Lleva sus sueños y los de quienes le marcaron el camino. Carmelo Retamar Brassesco, el juvenil que el año pasado irrumpió en el escenario internacional de las bochas, va por un nuevo desafío: su segundo campeonato mundial.
Esta vez, los bochazos tendrán lugar en Río Grande, en el este de Puerto Rico, adonde confluirán aspirantes al cetro de las categorías Sub 23 y Sub 18, procedentes de 19 países (de cuatro continentes). La competencia se extenderá desde este martes 3 de diciembre hasta el sábado 7, y el paranaense defenderá la corona del estilo Zerbín en la división de menor edad, conquistada el año pasado en la cita en Argelia.
Retamar Brassesco extiende a cuatro generaciones una tradición familiar de bochófilos y expresa la renovación de practicantes de este deporte, que ha logrado masificarse en las nuevas generaciones. También es un ejemplo de resiliencia ante un contexto desfavorable, ya que las condiciones de infraestructura del país están en desventaja con las de las potencias de este deporte.
EL SECRETO DE CARMELO
¿Cómo hacer posible que, lejos de un buen pasar económico, un entrerriano esté apto para la alta competencia mundial?
El joven paranaense abrió las puertas de su hogar a Mirador Entre Ríos y exhibió su centro de entrenamiento: ni más ni menos que una cancha de bochas con piso natural, construida a pala por él y sus familiares.
Tiene las longitudes que demanda el estilo Zerbín y es el espacio en el que la revelación argentina perfecciona, día a día, su especialidad: el Tiro de Precisión.
“Cuando tenía 10 años, los vi practicar a mi abuelo Daniel y a mi papa José en una canchita en una quinta. Sentí cierta simpatía, probé jugar y me gustó”, recordó el joven sobre su primera atracción por las bochas. Esos mismos referentes le enseñaron la mecánica del bochazo y el entusiasta novato tomó como hábito pasar tardes completas practicando. Luego de un inicio en el club Libertador San Martín, Retamar Brassesco pasó a la Escuelita de Bochas de Seguí, donde continuó formándose hasta el año pasado.
“Al mes de empezar allí, hubo un torneo interno de escuelas, lo jugué y gané. A la semana, intervine en mi primer Provincial Sub 12 y salí segundo, clasifiqué al Campeonato Argentino y fui subcampeón”, continuó, al repasar sus primeras competencias.
Su evolución no paró y, con solo 14 años, tuvo su primera convocatoria a la selección nacional Sub 18. Mientras, cuando podía, concurría a entrenarse en Seguí; cuando no, se preparaba en la cancha de su casa. “Mi especialidad es el bochazo –que se puede tirar en cualquier superficie– y no el arrime –para el que se necesita el piso de la cancha–”, aclaró.
Paralelamente, veía videos de partidos y transmisiones de torneos especiales de Primera categoría y sumaba amigos del ambiente.
LA CONSAGRACIÓN
Con este aprendizaje llegó el año pasado a su tercer llamado al combinado nacional y, esta vez sí, recibió la confirmación para representar a la Argentina en un campeonato mundial. “Fue una experiencia muy linda. En los primeros partidos me sentí un poco tenso, pero luego pude soltarme y jugar tranquilo”, rememoró sobre su debut en el plano internacional, en Argelia.
Durante cinco días intervino en cuatro estilos y, en la vorágine de la disputa, no asimiló su progreso hasta que el director del equipo le destacó que ya tenía aseguradas tres medallas en su primer mundial. Es que estaba en semifinales. Carmelo finalizó su performance con una presea de oro en Tiro de Precisión; y dos de bronce en Tiros Rápidos en Parejas y Pareja Tradicional. Solo en Tiro Progresivo Individual no obtuvo medalla.
“Me sentí mejor en Tiro de Precisión, porque es el que practico mucho en casa y tuve la suerte de tener un buen desarrollo. Después del último bochazo, me abracé con mis compañeros y el DT, pero tomé conciencia del logro un mes y medio después”, relató quien, a fines de ese año, fue galardonado con el premio Olimpia en su deporte (el mayor reconocimiento de la prensa deportiva del país).
POR LA REPETICIÓN
Durante la entrevista, Carmelo Retamar Brassesco enseñó técnicas de lanzamientos y confió sus expectativas para la inminente cita ecuménica. “Me gustaría defender el título del año pasado y voy a hacer todo lo posible. Espero tener suerte y que se dé”, expresó el actual representante del club Alumni de Paraná, soltando el deseo que se repite como eco en su interior desde hace unos meses.
Para alcanzar el bicampeonato, la joya de las bochas entrerriana continuó sus largas sesiones en la cancha familiar y sumó entrenamientos en pista con la Escuela Municipal de Atletismo y de musculación en gimnasio. “Creo que llego a este Mundial mejor preparado físicamente que el año pasado”, consideró, en la previa del viaje a la concentración en San Guillermo (Santa Fe), y reconoció su estado previo: “quiero que comience ya la competencia, aunque también mejoré en el control de la ansiedad”.