Cualquiera que haya tenido el gusto de conocer, aunque sea por fotos, al historietista Maxi Falcone rápidamente se dará cuenta que físicamente guarda demasiadas similitudes con los tres personajes protagonistas de su nuevo trabajo.
De hecho, el grueso del contenido encuentra asidero en los recuerdos del autor durante su adolescencia transcurrida en los hermosos años noventa en la zona Fisherton de Rosario. De esta manera, Falcone es protagonista de su propio relato.
El detalle no es menor ya que obliga al autor a emprender, entre otras, la diaria tarea de enfrentarse consigo mismo. No es fácil, a menos claro, que tengas pocas cosas que objetarle a tu versión del pasado.
Y en ese sentido, Falcone no dista demasiado del adolescente que fue. Mantiene el largo de sus cabellos, pero también sus convicciones. En esta oportunidad sus personajes se movilizan con el rock como bandera, vistiendo remeras negras y pregonando, a través de las mismas, ciertas ideas de las que los propios referentes que las poblaban se han ido corriendo.
A ello responde el carácter rebelde del dibujante. El autor estampa su impresión del mundo fuera y dentro de las viñetas. Para dar con la primera de ellas bastará seguirlo en sus redes sociales, para la segunda por suerte existe el sello Rabdomantes.
“El último verano del rock”, es el tercer trabajo que la editorial rosarina recoge del autor, le precedieron “Esquizomedia” e ““Instagramsci”. Se encarga de presentar el tomo con la siguiente sinopsis: “Es la década del 90 y en el suburbio de una gran ciudad, un grupo de adolescentes que no saben muy bien qué hacer con sus días tratan de encontrar un rumbo a través del rock y el heavy metal.
“El último verano del rock” de Rabdomantes ediciones se constituye en uno de los trabajos más divertidos de Maxi Falcone. Foto: Gentileza.
Estos amigos con más pelos que sentido común atraviesan el tumultuoso camino a la adultez entre remeras negras, conciertos desastrosos, menemismo periférico y la búsqueda de una identidad tan perdida como el camino a casa. En el marco de un punto de inflexión histórico, Maxi Falcone nos presenta su último trabajo, una aventura slacker, con humor y muchas dosis de realismo a partir de una memoria prodigiosa o de una confusa fantasía. Si logran ponerse de acuerdo en el nombre de la banda o logran tocar un tema completo, el mundo será suyo. O al menos, que alguien les recuerde dónde dejaron la guitarra”.
“El último verano del rock” será presentado oficialmente en la próxima edición de la convención de historietas “Crack Bang Boom” (del 15 al 18 de agosto en los galpones del CEC de Rosario). Puede adquirirse a través de la tienda virtual de la editorial: https://www.rabdomantesediciones.com/.
Para más información pueden contactarse a [email protected]
La obra
“El último verano del rock” se presenta con una edición en formato de 24 x 17 cm, se plasma en blanco y negro y tiene una extensión de 120 páginas. Tanto el dibujo como el guion corren por cuenta del artista rosarino Maxi Falcone, quien también escribe “Una historieta de rock”, apartado a modo de introducción donde nos cuenta un poco la génesis del proyecto.
Como género, puede enmarcarse dentro del llamado “coming of age”. Si bien es verdad que prevalece el humor, el recorrido emprendido por sus protagonistas es principalmente emocional. La historieta nos habla del fin de la inocencia, y de la mirada adolescente en torno a un mundo a punto de cambiar. Respecto a esto, resulta imposible no recordar a “Cuenta conmigo” (1986), película en la que el director Rob Reiner comenzaba afirmando: “nunca más volví a tener amigos como los que tuve a los doce años”. Los personajes de Falcone son un poco más grandes, es cierto, pero la esencia es la misma, el sentido y la importancia de la amistad están allí.
Las historias rondan las dos páginas y cierran con un claro remate. Foto: Gentileza.
“El último verano del Rock” se nutre principalmente de los recuerdos de la propia adolescencia del artista. “Maxi, el Gordo y Nari” son un trío de jóvenes amantes del rock y metal pesado, que pasan sus días sin mayores preocupaciones más que las de ensayar y formar su propia banda. Partiendo de esta premisa el autor plasmará de manera fresca y muy graciosa, muchas de las situaciones a las que deberán enfrentarse para llegar a tal fin. Se retratan hechos cotidianos que responden al día a día de esos jóvenes sin demasiadas cosas que hacer.
Las aventuras comienzan en diciembre de 1993 (intentando dar forma al logo de la banda) y finalizan en abril de 1994. La delimitación temporal es uno de los grandes logros del trabajo, Falcone nos habla de un camino hacia la adultez que puede ser incluso más duro con la presencia del menemismo. Por si algunas de las referencias no bastasen, el artista incluyo al expresidente en una tira rodeado de algunos de sus políticos cercanos. Los mismos afirman: “solo los ineptos pueden criticar el neoliberalismo y la globalización”, al tiempo que proclaman que “los argentinos disfrutan el progreso y el consumo”.
Es un trabajo en el que abundan las referencias de época. Con buen tino se mencionan canales como “MTV” y “The Film Zone”, conductores como “Tinelli” y “Pergolini” y programas como “Jugate conmigo” y “Beavis and Buthead”. Con lo que tiene que ver propiamente con la música, se nombran bandas como “V8”, “Logos”, “Hermética” y las rosarinas “Intense Mosh” y “Carillon”.
Y por si los ingredientes fueran escasos, los personajes de Falcone transitan sus días en la zona oeste de Rosario, específicamente en Fisherton. El barrio es un protagonista más. Los adolescentes tienen vecinos como el Pájaro Gómez (cantante de la banda “Vilma Palma”), transitan plazas, lugares como la iglesia Cristo Rey y casonas emblemáticas como la de la familia inglesa Egginton (ubicada en Tarragona y Boulevard Argentino).
Haciendo uso de todos estos elementos, Falcone despliega una suave, pero no por ello menos impactante, crítica social. Desde el humor, sello característico del autor, pone sobre la mesa temas como el vaciamiento cultural, el aumento del desempleo y la concentración de capital.
Sus personajes patean la calle brindando diálogos simples, sin demasiadas vueltas, como en aquel en donde se preguntan qué nombre llevarían las calles si fuesen cortes de carne: “Los chetos vivirían en avenida lomo o boulevard colita de cuadril. En los barrios carenciados estarían la cortada azotillo o el pasaje ossobuco”.
Escenas como estas, sintetizan el estilo del artista.
En cuanto a la faz gráfica ofrece un estilo humorístico, cercano al cartoon y de líneas claras. El artista presta una especial atención al retrato de edificios y lugares conocidos, evidenciando así la dedicación y el trabajo de investigación emprendido.
La realizado con la tienda “La Favorita” es un claro ejemplo. Respecto a la estructura de las páginas brinda un diseño prolijo, la relación de aspecto de los cuadros es 1 a 1, algo que encuentra justificación en el hecho que la mayoría de ellos son pensados inicialmente para ser compartidos a través de las redes sociales.
Las historias rondan las dos páginas y cierran con un claro remate. Alguna de ellas, sin embargo, son acompañadas por fotos reales del acontecimiento. Algo particularmente interesante, que, además, refuerza la relación entre el artista y los lectores. Falcone comparte su intimidad como si el público fuese parte de su grupo de amigos.
“El último verano del rock” de Rabdomantes ediciones se constituye en uno de los trabajos más divertidos de Maxi Falcone. Resulta imposible no imaginar al autor reírse de sus chistes, y con ello, de su propia vida. El tomo es de lectura ágil y goza de buen ritmo sin descuidar nunca el rol crítico del autor. Hacerlo sería ir en contra no solo del propio Falcone sino de aquel músico que felizmente se embarcaba en un show donde “no había ni plata, ni flete, ni comida” y del que encima “había que encargarse del sonido”. La vida misma.