan un exterior en un interior, un paisaje dentro de otro. En esta obra, la ausencia de luz trae un rastro de la experiencia de aquellas noches de oscuridad total.

-¿Qué aspectos incluyeron y cuáles dejaron afuera?

-A pesar de que ya teníamos resuelta la estructura de la montaña nos seguía faltando algo que evocara lo vivo en la obra y en esta búsqueda dimos con la posibilidad de generar ese aspecto a través del sonido. El diseño sonoro estuvo a cargo de Micaela Tromboni y Fernando Romero De Toma. Micaela generó un dispositivo tecnológico con el cual capturó los sonidos de la fermentación del bagazo, de la materia orgánica, y a través del sensado digital por plataforma de código abierto y software libre la información se transformó en sonido en tiempo real (biosonificación). Con este material, junto a los sonidos ambientes de la yunga trabajados por Fernando, se creó el paisaje sonoro de la obra.

-¿Cómo es trabajar con otra artista y con una curadora?

Romina Garrido: -Con Ale somos amigas y ya habíamos hecho cosas juntas y con Moni también habíamos compartido espacios de intercambio alrededor de la producción. La verdad que todo el proceso desde el comienzo fue grupal sobre todo con ale pero Mónica también participó del proceso que tuvo un montón de instancias de investigación de la que participaron un montón de personas, ingenieros que trabajaron en plantas de elaboración de papel y nos asesoraron porque queríamos conocer el proceso y replicar la fermentación del bagazo. También colaboraró una biotecnóloga, otrxs artistas, Luciano que es arquitecto y escenógrafo nos ayudó a desarrollar la estructura que sostiene el aserrín, Mica Trombini y Fernando de Toma para la instalación sonora y Pablo Albini y Juan Ignacio Grandi con el montaje que fue prácticamente modelar una escultura a escala monumental con un material desconocido cuyo comportamiento fuimos descubriendo a medida que montábamos.

Ale Fábregas: -En el 2021 yo estaba realizando un seminario denominado “Archivos y Activaciones”, mi intención era trabajar con ciertas imágenes fotográficas de un viaje-exilio familiar a Europa, realizado unos años después de que mi papá saliera de estar preso en la provincia de SantaCruz durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. De mis tres hermanas yo nací allá dado que mi papá y mi mamá habían emigrado de Rosario a Caleta Olivia por cuestiones laborales. En ese tiempo Romina había vuelto a Ledesma, provincia de Jujuy, con su papá, era la primera vez desde su nacimiento que regresaba. Venía conmovida con el viaje y recuerdo de su relato lo impactada/fascinada que había quedado con la “montaña de bagazo” -residuo de la caña de azúcar con el cual la fábrica Ledesma fabrica el papel-.

Biografías

Romina Garrido nació en Libertador General San Martín, Jujuy en 1975. Desde 1978 vive y trabaja en Rosario. Es Licenciada en Bellas Artes por la UNR. Co-fundadora de Cero, espacio y experiencia autogestiva de producción artística transdisciplinar y escenográfico.

Alejandra Fábregas (1977) Artista visual. Cofundadora de “Cabeza de Nido”, productora audiovisual entre 2006 y 2010. En 2021 fue seleccionada junto con Romina Garrido, para la beca de Creación del FNA con el proyecto “Bagazo”. En 2023 formó parte de la instalación audiovisual “Duelos”, junto a Carolina Varassi, Ariel Ricci y Duna Rolando.

Mónica Fessel (1971) fotógrafa, videoartista y docente de cine y fotografía. Alterna su trabajo docente y artístico con la gestión y la curaduría. En 2019 obtuvo el premio de la EMR con la publicación del libro Pasajes, colección Fotografía Contemporánea. Junto a Carolina Rímini, curó la muestra Fugas y Resistencias en el Museo de la Ciudad de Rosario (2019).