Se iba el partido. Los seis minutos de descuento parecieron algo exagerados. Matías Suárez, que había entrado un rato antes, puso la cabeza en una jugada que dejó dudas y motivó largas protestas de los jugadores de Unión. Se revisó varios minutos, lo cual habla a las claras de que la jugada no fue lo suficientemente limpia. Unión ya saboreaba una victoria con mucho de épica. Porque lo dejaba solo en la punta. Y porque se daba en el marco de una jornada con rumores de alejamiento de parte del entrenador y esta inhibición que tiene a maltraer a todos e impide que Unión pueda incorporar jugadores. Estalló por segunda vez el barrio Alberdi cuando se convalidó el gol del empate, mientras que Herrera repartía tarjeta roja a los auxiliares del Kily. El final dejó ese sabor amargo de algo que se escapó en el mismo final.
Le costó como nunca el comienzo del partido a Unión. Entre el ímpetu que le metió Belgrano y la extraña postura de Unión (recluido y desbordado), esos minutos del inicio fueron un martirio y muy cerca estuvo Belgrano de abrir el marcador cuando Velásquez –el volante por izquierda, figura en ese pasaje- metió un remate que se estrelló en el travesaño de Cardozo. Tomó nota el Kily, empezaron a tener movilidad los dos volantes laterales y el partido se emparejó un poco, aunque siempre dejando la impresión Belgrano de ser más.

Esa posición de Velásquez, jugando como un extremo bien abierto por izquierda impedía la subida de Vargas. Y lo mismo pasaba con Bruno Pittón por el otro lado. Entonces, Unión se quedaba con poca gente para la elaboración de juego. Belgrano tenía la pelota, pero Unión, cuando la recuperaba, no la podía sostener demasiado. Y sólo una entrada de Orsini por derecha que tapó bien Chicco, fue la situación de riesgo que supo crear el equipo del Kily.
Sobre el cierre de la etapa apareció un poco más Rivero para que de sus pies aparecieran algunos pincelazos de buen fútbol. Y también la actitud de Unión para apretar un poco más arriba e impedir que Belgrano se adueñe del terreno. Y si lo lograba, allí aparecía el buen trabajo defensivo de la visita para no ofrecer chances aprovechables para un Belgrano que fue algo superior pero no lo suficiente para quedarse con algo más.
El empate no estuvo del todo mal. Si bien Belgrano empezó mejor, Unión fue haciendo pie a medida que pasaron los minutos y logró equilibrar el trámite. Los dos sistemas defensivos fueron lo suficientemente sólidos como para aliviarle el trabajo, tanto a Cardozo como a Chicco. Y por lo tanto, pocas objeciones para ese 0 a 0 que no daba lugar a discusión.

Y Unión pegó de arranque en el complemento. Se jugaban apenas 40 segundos y entró enchufado el equipo del Kily. Fue excelente la forma en la que Mauro Pittón ganó las espaldas de los volantes cordobeses, abrió para su hermano y capitalizó el centro atrás para meter el remate al medio que Rocky Balboa aprovechó para empujar. La ley del ex se volvió a dar en el barrio Alberdi. Un ex Pirata, como Adrián Balboa, pidió disculpas pero consiguió el gol que se le venía negando en los últimos partidos.
Por izquierda comenzó a encontrar espacios Bruno Pittón para sumarse al ataque. Y lo hizo reiteradamente, complicando la estructura defensiva del rival. Juan Cruz Real ya había decidido incluir un delantero más (Chavarría). Con empuje y ganas, Belgrano empezó a inclinar la cancha hacia el arco de Cardozo. Y Unión se fue aferrando a esa ventaja conseguida en el amanecer del segundo tiempo, sin perder el orden atrás, dando a tiempo el paso adelante para dejar en posición adelantada varias veces a los delanteros de Belgrano y tratando de encontrar espacios para la contra.

De un solo saque y pisando la media hora, el Kily metió a Gonzalo Morales, Tanda y Fascendini por Orsini, Rivero y Bruno Pittón, justamente los tres jugadores que llegaron “tocados” por lesión a este partido. Cambios que, más allá de las necesidades que podía tener el Kily, se debían hacer por las limitaciones físicas de tres jugadores que, más allá de eso, cumplieron con creces e hicieron un buen partido.

Ese empuje de Belgrano no alcanzaba. Unión sostenía la victoria en base a un sólido sistema defensivo, quizás su mayor virtud. El Kily le dio aire en el final al mediocampo con el ingreso de Enzo Roldán por un exhausto Mauro Pittón, también con la esperanza de que su dinámica pueda ser responsable de algún contragolpe que pudiera definir el partido.

El final tuvo ese dramatismo lógico y esperable. Belgrano echó por tierra esa épica de Unión. Ganaba el partido y quedaba solo en la punta. Todo eso en medio de un clima adverso afuera de la cancha, con esa usina de rumores que se desató durante todo el viernes. Rumores de disconformismo del técnico y de posibilidad de alejamiento. El presidente, que se cruzó en la cancha con El Litoral, fue contundente: “A mí, el Kily en ningún momento me dijo que se quiere ir”. Fue empate. Quizás no esté del todo mal para lo que pasó durante los 90 minutos. Pero le quitó a Unión esa chance de estar arriba y en soledad. En un lugar que la gran mayoría ni se imaginó que podía llegar a ocupar.