Mario Ortiz nació en Bahía Blanca el 28 de diciembre de 1965. Es profesor y licenciado en letras y se desempeña como docente en distintos niveles. En su haber cuenta con una obra literaria de poesía reunida en once volúmenes que se titulan Cuadernos de Lengua y Literatura, publicados en distintas editoriales y cuyo conjunto fué editado como Obra Completa Reunida en España, en el año 2022 por Liliputienses Ediciones.

En teatro, en el año 2013 publicó la obra Estomba, con la editorial Libretto y en el 2018 estrenó en Bahía Blanca la obra Carolina Beltri, dirigida por Rocío Ameri.

En la actualidad participa en proyectos de investigación (PGI) del área de literatura y también de historia regional y está cursando la maestría en Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Rosario.

El multifacético escritor inició un proceso espiritual en los años de pandemia, que hoy se materializan en el libro de ensayo Los Signos ( Editorial Lux), razón por la cuál mantuvo un diálogo intimo con Mirador Provincial.

Mario Ortiz en primera persona

-¿De qué trata tu libro Los Signos?

-Toda mi obra literaria lleva el título general “Cuadernos de Lengua y Literatura”. Este libro, por el contrario, se titula distinto y no fue subsumido en aquella serie, porque se trata de un relato testimonial en primera persona: es, si se quiere, la autobiografía de un proceso espiritual.

-¿Por qué el título del libro?

-Hacia 2019, motivado por las teorías conspirativas de terraplanistas e Illuminatis, me dediqué a investigar por cuenta propia acerca de algunas sociedades secretas y grupos ocultistas. Lo que comenzó siendo una distracción despreocupada, la información que recolectaba en Internet desató en mí una pasión que el encierro de la pandemia no hizo sino profundizar. Iba llenando página tras página de Word con todo tipo de datos y referencias. El resultado fue un ensayo de casi 400 carillas que no creo se publique nunca, pero no importa. Lo crucial es que a medida que me iba sumergiendo en las simbologías y doctrinas esotéricas me encontré en medio de zonas muy oscuras: algunos autores que analizaba (magos, ocultistas, etc.) mencionaban a Lucifer, y no lo consideraban la entidad maligna que conocemos, sino como un símbolo positivo, el ángel del conocimiento que libera de la opresión de Dios. Era la Biblia al revés.

-¿Qué te llevó a estudiar el descubrimiento?

-Esto me llevó a estudiar algo de demonología y exorcismos para saber si Lucifer es un ángel bueno o malo. Y a partir de aquí encontré signos inequívocos de la realidad efectiva de estos seres espirituales perversos y pervertidores como los llamaba el Papa San Pablo VI. Por supuesto, no hice ningún tipo de ritual ni nada parecido. Simplemente, lo que encontraba en el transcurso de mis investigaciones (videos, testimonios auténticos, filmaciones y audios de exorcismos verdaderos) me demostró que los ángeles condenados no solo son reales, sino que, cuando se los obliga a hablar en nombre de Jesús, reafirman punto por punto la verdad de la Biblia y el Catecismo. Luego, encontré el fenómeno los milagros eucarísticos que fueron analizados por científicos y confirman de un modo rigurosamente objetivo la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Estos son los signos y evidencias que ofrezco a la consideración de los lectores para que los evalúe por su propia cuenta.

-Un tono del libro, que se aleja de tus narraciones anteriores.

-Definitivamente sí porque no es un libro con pretensiones literarias; por eso agradezco infinitamente a Gustavo López, el editor de Ediciones “Lux”, quien confió en este texto. Su finalidad es dar testimonio de la verdad que me fue dado redescubrir. Y utilizo este verbo porque en rigor no fue, sino volver al hogar. Como dijera Chesterton, después de dar vueltas y más vueltas por diversos derroteros intelectuales, pude comprobar que la Verdad estaba en la sencilla parroquia de al lado, la que había abandonado treinta años atrás. Aunque el maligno existe, no es más que una criatura caída, no una deidad. Dios es infinitamente superior porque es Amor, como definió el apóstol San Juan; está ante la puerta de la casa de cada uno y llama. Yo puedo dar testimonio de eso, y hoy más que nunca, en medio de un mundo arrasado por la violencia, la crueldad, el desamparo y la desesperación, es necesario volver a dar testimonio del Amor, de la Luz.

-¿Qué planes de presentación del libro tenés para el 2025?

-Los Signos ya se presentó en Bahía Blanca y en la Feria del libro de Sierra de la Ventana con muy buena repercusión, pero posiblemente pueda darse otra presentación en otra localidad. Me interesa muchísimo que este libro se difunda no por alimentar mi ego, sino para conversar y ofrecer mi testimonio. Algunos amigos y lectores que se definen como ateos me aseguraron que el contenido del libro los dejó pensando. Y eso ya es un montón. Si estas páginas logran que la gente se quede al menos con algunos interrogantes, el objetivo está plenamente cumplido.

El multifacético escritor inició un proceso espiritual en los años de pandemia, que hoy se materializan en el libro de ensayo Los Signos ( Editorial Lux).Foto: Gentileza.

La poética actual

-¿Cómo ves la escena poética en Argentina?

-Este proceso intelectual y espiritual que acabo de describir me insumió la totalidad de mis energías, por lo tanto, me desconecté un poco de las últimas noticias, autores o movimientos. No obstante, ya hace tiempo compruebo que la Argentina es un país que conformó un escenario literario muy dinámico. Los festivales de poesía que se realizan en muchas ciudades como Rosario, Córdoba, Bahía Blanca, etc, y las editoriales independientes han tejido una tupida trama de relaciones entre autores, editores y gestores culturales, circulación de materiales y proyectos culturales. Esta trama tiene un diseño rizomático gracias al cual un poeta de Mar del Plata publica en una editorial de Santa Fe o un poeta de Buenos Aires lo hace en una editorial de Bahía Blanca, por poner solo algunos ejemplos.

-¿Qué poetas leés o seguís?

-Sigo siempre con mucha atención la obra Luis Sagasti. Soy su amigo desde hace muchos años y tengo el privilegio de conversar sobre sus proyectos literarios desde su gestación. Juan López, un poeta que vive en Mendoza, posee una voz delicadísima y profunda. El año pasado conocí al poeta sanjuanino Gustavo Sánchez cuyo libro de poemas Manual del dueño- biografía de una máquina me voló la cabeza. Acabo de leer con mucha fruición Las cosas menores de Giuliana Migale Rocco. Bellísimo texto que constituye un género literario propio, entre la observación objetivista, lo íntimo, lo fragmentario, lo biográfico.

A raíz de mis estudios sobre el mundo esotérico, estoy leyendo con mucha atención Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez.

El objeto de estudio en mi tesis de maestría se centra en un genio argentino olvidado: el “cura loco” Leonardo Castellani. Narrador, profeta, teólogo… más que una obra, ha generado algo mucho más difícil y genial: una escritura propia e inconfundible.