Carlos Retamal

No se salva nadie. Estamos desamparados. La violencia cruzó todos los límites. Ya no se puede más. Rosario es invivible. Las cinco frases se escuchan a diario en distintos rincones de la ciudad, se multiplican en redes sociales, y en forma peligrosa, todas pasaron a ser parte de lo cotidiano, como si todo el mundo toma las balaceras, las muertes, los ataques, como algo natural.

En la madrugada de este sábado 19 de febrero, pocas horas después del violento crimen de una mujer de 38 años, en un hecho en el cual también resultó herido su hijo de 4 años y una joven de 22, ocurrido en barrio Ludueña, fue baleado el frente de la comisaría 12ª, que está ubicada a menos de 300 metros y un móvil del Comando Radioeléctrico que estaba estacionado en la puerta.

Voceros de la investigación señalaron que en una primera inspección se constataron cinco impactos de bala contra el frente de la seccional ubicada en la esquina de Casilda y Solís. Otros cuatro perforaron los vidrios y otro en la puerta de ingreso. En tanto que otros cinco plomos agujerearon la chapa de una camioneta del Comando Radioeléctrico que estaba estacionada.

Los atacantes eran dos personas que se movilizaban en una moto.

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Dentro de la seccional había, al momento del ataque, cinco policías, que no resultaron lesionados.
En horas de la mañana del sábado, se llevaron a cabo varios allanamientos en la zona. En algunas viviendas hallaron municiones y armas, y hay varias personas demoradas.

Además del crimen de una vecina de la zona, cometido en la noche del viernes, hace una semana, a unos 500 metros de la seccional baleada (en barrio Empalme), fueron asesinadas dos personas, entre ellos un policía que estaba en situación de disponibilidad, en un hecho por el cual no se conocen avances en la investigación y que no se descarta que pueda estar relacionado con el ataque a tiros de esta madrugada.

La comisaría 12ª fue inaugurada en octubre de 2013 por el entonces ministro de Seguridad Raúl Lamberto, bajo la gestión de Antonio Bonfatti como gobernador de Santa Fe, en el marco de un ‘plan integral de construcción y readecuación edilicia y funcional de comisarías’.

El edificio se hizo en base a un modelo prototípico de módulos. Tiene dos ingresos, uno para público y otro para móviles policiales y detenidos. Además, cuenta con sala de espera, oficina de atención al público, dos oficinas administrativas, sanitarios y área de control ubicada en el sector de celdas de alojamiento, también con sanitarios.
Hasta ese momento, funcionaba en una casa a menos de 400 metros.