“En esta ciudad donde se construyen edificios que se tocan con las nubes, se destruyen casas que albergaron aromas, palabras, cobijaron lectores. Casas que fueron nido. Se derriban paredes que daban la bienvenida y eran oído para los solitarios”, reza un manifiesto pegado por la organización de escritoras de Rosario La Palabra Colectiva, que fue pegado en la cartelería que tapa el inmueble de la antigua casona de la librería Longo.
Funcionó durante 116 años en dicho inmueble en calle Sarmiento al 1100, y es por eso que la comunidad local la considera la librería más antigua de Rosario. Luego de la muerte de su última propietaria, Amalia “Coqui” Longo, en junio pasado, indefectiblemente cerró sus puertas, y desde entonces permanece tapiado sin que se conozca qué va a ocurrir con el inmueble ni con los libros que aún conserva dentro.
Es por eso que las activistas decidieron visibilizar su reclamo para que el Municipio lo declare patrimonio cultural, y evitar así una demolición para su usufructo inmobiliario o de cualquier tipo.
En la tarde del sábado, además del manifiesto escrito, las escritoras pegaron en el frente de Longo diferentes poemas y repartieron en rollitos otros escritos a transeúntes y a autos que pasaban por el lugar.
Hubo lectura de poemas y expresión de deseos: que la Librería Longo ya restaurada y declarada Patrimonio Histórico y Cultural de Rosario vuelva a abrir sus puertas.Foto: Gentileza.
El edificio se encuentra en condiciones estructurales que necesitan recuperación para que no se derrumbe. Un pedido que hizo Coqui durante muchos años ante el Concejo Municipal y la Municipalidad de Rosario, y que se desconoce si algún funcionario recogió el guante con algún proyecto.
La librería Longo abrió en el inmueble de Sarmiento 1173 en 1908, a manos de su fundador, Alfredo Longo. Su hija Amalia era la menor de cinco hermanos, tenía 92 años, y fue quien continuó al frente de la librería durante todos estos años.
En septiembre pasado, familiares de Coqui llegaron hasta la propiedad para mostrársela a una inmobiliaria, y se encontraron con un hombre que dijo ser empleado de “la obra”, siendo que no hay trabajos de refacción en el lugar. Vestía un mameluco con el logo de una constructora. Ya para ese momento se habían llevado una caja registradora de bronce, un teléfono antiguo, una prensa y vajilla.
La Palabra Colectiva es una agrupación autoconvocada de escritoras, editoras y correctoras feministas y disidencias de Rosario, que participa activamente de la vida cultural de la ciudad desde hace cinco años, con talleres en apoyo a las mujeres de los refugios municipales que sufren violencia, y en barrios como Itatí, lecturas colectivas, y debates en el Festival de Poesía y en la Feria del Libro de Rosario.
Gloria Lenardón es una reconocida escritora que participa en La Palabra Colectiva desde sus inicios, y dialogó con Mirador sobre esta última acción pública.
-Coqui Longo reclamó durante muchos años al Concejo Municipal y la Municipalidad que lo preserven y esto fue desoído. ¿Elevaron un pedido de evaluarlo para su preservación al Concejo?
-La Palabra Colectiva no entró en gestiones de ningún orden, sólo intentó visibilizar un incunable, un lugar que Rosario tiene que mirar y cuidar. La Librería Longo tiene que estar protegida porque es una pieza única e irrepetible de la historia cultural de Rosario.
-¿Por qué y cómo surgió la idea de La Palabra Colectiva de realizar una acción sorpresiva para visibilizar el reclamo?
-Como agrupación ligada a los libros, La Palabra Colectiva pensó en una acción performática que se basara en frases y poemas. De ese modo, la poesía pasó de los libros a los afiches de colores que conformaron el mural: Aldana, Beatriz Vallejos, Estela Figueroa, y tantas más, estuvieron presentes con su pensamiento y sus palabras. Haber decidido hacer esta intervención de declaración simbólica como “Patrimonio Histórico y Cultural de Rosario” frente al cartel desvaído y todavía legible de Librería Longo, fue simbólico, y muy emocionante.
-La triste noticia de que Longo sufrió un robo en septiembre es un aditivo para el reclamo a que las autoridades protejan el lugar. Hoy adentro solo hay decenas de libros, ¿no? ¿Pudieron ingresar?
-Nos enteramos por los medios del robo, fue muy triste, el edificio está muy desprotegido. No entramos, pero se nota de afuera cuánto necesita una restauración. Los vecinos se entusiasmaron cuando nos vieron trabajar en el mural, nos alcanzaron una escalera y colaboraron en el armado, y la gente que pasaba se detenía para leer y apoyar.
Hubo lectura de poemas y expresión de deseos: que la Librería Longo ya restaurada y declarada Patrimonio Histórico y Cultural de Rosario vuelva a abrir sus puertas para que todas las editoriales independientes de Rosario puedan exhibir sus libros, para una nueva sala de muestras, y también, aunque quede un poco estrecha, una cafetería donde compartir un café y celebrar, como todo aquello que estimula el pensamiento.