En el marco del Festival habrá una residencia para poetas jóvenes, que en esta edición se organizará de manera presencial por primera vez después de la pandemia.
Por unos días la ciudad de Rosario se vuelve suelo fértil para el arribo de decenas de poetas del país y del mundo como esporas que vienen a dejar alguna siembra, en el ineludible Festival Internacional de Poesía (FIPR), que se dará entre el 21 y el 26 de octubre. Lecturas, talleres, debates, feria de editoriales, residencia de jóvenes y clínica, micrófono abierto en las trasnoches y espectáculos, harán del encuentro una fiesta de la composición literaria.
Con sede tripartita en la Plataforma Lavardén, el Centro Cultural Parque de España y el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, su frondosa programación gratuita sumará también propuestas en espacios públicos al aire libre, bibliotecas, colegios de enseñanza media, facultades, centros culturales, bares e instituciones de encierro.
Festival Internacional de Poesia
El FIPR se instaló en la escena poética mundial gracias a su desarrollo de manera ininterrumpida desde 1993 como espacio de vital intercambio entre el cuerpo y la escritura, entre lenguas americanas y con otras, entre la voz, la cultura digital y la palabra impresa.
En simultáneo a su programación, el FIPR desarrolla una feria de editoriales con plaquetas, fanzines, ediciones artesanales y otras publicaciones de circulación alternativa de todo el país. Un total de 43 sellos especializados en este género formarán parte de la feria el viernes 25 y sábado 26 de octubre, de 16 a 21 en el Patio de los Cipreses del Centro Cultural Parque de España.
TAREA DE SELECCIÓN
Organizado por el Ministerio de Cultura de Santa Fe, la Secretaría de Cultura y Educación municipal, y el Centro Cultural Parque de España (con la colaboración de la Cooperación Española), esta edición del FIPR contará con un equipo curatorial de cuatro poetas rosarinos: Ana Wandzik, Bernardo Orge, Daiana Henderson e Irina Garbatzky.
Ellos estuvieron a cargo de la tarea de invitar a una muy variada lista de poetas, de otras latitudes como Canadá, Chile, China, Cuba, Ecuador, España y Suiza, y de los argentinos hay reconocidos como Mariano Blatt, Diana Bellesi, Roberto Jacoby, Irene Gruss, Roberta Iannamico, Cecilia Pavón, Daniel Durand y Laura Wittner.
Mirador dialogó con los curadores para compartir la experiencia de su ardua tarea de selección, programación y puesta en marcha del arribo de cada una de las decenas de plumas invitadas (cuyos nombres se detallan en el recuadro).
–¿Qué funciones y qué significado les implica el rol de curadores de este festival de importancia internacional para la literatura y para la ciudad de Rosario?
Bernardo: –Es un rol que se asume con alegría y responsabilidad. El FIPR es un festival público y es de algún modo una política de Estado, y sus 32 ediciones consecutivas así lo indican. Interpela a un montón de actores institucionales y civiles de Rosario que se suman con entusiasmo y cariño, y abren las puertas de sus espacios para alojar actividades y participan. Por eso es una alegría poder trabajar en un evento tan querido por todos nosotros y tener la posibilidad de tensar nuestras ideas frente a nuestros pares; y una responsabilidad, porque estamos trabajando con recursos públicos, no solamente económicos, y queremos que el Festival se siga sosteniendo en el tiempo.
–¿Cuáles criterios pensaron a la hora de elegir a los autores internacionales, que vendrán hasta de China y de Cuba?
Daiana: –La cuestión de los invitados internacionales es compleja. Requiere mucho tiempo de gestión y aprovechamiento de los recursos que contamos. Este año trabajamos con poco tiempo para la estructuración del festival, por lo que, desde nuestro rol de coordinadores, también salimos a buscar apoyos que permitieran garantizar su carácter internacional.
Para ser claros: todos los traslados internacionales se consiguen mediante cooperaciones institucionales, y algunas personales. Entonces, trabajamos de varias maneras. Primero, proponiendo poetas de otros países cuya presencia nos interesa particularmente para esta edición, según el armado curatorial, y luego buscamos apoyos posibles para esos traslados, lo cual no siempre se consigue. También, como somos sujetos activos dentro del campo literario, estamos atentos a las oportunidades, por ejemplo: si sabemos que un poeta extranjero de nuestro interés tiene pensado venir a la Argentina, hacemos lo posible para empalmar su viaje con el evento con recursos locales y nacionales.
Festival Internacional de Poesia
RECUERDOS
–El festival ya tiene 32 años. Siempre planteado desde lo público, fue sostenido y fue creciendo a lo largo de los años. Quisiera que cuenten brevemente si recuerdan cuáles fueron sus impresiones la primera vez que asistieron al FIPR.
Ana: –Si hacemos memoria, empezamos a recordar con emoción a increíbles poetas, propuestas y presentaciones que pasaron por estas grillas, marcándonos para siempre. Queremos seguir construyendo sobre esa base, en la doble vía del valor del encuentro y la apuesta en formación.
Bernardo: –Recuerdo, por ejemplo, los dedos del poeta cubano José Kozer que sostenían en el aire los versos que salían de su boca y los retorcía delicadamente, porque "modular se modula con todo el cuerpo". La poeta venezolana Adela Pantin en trance, sobre una tarima del ya inexistente bar Ouí de Sarmiento y Mendoza, mientras canalizaba frases de la jerarquía cósmica respiratoriana, como diciendo: "tus palabras no son tus palabras".
O el agua de un vaso que se volcó tres veces sobre los papeles de la conferencia inaugural de Pablo Katchadjian, porque "el error es parte". El poeta Fernando Callero, una noche, que leía parado arriba de una mesa.
Ana: –Nuestros recuerdos necesariamente van a ser distintos, pero me parece que se pueden encontrar en algún punto. Me recuerdo en la editorial Iván Rosado, entrando al universo de la poesía por la ventana del arte, sosteniendo un espacio de muestras, lecturas y variedades nocturnas, que fue sede de trasnoche del Festival, a la vez que como sello empezaba a publicar poesía y a familiarizarse con la dinámica de las ferias especializadas. La mía fue una impresión de apertura estructural, de campo enormemente amplificado, de que el terreno estaba fértil para combinar materias artísticas.
Daiana: –Mi primer acercamiento fue a la Feria de Editoriales, para visitar al poeta y editor Fernando Callero. Cuando llegué a la Feria me encontré con un universo de publicaciones independientes de poesía contemporánea, materialidades y encuadernaciones diferentes, piezas de colección, poetas cercanos en geografía y en edad. Sentí como si se abriera una puerta secreta en mi biblioteca y que detrás había otra biblioteca, infinita, con textos que me interpelaban de una manera directa.
También recuerdo la lectura del poeta santafesino Hugo Gola, que fue homenajeado en el que fue su último regreso a la Argentina: la sutileza de sus versos, las acotaciones pausadas entre poemas, un silencio casi sagrado en el teatro. Lo recuerdo como un momento muy luminoso.
APORTES
–Como en otras ediciones, me interesa que habrá propuestas en espacios públicos al aire libre, así como en varias instituciones, para que el festival no deje de dialogar con la ciudadanía. ¿Qué piensan que aporta cada año la ciudad como tal y sus instituciones al festival?
Daiana: –En una época de poco compromiso con la palabra y de hostilidad en la calle, la poesía puede aportar muchísimo a la ciudadanía, por ejemplo: sensibilizarnos respecto a nuestro entorno, encontrar poesía más allá de lo estandarizado como bello, conectar con lo particular para acceder a una experiencia universal, apreciar la musicalidad del habla cotidiana, honrar la palabra.
Bernardo: –El ánimo del Festival es producto de todas y todos los aficionados a la poesía de la ciudad y del país que se acercan cada año para leer, escuchar y conversar sobre poesía. Pero, tal como decís, al Festival también lo hace la ciudad, en el sentido más material del término, sus calles, por las que caminan los poetas del mundo, su luz, sus plazas, sus ruidos, su historia, sus ruinas industriales reutilizadas, su planta urbana en damero, sus peligros y placeres, sus barrios, sus casas y edificios y su río Paraná, que como dijo el editor y crítico rosarino R. E. Montes i Bradley, va desde las fuentes en plena floresta tropical, a través de la llanura hendida por su presencia, hasta más allá del delta, la ría, el Plata, el mar…