Colón cortó la malaria de visitante. Era hora. Justificó el triunfo en el segundo tiempo, a partir de los cambios que introdujo Minella y que cambiaron la imagen opaca del primer tiempo. Lo ganó bien a pesar de las dudas que deja el penal cobrado por Comesaña, pero luego llegó el golazo de Guille desde afuera del área. Hacía mucho que Colón no cantaba victoria en rodeo ajeno. Jugó mal el primer tiempo, pero la mejoría del segundo le alcanzó para justificar tres puntos que pueden significar mucho para el futuro.
Dentro de un trámite de típico partido de ascenso, con la pelota viajando mucho por arriba, pocos espacios y una cancha que no ayudaba para nada, Almagro empezó a sacar ventajas merced al aprovechamiento de las espaldas de Yossen, sector elegido por el local para atacar. Tanto Vedoya, el zurdo que se paró bien abierto por ese costado, como Leal con algunas diagonales del centro hacia la izquierda, complicaron a un Colón al que le costaba mucho dominar la pelota y domar un terreno en el que se hacía muy difícil jugar.
Ajustado encuentro en el estadio Tres de Febrero.Foto: Matías Nápoli
A Guille se le complicaba en esa función de enlace de los volantes con Toledo, porque Jerez Silva y Rodríguez lo cercaban, o si no, caía en las “garras” de los centrales. Era muy escaso el aporte de Farioli por izquierda, algo más hacía Jourdan por derecha pero no lo suficiente. Colón, entonces, no lograba elaborar nada en las cercanías de Limousin, que tenía una tarde relajada y tranquila.
No había jugadas de peligro, hasta que Leal tuvo una que fue clarísima. Otra vez el avance vino por el sector derecho defensivo, el centro llegó a la cabeza de Leal y le erró al arco. La jugada nació de un lateral y reveló las dificultades que tenía Colón para clausurar ese costado de la cancha en la que Almagro insistía permanentemente. Pero de inmediato llegó la primera de Colón (iba más de media hora de partido) con una media vuelta de Toledo desde la media luna que se fue muy cerca del travesaño. Poco para un partido pobre.
Había cierta tendencia al equilibrio. Imprecisiones al por mayor producto del muy mal estado del campo de juego. Sólo Rodríguez, el volante central más adelantado del equipo de Sparapani, parecía escaparle un poco a esas generales de la ley. Colón jugaba a tirarle pelotazos para que Toledo intente bajarla o a depender de algo que pudiera creer un Guille con muy poca gravitación. Faltaba el jugo asociado, algo que se complicaba bastante –a esto también hay que decirle- por la irregularidad del terreno.
El 0 a 0 del primer tiempo no le quedaba mal a Colón, tampoco al partido. Era todo muy flojo, sin fútbol, con muchas imprecisiones y con algo más de actividad ofensiva de parte de Almagro, que complicó con algunos centros y fue más peligroso que el equipo de Minella, que trató de mantener el orden (el esquema fue similar al que el equipo conoció e interpretó bien durante un largo tiempo con Delfino), pero no estuvo exento de un par de zozobras defensivas.
Esa inexpresividad ofensiva de Colón casi se revierte en el mismo inicio del complemento. Fue la primera jugada, que terminó en córner, se elevó y Jourdan le pegó como venía, desde muy cerca, encontrando bien ubicado a Limousin. Al toque, una pelota mal jugada por Guille generó un contragolpe que encabezó Vásquez y que culminó Leal desde muy buena posición, enviando la pelota por arriba del travesaño. Fue un esbozo, una señal, de que algo podía cambiar en el segundo tiempo.
Los primeros movimientos en el banco fueron para que Soñora y Taborda ingresen por Jourdan y Farioli. El “Grillo” Taborda se paró de volante por derecha y Soñora fue a buscar la posición de volante por izquierda pero no tan abierto, sino tratando de estar cerca del contacto con la pelota. Y unos minutos después, fue el turno de Rossi por Toledo. Con estos tres cambios, Minella buscó aire ofensivo (con Rossi) y posibilidades de juego (con Soñora y Taborda). Y los cambios lograron inicialmente su propósito. Fue el momento en el que Colón, promediando el segundo tiempo, amagó con tomar las riendas del partido.
En ese, que era el mejor momento de Colón, se fue lesionado Yossen (ingresó Garrido) y agotó la cuota de cambios con la entrada de Bernardi por Talpone. Así, Colón quedó parado con un esquema bien ofensivo ya que la única opción de marca en el medio fue Yunis, asistido por dos jugadores de corte ofensivo como Bernardi y Taborda, con Soñora más de enganche y Guille acompañando a Rossi arriba. Minella vio la posibilidad de ganar el partido en ese pasaje final del partido y por eso mandó mucha gente al ataque. Lo que no podía resolver el técnico eran las imprecisiones de los jugadores y la falta de claridad en los últimos metros para aprovechar varias jugadas en las que los volantes sabaleros ganaban las espaldas de los mediocampistas rivales y obligaban al retroceso de los defensores.
Ya Almagro no atacaba. Y cuando lo hacía, se encontraba con una buena respuesta de Henríquez –aceptable partido- para ser un buen complemento para Goltz. Se iba el partido, ya el 0 a 0 empezaba a ser un castigo para Colón por lo que hacía en ese momento del partido, hasta que le cometieron penal a Taborda en una pelota dividida que se había elevado dentro del área. Comesaña no dudó y lo marcó. Bernardi se encargó de convertir con un remate al palo izquierdo y ponerle punto final a esta sequía de visitante.
Ganó Colón con uno de esos penales que no cualquiera cobra. Alguna vez le tocó en contra a Colón. Esta vez lo terminó favoreciendo. Pero Guille, con un bombazo de afuera del área que clavó en el ángulo, se encargó de consolidar el triunfo. Lo estaba justificando en el segundo tiempo, cuando los cambios hicieron que también se modifique la actitud del equipo.
Futbolísticamente, como se dijo, no hubo paso adelante. Pero después de tanta sequía de victorias de visitante, con tantas pálidas y en un momento tan complicado, nada mejor que ganar. Por más que la mejoría futbolística deba esperar.