Concordia y Salto (Uruguay) son ciudades hermanadas por hechos e historia. Más allá de tener un río que las separa, o que muchos aseguran que las une, hay costumbres y características en común que las hacen ser similares. Además, la vida entre un lado y otro parece ser una para muchos, que trabajan o forman familias y enlazan las dos patrias en una.
La educación no es ajena a eso. Durante muchos años la escuela primaria número 66 “República Oriental del Uruguay”, de Concordia y la escuela “República Argentina”, de Salto, vivieron jornadas de intercambio; pero eso dejó de hacerse en la década del 90.
Treinta años después, Emiliano Vallejos, profesor de Música titular desde 2015 en la escuela concordiense decidió retomar la idea y volver a unir, a través de la educación y el arte, las dos orillas. El proyecto fue declarado de interés educativo y cultural en el Concejo Deliberante de Concordia y en la Cámara de Diputados de la provincia, y también será tratado en el Concejo Deliberante de Salto, en donde harán otra declaración de interés.
APRENDER Y ENCONTRARSE
Vallejos, que decidió ponerse la tarea al hombro tras consultar a la directora de su escuela, contó a Mirador Entre Ríos cómo fue el proceso y qué sucedió durante el intercambio.
–¿Cómo surgió la idea de hacer esta actividad?
–La idea del intercambio surgió porque fui alumno de la escuela 66 “República Oriental del Uruguay”, egresé en esa primaria. Pasaron años, con el tiempo concursé ahí como docente porque decidí volver a esa comunidad educativa y siempre sacaba el tema, aunque los directivos no me daban mucha respuesta. El año pasado, con Cintia Bergamo, que era la directora, charlamos y le dije que hace 30 años nosotros viajábamos a Salto una vez por año y luego ellos venían. Me preguntó quiénes eran y le dije que allá había una escuela que se llamaba “República Argentina” y por eso se daba el intercambio. Ella me pidió que me hiciera cargo, hice todos los contactos y empecé a trabajar para poder llevar adelante el encuentro y tratar temas que nos unen, como el río, claramente. Una colega de otra escuela, que vive en Salto, se encargó de ir a la institución, habló con los directivos y ellos estuvieron encantados con la idea, de hecho, dijeron que en la Cooperadora –llamada comisión de fomento allá– había una señora que siempre recordaba el intercambio. Nos contactamos y empezamos a trabajar, hicimos el proyecto bien completo y salió.
–¿Qué actividades implica este proyecto?
–En primer lugar queríamos tener contactos virtuales previo al intercambio cara a cara, al cruce de un grado de ellos hacia acá, y nosotros un ciclo completo hacia allá; así que hicimos muchas videollamadas durante el año pasado, pasaron maestros de esa institución hacia acá, visitamos nosotros la escuela allá y yo di una clase de música y finalmente se coronó con una visita de algunos niños uruguayos a Concordia, una delegación pequeña, de 16 alumnos, ya que a nosotros se nos hace muy difícil pasar porque hay realidades complejas en nuestra institución y en la frontera son muy exigentes con los papeles.
Este año asumió una nueva directora, Yanina Petelín, le propuse retomar el proyecto y me dijo que sí, así que empezamos una idea un poco más abarcativa, con cada grado y cada división con una temática distinta: cuarto grado trabajó con la chamarrita, la parte cultural y lo que nos une en ese sentido, quinto grado trabajó en el río, en la contaminación sonora y sexto con el éxodo oriental. Este año el intercambio fue más fluido porque la relación está más aceitada. Fue mejor la ida y vuelta de docentes entre un lado y el otro. De nuevo se nos complicó juntar la documentación de nuestros alumnos, pero desde el consulado nos prometieron solución en ese tema. Finalmente, el 10 de octubre viajó una delegación de más de 50 personas desde Salto e hicimos el acto coronación del intercambio. Fue la visita de gala, tuvimos un acto formal, fueron recibidos con un pasillo, con un desayuno e hicimos un paseo.
IDENTIDAD
–¿Van a repetir el encuentro?
–Sí, tenemos la idea de repetirlo porque vemos en los chicos un cambio notorio en sus trayectorias educativas, en su comportamiento. Ellos cuando vienen los alumnos de Salto ven de otra manera cómo vive la visita la otra escuela, aprenden a recibirlos, diferencian cómo ellos entonan su himno y nosotros el nuestro. También aprenden sobre los próceres, algunos que para nuestra historia están relegados, como Artigas, allá son tan valorados. También aprenden cómo el río Uruguay, del que estamos tan cerquita con la escuela, nos une, nos hermana.
Esto te da otra perspectiva. Yo a 30 años de haber cruzado para allá y recibir a los chicos de allá siento que me marcó para siempre, como ciudadano, como alumno, como docente luego. Toda mi vida estuvo atravesada y enlazada con el Uruguay desde este tipo de aspectos que tiene que ver con lo cívico, con lo regional, con la identidad.
El año que viene sí o sí vamos a viajar, lo haremos con los chicos que tengan la documentación al día. Creemos que la tercera es la vencida y confiamos en que haremos todos los papeles. Para que el intercambio sea realmente completo, nuestros alumnos tienen que ir.
BALANCE
–¿Qué balance hacen, después de haber vuelto a vivir esta experiencia?
–Las conclusiones son positivas. Capitalizamos al máximo los conocimientos. Además, ese día hicimos unos stands en los que los alumnos tenían preparadas exposiciones para mostrar lo que trabajamos en el año. Fue sumamente riquísimo y un aporte valioso para las trayectorias estudiantiles de los niños. Es una vivencia enriquecedora y muy bonita en cuanto a lo pedagógico, educativo y didáctico.