La parrillita

Donde late la vida: años dorados de la bohemia rosarina

Por medio de la ficción, y una parrilla como lugar centrífugo, el autor Roberto Retamoso ofrece un recuerdo muy especial. Literatura, filosofía, teatro y psicoanálisis son la excusa para hablar de otra cosa.

15-10-2024 | 8:30 |

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Sentarse a comer y degustar un buen vino con amigos en la parrilla descrita bajo la pluma de Roberto es contemplar la vida en un espacio de encuentro existencial. Foto: gentileza


Al leer la reciente novela La parrillita (HomoSapiens Ediciones) de Roberto Retamoso es inevitable no caer en los lugares donde la vida se embellece por medio del arte y sus distintas expresiones. Entrar por medio de la ficción a La parrilla de Don Alberto es subir a La terraza de Ettore Scola, el clásico italo-francés que le valió al director italiano el premio al mejor guión en el Festival de Cannes.

Sentarse a comer y degustar un buen vino con amigos en la parrilla descrita bajo la pluma de Roberto es contemplar la vida en un espacio de encuentro existencial, lejos de todo tipo de productividad, en una atmósfera aunque carente de elipsis, cercana al espíritu Hemingwayano. Retamoso nos ofrece su propia Fiesta, lejana de San Fermín, pero emergente de toda la bohemia y resistencia que la cuna de la bandera supo ofrecer por medio de su generación dorada.

La parrillita (HomoSapiens Ediciones), de Roberto Retamoso.Foto: gentileza

 

El narrador omnisciente que construye Retamoso es un testigo más de la historia que atravesó al grupo de amigos que dan vida a la mesa principal de la parrilla del Pasaje Simeoni; que aunque nunca se nombra en la novela, la estética y la portada del libro no dejan lugar para la duda.

Por el lenguaje elegido en la narrativa, Roberto construye un narrador que ronda la edad de sesenta o setenta años y que vivenció los años de hierro de los setenta junto al destape democrático de la primavera de los ochenta. Un necesario recuerdo en tiempos de olvido.

Protagonistas

Los personajes principales de la trama son un grupo de amigos formado por un psicoanalista frustrado que no encuentra ni tono, ni poesía para escribir un caso clínico; un psiquiatra que fue partícipe del movimiento revolucionario de los setenta; una vieja actriz de teatro y un erudito escritor aristócrata. Es decir, al igual que La terraza de Scola, son amigos del círculo intelectual de la clase media, en este caso rosarina.

La característica de los personajes permite a Roberto y a la historia abordar con minucioso conocimiento el cruce de temáticas como el psicoanálisis, el teatro, la filosofía, la política y por sobre todas las cosas la literatura. Un camino que inicia en la primera página con una emotiva dedicatoria a Luis Giunipero, el recordado y querido psicoanalista rosarino.

La parrillita es una novela que por forma mantiene un estilo fílmico, con escenas que estimulan desde la lectura la sensopercepción visual como logro estético. La parrilla, el lugar de encuentro donde el tiempo se detiene para el grupo de amigos que llegan al final de la vida y se sostienen como pueden luego de ser testigos del arte, la historia, la producción. La historia es bella por su complejidad y también es una historia transgeneracional, donde el ciberamor encuentra su forma de expresión en una pareja de personajes secundarios que pisan con crisis los cuarenta.

 

La caída de la familia como estructura social es un tema potente; que se hace presente en el trasfondo que se edifica en la soledad de los personajes que son productivos intelectualmente, pero improductivos a la hora de contar hijos o vínculos filiales.

Los personajes de La parrillita en definitiva, son náufragos que se refugian en sus amigos para celebrar la vida. Una ficción cuya sensibilidad se construye en la soledad inevitable de los personajes, que recuerdan y al recordar construyen una épica; porque al fin de cuentas, como dijo el gran dramaturgo rosarino Rody Bertol en una reciente entrevista: “las únicas lápidas en la vida de una persona son las decisiones que no ha tomado”.

Como los inmortales borgeanos; los amigos se separan en la caída del lenguaje, sin poder decir nada, en la belleza de un telón que se baja como lo mostraría en pantalla Ingmar Bergman o el mejor de los Woody Allen. Roberto Retamoso decide escribir, y mucho. Eso es de celebrarse.

Sobre el autor

Roberto Retamoso nació en Rosario en 1947. Es doctor en letras, profesor universitario, crítico e investigador. Es pionero en su ciudad natal a la hora de utilizar los saberes de la academia para abordar un estudio profundo de la literatura local.

Entre sus vastos estudios se destacan: La dimensión de lo poético (1995), La sujeción imposible y otros escritos (1996), Figuras cercanas (2000) y Oliverio Girondo: el devenir de su poesía (2005), Realismo y Metafísica en Roberto Artl, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal (2013), De un glosar redundante (2019) y Juan José Saer: la narración como ensayo (2023).Como poeta, publicó Preguntar del hijo (2007) y La primavera camporistas y otros poemas (2008), El diecisiete (2017). También se destacan sus novelas Las aguas cárdenas (2015), Prosopopeyas (2018) y La hermanita perdida (2022). En 2017 junto a Roberto García, fundó la Escuela de Literatura de Rosario Adolfo F. Oliva.

Datos del libro

Género: novela

Autor: Roberto Retamoso

Editorial: Homo Sapiens Ediciones

Página: 204


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