“Mi padre siempre decía que en la Argentina nadie lee nada, a veces me da la sensación que eso es cierto’’ confiesa Gustavo E. Feldman.
Foto:Gentileza.
Gisela Mesa [email protected]
“Esto no queda así”, la novela de Gustavo E. Feldman, fue publicada de la mano de CG Editorial/Editorial Ciudad Gótica. El abogado especializado en Derecho Penal se animó a un dialogo incisivo y personal sobre su vida con Mirador Provincial, donde nos relató una anécdota extraordinaria y hasta se animó a darnos su visión del contexto actual del país.
Acerca del autor
Gustavo E. Feldman es abogado, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Especializado en Derecho Penal y en aplicación de las normas protectivas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos al derecho interno. 35 años de ejercicio profesional, con especialidad en el fuero penal, tanto provincial como federal. Siendo estudiante de Derecho, trabajó en la Justicia Federal en Rosario, y ya recibido, fue conjuez federal. Ha actuado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y ante el Comité de Libertad Sindical de la OIT. Articulista en diversos medios periodísticos y publicaciones jurídicas. En la actualidad sigue ejerciendo la profesión de abogado y escribiendo.
Inicios
-¿Cuándo decidiste que tu profesión era abogacía?
-En quinto año de la escuela secundaria, después de la primera clase de Derecho Civil.
-Cuéntenos de su infancia, del barrio que lo vio crecer.
-Nací en pleno Pichincha, Suipacha y Brown y después viví por avenida Libertad. Muchos recuerdos como cuando se incendió la yerbatera Martin.
La escritura
-Con respecto a lo escrito, ¿Cómo llega la escritura a tu vida?
-Mi madre fue siempre una gran lectora, y mi padre era propiamente un bibliómano, los tres hermanos siempre leímos mucho, además Derecho debe ser de las carreras universitarias en las que más hay que leer. Mi padre siempre decía que en la Argentina nadie lee nada, a veces me da la sensación que eso es cierto.
-¿Qué escritores son sus referentes?
-Desde Albert Camus y su existencialismo, pasando por Herman Hesse y su narrativa, hasta Alessandro Barico y su prosa ingeniosa y dibujante. Puntualmente en cuanto a los thrillers judiciales, me gusta una novela de Morris West (“El abogado del diablo”), y más acá el primer John Grisham, el de “Tiempo de matar” o “La Hermandad”.
Proceso de creación de “Esto no queda así”
-Esta novela de género policial es una invitación interesante en estos tiempos. ¿Qué lo llevó a escribir “Esto no queda así”? Cuente, cuente…
-Varias cosas. Primero seguir el pedido y consejo de mi hija Liza: compilar en una sola historia docenas de anécdotas de 35 años de profesión. Segundo, cierta necesidad de decir algunas cosas que los abogados penalistas no podemos o no debemos decir en el marco de nuestra profesión, y tercero-pero no menos importante- el placer de inventar una historia central con pequeñas historias satelitales, moldearla; ir y venir. He disfrutado y me he reído mucho solo escribiendo, corrigiendo, agregando, cambiando. Particularmente me gustó mucho la creación de los personajes. A todo agregarle la intriga por conocer como caerá en colegas, fiscales, jueces, periodistas, políticos; en la gente en general que un abogado escriba una ficción detractora del aparato judicial, del desenvolvimiento judicial en la Argentina. Seguro alguno se sentirá molesto y algunos coincidirán. Lo importante es saber que se trata de un entretenimiento, un buen libro sigue siendo un muy buen entretenimiento.
-Se dice que la realidad, casi siempre, supera a la ficción. ¿Estamos en lo correcto?
-Sin dudas, sobre todo en la Republica Argentina, y sobre todo si se habla o escribe del poder, de los poderosos. El ejercicio del poder está concebido en función de la libertad, no al revés. En la Argentina, en la Provincia de Santa Fe un juez, un fiscal tienen mucho poder. Yo he visto, he conocido situaciones, resoluciones, desenlaces que dan hasta vergüenza. Un ejemplo; hay una causa penal en Rosario en la que de 11 cuerpos que tenía la causa, en la que se habían secuestrado 50 kilos de clorhidrato de cocaína, fueron sustraídos 10 de esos 11 cuerpos (son 2.000 fojas). ¡Al día de hoy no hay ni causa penal abierta ni sumario administrativo abierto! ¡Se evaporaron dos mil fojas de un juzgado federal y no pasó nada! Parece ficción… pues no lo es.
Anécdota
-Usted trabaja como abogado, por lo que es testigo a diario de historias variopintas. ¿Hubo alguna situación en su transcurso de la carrera en la que se haya sentido incómodo?
-Muchas veces incómodo, indignado. La última vez hace casi cinco años; 17 de febrero de 2017 cuando en La Rioja lo dejaron preso a Milani -por la presión pública que había sin una sola prueba-. Estaba al lado de él y no sabía que decirle; y dos meses después cuando los camaristas federales de Córdoba, cobardemente confirmaron la prisión preventiva. Dos años y medio después, cuando lo absolvieron y salió en libertad, había la misma evidencia de la total inocencia de Milani que hubo desde el primer día. Mi indignación fue tal que escribí un libro sobre el tema.
-¿Es usted consciente que en su libro “Esto no queda así” ha adquirido cierta complicidad con el lector, que cuando lee lo que ha escrito se le escapa una sonrisita o, directamente, una gran intriga? Sin duda eso indica que su mente y la del escritor han conectado.
-Nada me gustaría más. Me seduce la idea de aguijonear al lector, de que sienta algo parecido a lo que sentí yo al escribir, pero quiero dejar algo aclarado; soy un acérrimo enemigo de que el humor social reemplace a las pautas constitucionales y legales; por eso soy un detractor, por eso y muchas cosas más, del juicio por jurados. Los agentes de la ley, jueces y fiscales deben obrar conforme los hechos y la ley, y no por la repercusión o trascendencia social del hecho. Esta pauta es de la época de Videla, de las leyes del proceso. Lamentablemente hoy hay muchos jueces que resuelven por las tapas de los diarios.
-¿Corrige mucho el manuscrito antes de enviarlo a la editorial?
-Sí… demasiado, vez que lo leo, vez que lo corrijo; y así y todo no me conformo. Me preocupan los dos aspectos de una exposición escrita o hablada; su contenido y su literalidad: trato de cuidar el lenguaje y el mensaje. En la novela he tratado de tener mucho rigor histórico, científico, geográfico, pictórico.
Detrás de escena
-Lo que se llama el detrás de escena. ¿Cómo se sintió en todo el proceso de creación del libro hasta la presentación del mismo?
-Ansioso y deseoso de publicarlo. Tuve que domesticarme para no caer por el tobogán. Lo bueno es que de arranque tuve en mente el comienzo, el nudo y el final. Es decir, siempre supe cómo iba a terminar, hacia dónde iba; tenía que ver cuál era el camino a transitar para llegar al desenlace que ya tenía en la cabeza. Puse y saqué situaciones y personajes. En eso me aconsejó Reynaldo Sietecase: no te enamores de los personajes, lo principal en una novela es la trama.
-Se dice que hay una línea que separa los hechos de la ficción, pero no siempre está del todo clara. ¿Cómo compagina su trabajo de abogado penalista con el de escritor?
-Tajantemente. Uno puede generar o ver alguna semejanza; pero tiene que tener en claro y actuar en consecuencia en el plano de la realidad y en el otro, en el de la creatividad, la invención, la ficción. Cierto es que toda novela tiene cuestiones autorreferenciales, pero no puede ser todo autorreferencial o real, porque deja de ser una novela. Aun las llamadas novelas históricas deben tener algo de inventiva en el relato. Digamos que la profesión me ayudó a escribir… veremos si escribir sirve para la profesión; de lo que estoy seguro es que escribir sirve para la vida, para mi vida.
- Todo escritor está en relación con la historia de su trabajo. ¿Coincide?
-Sí, sin dudas; de su trabajo y de su existencia toda. Sino miremos ejemplos históricos: Borges, García Márquez, Benedetti, Montanelli. El ejemplo acabado es el Negro Fontanarrosa, un sociólogo de alto vuelo, un observador y un descriptor de la naturaleza humana sin igual.
Contexto social
-Para finalizar, ¿qué visión tiene del rumbo de nuestro país con el tema pandemia?
-Ay, qué tema... creo que en líneas generales se han hecho las cosas bien... me refiero a los encargados de orientar las conductas, los que detentan el poder. Creo también que el nivel de idiocia en el país y en el mundo es mucho más alto del que se creía, cuantitativa y cualitativamente. Todavía hay antivacunas, gente que cree y dice que todo esto es una gran maniobra, una gran mentira... inconcebible. Parte de la clase política estigmatiza el pase sanitario como algo autoritario, solo para generar una crítica, para asestar un golpe. Pero también está la valentía de los médicos, enfermeros, camilleros y bioquímicos. Opino que no hay que descartar que la vacunación empiece a ser obligatoria. Será un arduo debate con opiniones fundadas y por supuesto con todas las sandeces que aparecen en cualquier debate en la República Argentina. La pandemia ha hecho aflorar y ha exacerbado lo mejor y lo peor.
Como conclusión hago mío el final de “La Peste”: “Hay en el espíritu de los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”.
“Esto no queda así”, la novela de Gustavo E. Feldman, fue publicada de la mano de CG Editorial/Editorial Ciudad Gótica. El abogado especializado en Derecho Penal se animó a un dialogo incisivo y personal sobre su vida con Mirador Provincial, donde nos relató una anécdota extraordinaria y hasta se animó a darnos su visión del contexto actual del país.
Acerca del autor
Gustavo E. Feldman es abogado, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Especializado en Derecho Penal y en aplicación de las normas protectivas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos al derecho interno. 35 años de ejercicio profesional, con especialidad en el fuero penal, tanto provincial como federal. Siendo estudiante de Derecho, trabajó en la Justicia Federal en Rosario, y ya recibido, fue conjuez federal. Ha actuado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y ante el Comité de Libertad Sindical de la OIT. Articulista en diversos medios periodísticos y publicaciones jurídicas. En la actualidad sigue ejerciendo la profesión de abogado y escribiendo.
Inicios
-¿Cuándo decidiste que tu profesión era abogacía?
-En quinto año de la escuela secundaria, después de la primera clase de Derecho Civil.
-Cuéntenos de su infancia, del barrio que lo vio crecer.
-Nací en pleno Pichincha, Suipacha y Brown y después viví por avenida Libertad. Muchos recuerdos como cuando se incendió la yerbatera Martin.
La escritura
-Con respecto a lo escrito, ¿Cómo llega la escritura a tu vida?
-Mi madre fue siempre una gran lectora, y mi padre era propiamente un bibliómano, los tres hermanos siempre leímos mucho, además Derecho debe ser de las carreras universitarias en las que más hay que leer. Mi padre siempre decía que en la Argentina nadie lee nada, a veces me da la sensación que eso es cierto.
-¿Qué escritores son sus referentes?
-Desde Albert Camus y su existencialismo, pasando por Herman Hesse y su narrativa, hasta Alessandro Barico y su prosa ingeniosa y dibujante. Puntualmente en cuanto a los thrillers judiciales, me gusta una novela de Morris West (“El abogado del diablo”), y más acá el primer John Grisham, el de “Tiempo de matar” o “La Hermandad”.
Proceso de creación de “Esto no queda así”
-Esta novela de género policial es una invitación interesante en estos tiempos. ¿Qué lo llevó a escribir “Esto no queda así”? Cuente, cuente…
-Varias cosas. Primero seguir el pedido y consejo de mi hija Liza: compilar en una sola historia docenas de anécdotas de 35 años de profesión. Segundo, cierta necesidad de decir algunas cosas que los abogados penalistas no podemos o no debemos decir en el marco de nuestra profesión, y tercero-pero no menos importante- el placer de inventar una historia central con pequeñas historias satelitales, moldearla; ir y venir. He disfrutado y me he reído mucho solo escribiendo, corrigiendo, agregando, cambiando. Particularmente me gustó mucho la creación de los personajes. A todo agregarle la intriga por conocer como caerá en colegas, fiscales, jueces, periodistas, políticos; en la gente en general que un abogado escriba una ficción detractora del aparato judicial, del desenvolvimiento judicial en la Argentina. Seguro alguno se sentirá molesto y algunos coincidirán. Lo importante es saber que se trata de un entretenimiento, un buen libro sigue siendo un muy buen entretenimiento.
-Se dice que la realidad, casi siempre, supera a la ficción. ¿Estamos en lo correcto?
-Sin dudas, sobre todo en la Republica Argentina, y sobre todo si se habla o escribe del poder, de los poderosos. El ejercicio del poder está concebido en función de la libertad, no al revés. En la Argentina, en la Provincia de Santa Fe un juez, un fiscal tienen mucho poder. Yo he visto, he conocido situaciones, resoluciones, desenlaces que dan hasta vergüenza. Un ejemplo; hay una causa penal en Rosario en la que de 11 cuerpos que tenía la causa, en la que se habían secuestrado 50 kilos de clorhidrato de cocaína, fueron sustraídos 10 de esos 11 cuerpos (son 2.000 fojas). ¡Al día de hoy no hay ni causa penal abierta ni sumario administrativo abierto! ¡Se evaporaron dos mil fojas de un juzgado federal y no pasó nada! Parece ficción… pues no lo es.
Anécdota
-Usted trabaja como abogado, por lo que es testigo a diario de historias variopintas. ¿Hubo alguna situación en su transcurso de la carrera en la que se haya sentido incómodo?
-Muchas veces incómodo, indignado. La última vez hace casi cinco años; 17 de febrero de 2017 cuando en La Rioja lo dejaron preso a Milani -por la presión pública que había sin una sola prueba-. Estaba al lado de él y no sabía que decirle; y dos meses después cuando los camaristas federales de Córdoba, cobardemente confirmaron la prisión preventiva. Dos años y medio después, cuando lo absolvieron y salió en libertad, había la misma evidencia de la total inocencia de Milani que hubo desde el primer día. Mi indignación fue tal que escribí un libro sobre el tema.
-¿Es usted consciente que en su libro “Esto no queda así” ha adquirido cierta complicidad con el lector, que cuando lee lo que ha escrito se le escapa una sonrisita o, directamente, una gran intriga? Sin duda eso indica que su mente y la del escritor han conectado.
-Nada me gustaría más. Me seduce la idea de aguijonear al lector, de que sienta algo parecido a lo que sentí yo al escribir, pero quiero dejar algo aclarado; soy un acérrimo enemigo de que el humor social reemplace a las pautas constitucionales y legales; por eso soy un detractor, por eso y muchas cosas más, del juicio por jurados. Los agentes de la ley, jueces y fiscales deben obrar conforme los hechos y la ley, y no por la repercusión o trascendencia social del hecho. Esta pauta es de la época de Videla, de las leyes del proceso. Lamentablemente hoy hay muchos jueces que resuelven por las tapas de los diarios.
-¿Corrige mucho el manuscrito antes de enviarlo a la editorial?
-Sí… demasiado, vez que lo leo, vez que lo corrijo; y así y todo no me conformo. Me preocupan los dos aspectos de una exposición escrita o hablada; su contenido y su literalidad: trato de cuidar el lenguaje y el mensaje. En la novela he tratado de tener mucho rigor histórico, científico, geográfico, pictórico.
Detrás de escena
-Lo que se llama el detrás de escena. ¿Cómo se sintió en todo el proceso de creación del libro hasta la presentación del mismo?
-Ansioso y deseoso de publicarlo. Tuve que domesticarme para no caer por el tobogán. Lo bueno es que de arranque tuve en mente el comienzo, el nudo y el final. Es decir, siempre supe cómo iba a terminar, hacia dónde iba; tenía que ver cuál era el camino a transitar para llegar al desenlace que ya tenía en la cabeza. Puse y saqué situaciones y personajes. En eso me aconsejó Reynaldo Sietecase: no te enamores de los personajes, lo principal en una novela es la trama.
-Se dice que hay una línea que separa los hechos de la ficción, pero no siempre está del todo clara. ¿Cómo compagina su trabajo de abogado penalista con el de escritor?
-Tajantemente. Uno puede generar o ver alguna semejanza; pero tiene que tener en claro y actuar en consecuencia en el plano de la realidad y en el otro, en el de la creatividad, la invención, la ficción. Cierto es que toda novela tiene cuestiones autorreferenciales, pero no puede ser todo autorreferencial o real, porque deja de ser una novela. Aun las llamadas novelas históricas deben tener algo de inventiva en el relato. Digamos que la profesión me ayudó a escribir… veremos si escribir sirve para la profesión; de lo que estoy seguro es que escribir sirve para la vida, para mi vida.
- Todo escritor está en relación con la historia de su trabajo. ¿Coincide?
-Sí, sin dudas; de su trabajo y de su existencia toda. Sino miremos ejemplos históricos: Borges, García Márquez, Benedetti, Montanelli. El ejemplo acabado es el Negro Fontanarrosa, un sociólogo de alto vuelo, un observador y un descriptor de la naturaleza humana sin igual.
Contexto social
-Para finalizar, ¿qué visión tiene del rumbo de nuestro país con el tema pandemia?
-Ay, qué tema... creo que en líneas generales se han hecho las cosas bien... me refiero a los encargados de orientar las conductas, los que detentan el poder. Creo también que el nivel de idiocia en el país y en el mundo es mucho más alto del que se creía, cuantitativa y cualitativamente. Todavía hay antivacunas, gente que cree y dice que todo esto es una gran maniobra, una gran mentira... inconcebible. Parte de la clase política estigmatiza el pase sanitario como algo autoritario, solo para generar una crítica, para asestar un golpe. Pero también está la valentía de los médicos, enfermeros, camilleros y bioquímicos. Opino que no hay que descartar que la vacunación empiece a ser obligatoria. Será un arduo debate con opiniones fundadas y por supuesto con todas las sandeces que aparecen en cualquier debate en la República Argentina. La pandemia ha hecho aflorar y ha exacerbado lo mejor y lo peor.
Como conclusión hago mío el final de “La Peste”: “Hay en el espíritu de los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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