Foto: Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi
Desde el año 2004, Rosario cuenta con una escuela de Clown, organizada y gestionada por mujeres artistas de gran renombre, algo excepcional en el mundo artístico de la ciudad. La misma funciona en la sala Teatral Cultural de abajo (Entre Ríos 579).
En diálogo con Mirador Provincial, su fundadora y actual directora Patricia Ghisoli nos adentra en sus propuestas y en la naturaleza humana de una expresión artística que por su profundidad, es recomendable para toda persona que quiera ocupar espacios escénicos.
Sobre el clown
-Luego de transitar por espacios de formación durante años y fundar una escuela con estilo propio, ¿cómo definís a un clown?
-Un clown es un personaje que amalgama técnicas de actuación, habilidades y destrezas que apuntan a la comicidad. El punto de partida para esa búsqueda involucra nuestras partes ridículas, la materialidad de este personaje parte de lo propio. Las propias fragilidades, vulnerabilidades, miserias… todo aquello que tenga la posibilidad de resonar en otros para conmover y hacer reír. Su definición y caracterización, como todo proceso y como la vida misma, está en permanente movimiento.
-¿Cuándo nace el clown como figura artística?
-Uy, qué difícil. En realidad es muy complejo poner fecha a un proceso tan relacionado con lo humano, lo simbólico, lo escénico. Pero podemos aventurar que este oficio reedita permanentemente tradiciones muy antiguas del arte popular, del circo, de la comedia del arte, del teatro.
-¿Y en Argentina?
-En Argentina también tenemos huellas muy potentes como el circo criollo, el teatro callejero y variedad de espectáculos cómicos. Y a partir de la vuelta de la democracia en los años ’80, se produce todo un movimiento de apropiación de espacios públicos, exploraciones y experimentaciones artísticas, un estallido creativo en el que se inscriben nuevos modos de aprender y de hacer clown. Rosario no estuvo fuera de esa movida y de algún modo nuestra ciudad también recrea cantidad de propuestas relacionadas con el clown.
-¿Qué se debe estimular de una persona para que llegue a transformarse en un clown?, ¿cualquiera puede convertirse en clown?
-Como todo oficio, requiere tiempo y trabajo. Es posible que haya personas que desde el inicio del proceso ya tengan un talento particular. Sin embargo, hay mucho de búsqueda, de disponibilidad para explorar y para experimentar que posibilita esas transformaciones en donde aparece el propio clown y eso es un poco lo que estimulamos en cada grupo que comienza.
Son muchos los motivos por los cuales las personas se acercan a nuestra escuela a “hacer” clown. No todas tienen la decisión de “ser” clown. A veces aparece ese deseo en el camino y entonces se profundiza la dedicación y el aprendizaje. En el proceso de descubrir de qué se trata proponemos premisas que muchas veces son inversas a las de la vida cotidiana. Eso tiene un atractivo particular, cada encuentro inaugura otro tiempo y otro espacio: tiempo para permitirnos jugar, para observar sin juzgar, para inventar problemas absurdos y demorar su resolución, espacio para imaginar universos poéticos cómicos, ridículos, para percibir el propio cuerpo, el de los demás. Disponibilidad para comunicar desde la mirada, desde el cuerpo, desde la acción y no sólo desde la palabra.
-En lo personal, ¿por qué elegiste ser un clown y formar a personas en el arte del clown?
-Cuando tomé mis primeras clases de clown descubrí una forma de estar en escena que para mí era totalmente nueva. Yo venía de la danza y había hecho algo de teatro. Clown me resultó en un principio muy divertido y a la vez muy difícil. Me despertó mucha curiosidad la posibilidad de hacer un personaje desde mis partes ridículas y encontrarme con hallazgos que no imaginaba ni remotamente previamente. También me encantó la apertura a todo emergente y la dinámica, el ritmo, que requiere. Es un entrenamiento que recomiendo a toda persona que quiera estar en escena, más allá de si quiere convertirse en payaso o no. Y en todo caso, como proceso de aprendizaje y experiencia personal, desde mis vivencias, puedo decir que lo encuentro alucinante.
-¿Quiénes son tus referentes artísticos?
-Me formé con muchos docentes, argentinos y extranjeros. Y trato de revisitar seguido las obras de grandes referentes cómicos. Sigo estudiando e investigando. Pero también las personas que me rodean, los pequeños mundos que construimos cotidianamente, mis afectos, los espacios que habito, son parte de lo que podría llamar “influencias” en el trabajo que se sintetiza cada encuentro en la Escuela de Clown. Inclusive hasta acontecimientos azarosos pueden ser grandes puntos de partida para un acontecimiento escénico de clown. De alguna forma, es como tener unos anteojos que te permiten observar en cada situación la posibilidad “clownesca” que tiene. Mirar con otros ojos, para construir una mirada artística y no sólo recibirla o consumirla.
Sobre el rol de la risa y el bullying
-En las escuelas, en los últimos años se comenzó a hablar de bullying, una temática siempre convocante, que invita a repensarnos constantemente ¿Qué herramientas puede aportar el clown como expresión artística a la compleja problemática?
-Bueno, en la Escuela de Clown siempre decimos que pareciera que es la única escuela en la que todos quieren repetir de año. Está claro cuándo la experiencia de la risa se disfruta. Nosotras hablamos de complicidad y de compartir. Desde ese lugar nos reímos en nuestros encuentros, con encuadres que tienen que ver con el cuidado, el respeto y el afecto. Cuando nos reímos de lo que hace un clown en escena, nos reímos porque nos sentimos identificados en el mismo fracaso que le sucede a ese payaso y sucede en el marco de la ficción. Además de que cada clown podrá decidir qué y cómo se expone para ese efecto cómico. Desde la coordinación simplemente acompañamos ese proceso.
-En lo que se denomina bullying no están construidos esos acuerdos previos, que no vienen dados, se trabajan. Y muchas veces el simple enunciado no alcanza, es el cuerpo grupal el que se tiene que poner en juego.
-El sistema educativo tiene mucha más complejidad que nuestra escuela de clown. Se trata de otra escala, otra lógica y otros objetivos. Ahí aparecen emergentes atravesados por problemáticas sociales que inclusive exceden el ámbito escolar. Sí podemos decir, a partir de nuestras experiencias en las escuelas, que el arte, el teatro, el clown, tienen mucho para aportar en la dimensión vincular de cualquier institución. Porque nos permite vislumbrar que todos tenemos fragilidades, temores, miedos; que todos podemos comunicarnos de diferentes modos y no quedarnos con un solo discurso o lenguaje. Y porque, como en todo acontecimiento teatral, no hay posibilidad de hacerlo en soledad, es una actividad que pone la dimensión humana y el
encuentro con el otro en su razón de ser.
La Escuela de Clown de Rosario
-Dirigís la escuela que funciona en la sala Teatral Cultural de abajo, ¿cuándo nace?
-La Escuela de Clown de Rosario nace en 2004, la fundamos junto a Patricia Larguía quién fue una reconocida música y compositora de la trova rosarina, falleció en el 2020. Ella aportó mucho trabajo sobre la cualidad de los excéntricos musicales, la voz, el ritmo y la música en el clown. Empezamos con un pequeño grupo y muy pronto creció el proyecto. Hicimos funciones, ampliamos los horarios de los cursos y los cupos de participantes. Realizamos producciones, temporadas, cursos con maestros internacionales, salidas guiadas a diferentes artistas de nuestra ciudad, intervenciones urbanas, ciclos de obras, varietés, fiestas, participamos de festivales, hicimos cursos en otras localidades de país y en México, realizamos varias residencias con propuestas de formación, convivencia, entrenamiento y vida en la naturaleza… Actualmente llevamos 18 años de trabajo, sólo interrumpido en 2020 por la pandemia. Estamos en la etapa de inscripción para los cursos anuales de 2022.
-Actualmente, ¿cómo está conformada la escuela?
-Yo realizo la dirección artística y pedagógica de la escuela. En el equipo también trabaja Laura Baraldi, y Juli Pretelli, que se suma este año. Como profes de los cursos, conforman un grupo que piensa y repiensa la poética propia de la escuela y su transmisión. La particularidad de nuestro espacio es que siempre fuimos mujeres las que organizamos, gestionamos y tomamos las decisiones de la escuela. Nos interesa sostenerlo de ese modo, aún es algo excepcional en el universo del mundo clown. También estamos gestionando un curso con el maestro internacional Gabriel Chame, previsto para mediados de abril y abierto a la comunidad de payasos de Rosario. Vendrá a presentar además su reciente libro: “El latido del presente”.
Contacto
Quienes deseen obtener más información sobre las propuestas de la Escuela de Clown de Rosario, pueden comunicarse a través de sus redes:
https://www.facebook.com/EscuelaDeClown
https://www.instagram.com/escueladeclownrosario/
Desde el año 2004, Rosario cuenta con una escuela de Clown, organizada y gestionada por mujeres artistas de gran renombre, algo excepcional en el mundo artístico de la ciudad. La misma funciona en la sala Teatral Cultural de abajo (Entre Ríos 579).
En diálogo con Mirador Provincial, su fundadora y actual directora Patricia Ghisoli nos adentra en sus propuestas y en la naturaleza humana de una expresión artística que por su profundidad, es recomendable para toda persona que quiera ocupar espacios escénicos.
Sobre el clown
-Luego de transitar por espacios de formación durante años y fundar una escuela con estilo propio, ¿cómo definís a un clown?
-Un clown es un personaje que amalgama técnicas de actuación, habilidades y destrezas que apuntan a la comicidad. El punto de partida para esa búsqueda involucra nuestras partes ridículas, la materialidad de este personaje parte de lo propio. Las propias fragilidades, vulnerabilidades, miserias… todo aquello que tenga la posibilidad de resonar en otros para conmover y hacer reír. Su definición y caracterización, como todo proceso y como la vida misma, está en permanente movimiento.
-¿Cuándo nace el clown como figura artística?
-Uy, qué difícil. En realidad es muy complejo poner fecha a un proceso tan relacionado con lo humano, lo simbólico, lo escénico. Pero podemos aventurar que este oficio reedita permanentemente tradiciones muy antiguas del arte popular, del circo, de la comedia del arte, del teatro.
-¿Y en Argentina?
-En Argentina también tenemos huellas muy potentes como el circo criollo, el teatro callejero y variedad de espectáculos cómicos. Y a partir de la vuelta de la democracia en los años ’80, se produce todo un movimiento de apropiación de espacios públicos, exploraciones y experimentaciones artísticas, un estallido creativo en el que se inscriben nuevos modos de aprender y de hacer clown. Rosario no estuvo fuera de esa movida y de algún modo nuestra ciudad también recrea cantidad de propuestas relacionadas con el clown.
-¿Qué se debe estimular de una persona para que llegue a transformarse en un clown?, ¿cualquiera puede convertirse en clown?
-Como todo oficio, requiere tiempo y trabajo. Es posible que haya personas que desde el inicio del proceso ya tengan un talento particular. Sin embargo, hay mucho de búsqueda, de disponibilidad para explorar y para experimentar que posibilita esas transformaciones en donde aparece el propio clown y eso es un poco lo que estimulamos en cada grupo que comienza.
Son muchos los motivos por los cuales las personas se acercan a nuestra escuela a “hacer” clown. No todas tienen la decisión de “ser” clown. A veces aparece ese deseo en el camino y entonces se profundiza la dedicación y el aprendizaje. En el proceso de descubrir de qué se trata proponemos premisas que muchas veces son inversas a las de la vida cotidiana. Eso tiene un atractivo particular, cada encuentro inaugura otro tiempo y otro espacio: tiempo para permitirnos jugar, para observar sin juzgar, para inventar problemas absurdos y demorar su resolución, espacio para imaginar universos poéticos cómicos, ridículos, para percibir el propio cuerpo, el de los demás. Disponibilidad para comunicar desde la mirada, desde el cuerpo, desde la acción y no sólo desde la palabra.
-En lo personal, ¿por qué elegiste ser un clown y formar a personas en el arte del clown?
-Cuando tomé mis primeras clases de clown descubrí una forma de estar en escena que para mí era totalmente nueva. Yo venía de la danza y había hecho algo de teatro. Clown me resultó en un principio muy divertido y a la vez muy difícil. Me despertó mucha curiosidad la posibilidad de hacer un personaje desde mis partes ridículas y encontrarme con hallazgos que no imaginaba ni remotamente previamente. También me encantó la apertura a todo emergente y la dinámica, el ritmo, que requiere. Es un entrenamiento que recomiendo a toda persona que quiera estar en escena, más allá de si quiere convertirse en payaso o no. Y en todo caso, como proceso de aprendizaje y experiencia personal, desde mis vivencias, puedo decir que lo encuentro alucinante.
-¿Quiénes son tus referentes artísticos?
-Me formé con muchos docentes, argentinos y extranjeros. Y trato de revisitar seguido las obras de grandes referentes cómicos. Sigo estudiando e investigando. Pero también las personas que me rodean, los pequeños mundos que construimos cotidianamente, mis afectos, los espacios que habito, son parte de lo que podría llamar “influencias” en el trabajo que se sintetiza cada encuentro en la Escuela de Clown. Inclusive hasta acontecimientos azarosos pueden ser grandes puntos de partida para un acontecimiento escénico de clown. De alguna forma, es como tener unos anteojos que te permiten observar en cada situación la posibilidad “clownesca” que tiene. Mirar con otros ojos, para construir una mirada artística y no sólo recibirla o consumirla.
Sobre el rol de la risa y el bullying
-En las escuelas, en los últimos años se comenzó a hablar de bullying, una temática siempre convocante, que invita a repensarnos constantemente ¿Qué herramientas puede aportar el clown como expresión artística a la compleja problemática?
-Bueno, en la Escuela de Clown siempre decimos que pareciera que es la única escuela en la que todos quieren repetir de año. Está claro cuándo la experiencia de la risa se disfruta. Nosotras hablamos de complicidad y de compartir. Desde ese lugar nos reímos en nuestros encuentros, con encuadres que tienen que ver con el cuidado, el respeto y el afecto. Cuando nos reímos de lo que hace un clown en escena, nos reímos porque nos sentimos identificados en el mismo fracaso que le sucede a ese payaso y sucede en el marco de la ficción. Además de que cada clown podrá decidir qué y cómo se expone para ese efecto cómico. Desde la coordinación simplemente acompañamos ese proceso.
-En lo que se denomina bullying no están construidos esos acuerdos previos, que no vienen dados, se trabajan. Y muchas veces el simple enunciado no alcanza, es el cuerpo grupal el que se tiene que poner en juego.
-El sistema educativo tiene mucha más complejidad que nuestra escuela de clown. Se trata de otra escala, otra lógica y otros objetivos. Ahí aparecen emergentes atravesados por problemáticas sociales que inclusive exceden el ámbito escolar. Sí podemos decir, a partir de nuestras experiencias en las escuelas, que el arte, el teatro, el clown, tienen mucho para aportar en la dimensión vincular de cualquier institución. Porque nos permite vislumbrar que todos tenemos fragilidades, temores, miedos; que todos podemos comunicarnos de diferentes modos y no quedarnos con un solo discurso o lenguaje. Y porque, como en todo acontecimiento teatral, no hay posibilidad de hacerlo en soledad, es una actividad que pone la dimensión humana y el
encuentro con el otro en su razón de ser.
La Escuela de Clown de Rosario
-Dirigís la escuela que funciona en la sala Teatral Cultural de abajo, ¿cuándo nace?
-La Escuela de Clown de Rosario nace en 2004, la fundamos junto a Patricia Larguía quién fue una reconocida música y compositora de la trova rosarina, falleció en el 2020. Ella aportó mucho trabajo sobre la cualidad de los excéntricos musicales, la voz, el ritmo y la música en el clown. Empezamos con un pequeño grupo y muy pronto creció el proyecto. Hicimos funciones, ampliamos los horarios de los cursos y los cupos de participantes. Realizamos producciones, temporadas, cursos con maestros internacionales, salidas guiadas a diferentes artistas de nuestra ciudad, intervenciones urbanas, ciclos de obras, varietés, fiestas, participamos de festivales, hicimos cursos en otras localidades de país y en México, realizamos varias residencias con propuestas de formación, convivencia, entrenamiento y vida en la naturaleza… Actualmente llevamos 18 años de trabajo, sólo interrumpido en 2020 por la pandemia. Estamos en la etapa de inscripción para los cursos anuales de 2022.
-Actualmente, ¿cómo está conformada la escuela?
-Yo realizo la dirección artística y pedagógica de la escuela. En el equipo también trabaja Laura Baraldi, y Juli Pretelli, que se suma este año. Como profes de los cursos, conforman un grupo que piensa y repiensa la poética propia de la escuela y su transmisión. La particularidad de nuestro espacio es que siempre fuimos mujeres las que organizamos, gestionamos y tomamos las decisiones de la escuela. Nos interesa sostenerlo de ese modo, aún es algo excepcional en el universo del mundo clown. También estamos gestionando un curso con el maestro internacional Gabriel Chame, previsto para mediados de abril y abierto a la comunidad de payasos de Rosario. Vendrá a presentar además su reciente libro: “El latido del presente”.
Contacto
Quienes deseen obtener más información sobre las propuestas de la Escuela de Clown de Rosario, pueden comunicarse a través de sus redes:
https://www.facebook.com/EscuelaDeClown
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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