Los jugadores por un lado, Gorosito por el otro y los dirigentes por otro. Todos se fueron separados del estadio de Arsenal, posiblemente ya con la convicción de que el ciclo estaba cumplido. A las pocas horas de haber terminado el muy mal partido que jugó Colón en Sarandí, los rumores sobre la discontinuidad del trabajo del entrenador se fueron haciendo cada vez más fuertes. Restaba "madurar" la salida. Mientras tanto, se sucedían algunos llamados telefónicos, contactos con entrenadores y rueda de consultas. "¿Qué hacemos?, ¿salimos con este entrenador el próximo partido?, ¿descomprimimos cambiando ya?, ¿querrá venir alguno a agarrar este fierro caliente de cuatro partidos, como lo hizo Merlo cuando Colón buscaba el ascenso en el 2014?", eran las preguntas recurrentes de los dirigentes.
En el balance, no podía faltar el análisis de la respuesta del plantel. Estuvo gran parte de la cúpula en el Viaducto, observaron y sacaron conclusiones. ¿Tenía "banca" Gorosito con el plantel?. La misma pregunta se hacían muchos luego de la derrota con Barracas Central. Gorosito se paró aquél día delante del grupo y, palabras más o menos, les preguntó: "Muchachos, si el problema soy yo, me lo dicen, nos damos la mano, renuncio mañana mismo y me voy". Y el plantel salió a respaldarlo. Afuera de la cancha aquél día y adentro de la cancha contra River, cuando la actitud del equipo fue muy diferente a la de ese partido con Barracas y a la de este miércoles con el Arsenal descendido.
El problema de Colón no es todo de este plantel. Si vamos a los números frios, en estos diez partidos (30 puntos), Colón sumó 14. Y con casi el 50 por ciento de los puntos (46 por ciento, para ser precisos), un equipo jamás se va al descenso. El problema de Colón es el pésimo armado del anterior plantel, de lo que fue quedando del equipo que salió campeón y no se reemplazó debidamente, de la pérdida de jerarquía, del fracaso recurrente en los mercados de pases que, por ejemplo, lo llevaron a armar un plantel que dio una floja respuesta con un DT, Saralegui, que eligió a los jugadores y se fue luego de la cuarta fecha y otro, Gorosito, que lo mejoró en algo pero que al fin y al cabo tuvo una cosecha bajísima de puntos, que lo dejó en una situación sumamente peligrosa para el inicio de esta Copa de la Liga.
En esto hay una gran responsabilidad dirigencial (naturalmente con la figura de José Vignatti como el máximo responsable), a partir de las malas decisiones que se fueron tomando entre 2022 y 2023. Los contínuos cambios de entrenadores sumado a algunos ciclos que fueron efímeros (como el de Rondina), desembocaron en una desjerarquización futbolística y matemática que puso al club entre la espada y la pared. Sumado también a otras situaciones como aquélla famosa "listita" que Falcioni echó mano luego de un partido con Huracán por el torneo local, en plena disputa de la Libertadores del año pasado y antes de la eliminación frente a Talleres, cuando el actual entrenador de Banfield dio a conocer los nombres de los jugadores que pidió y que no llegaron.
Gorosito, con lo poco que tenía, consiguió armar algo medianamente sólido y competitivo pero con las lógicas limitaciones de un plantel con pocas luces. Había que no fallar en el mercado de pases decisivo y llegó Miguel Abbondandolo, un conocido de Vignatti que fue dirigente de Atlético Tucumán, para colaborar en el armado de un plantel que eleve la jerarquía, algo que, considero, se logró. Sin embargo, está a la vista que al primer paso en falso, todo se podía derrumbar en la estabilidad del DT. Y esos pasos en falso se dieron con no haber ganado el clásico y con esas derrotas que calaron muy hondo frente a Barracas Central y Arsenal.
La imagen futbolística del equipo dejó mucho que desear. Y más allá de una respuesta anímica que no llegó, por ejemplo, en el partido con Barracas y por eso se lo dieron vuelta, acá hubo una falla muy grande de funcionamiento y se terminó jugando a cualquier cosa, con esa mezcla de desesperación e impotencia propia de un equipo sin planificación y sin ideas. Y en esto hay responsabilidad, claramente, del entrenador.
38 por ciento
De eficacia en la sumatoria de puntos es lo que acumuló Pipo Gorosito. En total, dirigió al equipo en 33 partidos del torneo local (sin contar Copa Argentina) y sumó 38 puntos (el otro lo consiguió Saralegui con su empate en el clásico).