El pasado fin de semana se desarrolló en la ciudad de Rosario una nueva edición de “Crack Bang Boom”, la convención de historietas sin dudas más grandes del país.
Existen similares y pueden trazarse paralelismos con otras que han surgido con el correr de los años, pero ninguna significa tanto para el “laburante” de la historieta como esta. No es casual entonces que las remeras y pins de este año la nombren como “La Crack”. El público la siente así, cercana y amigable, de allí su importancia y el sentido de pertenencia que guardan respecto a ella.
Su éxito es fruto del trabajo conjunto de sus organizadores y de los propios historietistas que la han adoptado como un punto de encuentro. Culturalmente es una gran cocina de ideas y proyectos, muchos de ellos han tomado forma mediante charlas entre galpones y galpones. Tanto es así que, si el día de mañana la convención dejase de existir, probablemente dibujantes, guionistas y amantes de la historieta en general, aun mantendrían esta suerte de misa quizás como manteros a la vera del rio Paraná.
Este triunfo es acompañado por la perdida de muchos de los prejuicios que rodeaban a la historieta, actualmente se la ha revalorizado y goza de una mayor reputación.
Asimismo, los sellos han entendido que la autogestión no es importante sino imprescindible.
Hoy Rosario, tras un largo camino emprendido, es sinónimo de historieta. A las trece ediciones de la popular “Crack Bang Boom” se suma su apoyo durante diez años a “Leyendas”, evento mucho menos ambicioso, donde comenzaron, entre otras cosas, los populares desfiles y premiaciones de cosplay. Por todas estas razones, el éxito de esta y probablemente futuras ediciones, no debería sorprender a nadie, se trata, al fin y al cabo, de una conquista compartida.
En cuanto a la convención de este año, la misma se desarrolló - desde el jueves 15 al domingo 18 de agosto- respetando la misma dinámica de ediciones anteriores.
Exceptuando algunas proyecciones realizadas de forma gratuita en la Plataforma Lavardén y el cine Lumiére, todas las actividades se llevaron a cabo en Galpón 11, CEC y Galpón de las Juventudes, renombrados para la ocasión como espacios Espacio “Crack”, “Bang” y “Boom”. A estos se sumaba la famosa carpa de los fanzines, de acceso libre y ubicada en el centro de la escena, reservada a aquellos que están dando sus primeros pasos en la autoedición con ejemplares realizados de forma artesanal. De acuerdo a lo charlado con los expositores, fueron de los más golpeados frente a la realidad económica, optando muchos por acompañar la venta de ejemplares con la de impresiones, remeras y distintos suvenires temáticos. La cantidad de gestores era numerosa, muchos provenientes de países limítrofes.
Dos muestras enseguida llamaron la atención de los concurrentes y se destacaron por sobre el resto. La primera de ellas, teniendo como excusa la celebración del cumpleaños número 80 del "Negro" Fontanarrosa, presento la reinterpretación de muchos de sus personajes a cargo de otros artistas. La segunda llamada “Nada se pierde: Dibujantes de Humor", exponía algunos originales de los dibujantes de la reconocida revista “Humor” realizados a lo largo de su publicación (1978-1999). A esta se sumaron los de otras publicaciones de la misma casa editora, “La Urraca”, como “Fierro” y “El Péndulo”. Su curador, José María Gutierrez, también dedico una charla donde expuso el camino que emprendió para recolectar el material.
En concordancia con los mejores años de la convención, este 2024 contó con la presencia de una figura internacional muy convocante. Jeph Loeb, veterano guionista de cómics y productor de cine y televisión (actualmente director del área televisiva de Marvel Studios) no solo firmo ejemplares en el callejón de los artistas durante tres jornadas, sino que participo en dos charlas acontecidas los días viernes y sábado.
Allí compartió experiencias, parte de su proceso creativo y se sometió a las preguntas del público. Como figuras, también llegaron el periodista y editor brasileño Sidney Gusman - que como dato de color compartió de forma alegre en sus redes sociales su visita al Gigante de Arroyito en el marco de la copa Sudamericana - y el ilustrador independiente chileno Genzoman. Ambos brindaron charlas y atendieron personalmente a los artistas interesados en presentarles sus proyectos.
Respecto a las premiaciones, el día jueves 14 se entregaron los diplomas correspondientes al “Concurso de Historieta CBB”, cuya meta principal es promocionar nuevos valores en el mundo del Comic. El tema de esta edición fueron las supersticiones; el primer premio fue para “La mano del conejo” de Nehuen Duham Defosse y J. Mariano Luengo; el segundo para “Superstición” de Federico Gastaminza y el tercero para “Trébol de cuatro hojas” de Walter Koza (guion) y Leila Kovacs (dibujo). El sábado con un galpón 11 colmado de asistentes, Eduardo Risso inicio la séptima entrega de los Trillo, premios que enaltecen lo mejor del comic nacional. Entre algunos de los ganadores se destacaron “La Caja 4” de Esteban Podetti como mejor obra de humor gráfico; “¡Misterio! Más allá de la nariz” de Agustina Casot como mejor obra infantil; “Historieta Revolver 15” de Primavera revolver casa editorial y “La Calorosa”, compendio de historietas eróticas del Colectivo Che, compartieron el premio como Mejor Antología y “Náufrago Morris” de Lautaro Fiszman recibió el galardón como mejor dibujante. Este último resumió en su breve discurso el malestar general del sector en relación al desfinanciamiento y la escasez de políticas de apoyo a la cultura.
El momento de mayor aplauso llegó con la entrega del premio a la trayectoria al inoxidable Horacio Lalia, quien recibió el galardón de manos del propio Eduardo Risso. El dibujante, recordado por sus adaptaciones de autores clásicos de la literatura, así como por trabajos como “Nekrodamus”, “El escapista”, “La mano del muerto” y “Belzarek”; visiblemente emocionado apenas esbozo unas palabras y dio las gracias. Más tarde en charla con este medio expreso que “verdaderamente no lo esperaba” y que más allá de que siempre concurría a la premiación lo habían llevado en esta oportunidad “un poco engañado”. Un merecido reconocimiento a uno de los pilares fundamentales del noveno arte en nuestro país.
Como cada año se plasmaron una serie de talleres y charlas, muchas tendientes a presentar los últimos lanzamientos de las editoriales. Hubo mesas de rol y juegos de mesa, stands comerciales e incluso un sector donde se destacaron los juegos árcades clásicos.
En cuanto a la concurrencia los números, de acuerdo a cifras oficiales, oscilan entre los 50 y 55 mil concurrentes, algo que aumenta considerablemente el día del propio cierre con el desfile de cosplay. Es increíble como la cantidad de inscriptos ha crecido con el correr de los años, obligando a la convención a circunscribirlos a distintas categorías como niños o cosplay individuales y grupales.
Crack Bang Boom cerró una nueva jornada con la frente bien en alto, demostrando que, tras trece años, aún no conoce su techo. Artísticamente fue una convención muy bien realizada con visitas internacionales que la potenciaron. Representa para la industria un oasis o burbuja que consigue aislarlos, durante al menos cuatro días, de la realidad imperante y la incertidumbre cultural. Un clásico de la ciudad en el que abundan las buenas propuestas del mundo editorial local, pero ante todo un espacio en el que no hay lugar para la desesperanza.