La crisis de Colón no se termina, no tiene fin. El equipo está perdido, se cae ante la adversidad y no reacciona de la mejor manera. Terminó el partido empujando a Mitre y llenándole de centros el área, pero fue más por la postura con la que el equipo santiagueño se paró con la ventaja a su favor lograda en el primer tiempo, que porque haya sido un mérito de Colón. Perdió bien y jugando mal; por momentos muy mal. Y a esta altura del torneo, la situación ya es más que preocupante.
La mandíbula frágil de Colón hizo que Mitre de Santiago del Estero, en dos ataques, acentúe la crisis y despierte por primera vez, al menos de local, los cánticos de reprobación que se hicieron escuchar rápidamente. ¿Apresuramiento de la gente?, para nada. El equipo no transmitió nada de adentro hacia afuera. Y esto fue rápidamente percibido por el hincha y de allí los insultos y ese “váyanse no roben más…” que surgió espontáneamente desde la tribuna.
Colón tuvo una dura derrota de Colón como local.Foto: Manuel Fabatía
Es que Colón tuvo un inicio interesante que duró 15 minutos. No creó chances concretas de gol, pero el equipo fue intenso y vertical. Martilló sobre el arco de Ledesma con dos o tres centros sin demasiado peligro. Pero Mitre encontró la comodidad suficiente para llegar al gol. En las dos jugadas, el protagonista fue Cabral, el grandote centrodelantero convertido en figura en los primeros 45 minutos. En el primero, habilitó de cabeza a Castro; en el segundo, se llevó la pelota con precisión y en velocidad, dejando en el camino a Goltz –resistido por la gente- para meter el centro que pudo conectar Posse, anticipándose al resto de los defensores, marcando el 2-0 que instaló muchísima preocupación.
Hubo media hora de desorden e impotencia en Colón. Sabella jugando lejísimo del área rival, sin desborde por los costados y con jugadores a los que el clima pesado de afuera los complicaba más de la cuenta. Ese combo obligó a Delfino a tocar el equipo para el segundo tiempo. Entraron Delgadillo y Toledo por Garrido y Sabella, con lo que Lago pasó a jugar por el costado derecho, al menos de arranque y Delgadillo fue por izquierda, mientras que arriba quedaron Rossi y Toledo como doble punta.
Para colmo de males, cuando sólo se jugaban tres minutos del segundo tiempo, Lago recibió un golpe de atrás a la altura de la rodilla de su pierna izquierda y tuvo que salir visiblemente lesionado. Delfino determinó allí el ingreso de Bernardi, adelantó a los volantes (Delgadillo, Talpone y el citado Bernardi), dejando un poco más atrás a Prediger para que sea el iniciador de las jugadas desde el fondo hasta que, casi promediando la segunda etapa, Delfino decidió el ingreso de Farioli, que volvió a jugar luego de casi nueve meses (cuando se lesionó en la rodilla).
Nada mejoraba en Colón. La falta de desborde por afuera hacía que Colón se convirtiera en un equipo muy previsible, aumentando también el fastidio de la gente. El final de cada avance (porque los ataques escaseaban, sólo se avanzaba hasta llegar a tres cuartos de cancha) terminaba en un pelotazo improductivo o un centro sin peligrosidad.
Cuando la impotencia crecía, llegó una jugada por derecha con un centro muy bien sacado desde incómoda posición por Rossi, algo pasado, que dominó Toledo y apareció el roce en el brazo de un defensor. Observó Carranza, el árbitro, que no dudó en cobrar la pena máxima. El propio Toledo se encargó de convertir desde los doce pasos. Fue el 2 a 1 que levantó a la gente y al equipo, obrando como salvavidas para un Colón que se estaba ahogando solo.
Ya había ingresado Juncos por un intrascendente Navas, se paró Talpone por derecha como una especie de lateral-volante, en tanto que el equipo se quedó sin “5”, ya que fue Farioli el que arrancó desde esa posición. El partido se convirtió en un monólogo, con Mitre totalmente replegado y Colón bien adelantado, ofreciendo una imagen que más allá de la impotencia y el desorden, al menos dejaba una sensación distinta a la del resto del partido.
Colón terminó jugando el partido con Farioli (debutante), Delgadillo, Juncos (todos jugadores sin gravitación real en esta campaña), sin “5”, con Talpone en una posición no habitual, metiendo centros y haciendo gala de una desesperación que lo alejaba de la serenidad con la que debía pensar en la forma de llegar al empate.
Conclusión: se vio a un Colón perdido en la cancha, sin brújula, con mandíbula frágil (lo atacaron dos veces y las dos terminaron en goles), sin reacción ante la adversidad, sin rebeldía y tirando pelotazos sin ton ni son. Una imagen desfigurada por completo. La pregunta es: ¿cómo se arregla esto?