La reciente reapertura del boliche Taura, ubicado en las instalaciones del club Ministerio de Obras Públicas (MOP), en la costa central de Rosario, reavivó las controversias en torno al uso del espacio y la legalidad de su habilitación. En particular, esta situación desató críticas desde sectores del Concejo Municipal, que exigen explicaciones sobre los permisos otorgados para su funcionamiento, mientras señalan posibles incumplimientos normativos.
El club MOP, emplazado sobre calle Comunidad Foral de Navarra, junto a la Estación Fluvial, tiene una cesión de uso precaria que, según lo establecido, permite actividades recreativas, deportivas y culturales destinadas a sus afiliados. Sin embargo, desde hace años, se cuestiona la realización de obras y actividades en el predio que exceden los fines autorizados, como la ampliación de la guardería náutica o el funcionamiento de espacios gastronómicos y de entretenimiento nocturno.
El debate vuelve a poner en tensión dos perspectivas: por un lado, el pedido de transparencia y cumplimiento de las normas por parte del Ejecutivo municipal; por el otro, la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con el respeto a los derechos de los vecinos.Foto: Archivo/Marcelo Manera
En esta oportunidad, Taura reabrió con una habilitación como “bar-restaurante”, según indicaron los empresarios vinculados al proyecto. El espacio cuenta con 1.200 metros cuadrados y fue presentado como un nuevo polo de nocturnidad en la ciudad. No obstante, sectores del Concejo cuestionan la legitimidad de su apertura, recordando un convenio firmado en 2023 entre la Municipalidad de Rosario y el club MOP que prohíbe expresamente actividades de música y baile al aire libre en el predio, a raíz de conflictos previos con vecinos de la zona.
En paralelo, persisten los reclamos para que se realicen inspecciones en el lugar y se aclaren las condiciones de habilitación del emprendimiento. También se han reiterado pedidos de informes sobre la posible ejecución de obras sin los permisos correspondientes, como la instalación de tanques subterráneos para combustible, que requerirían certificación de la Secretaría de Energía.
Según la concejala Fernanda Gigliani, del bloque Iniciativa Popular, “a cualquier ciudadano se le exige un permiso de edificación y el final de obra. No exhibir los papeles genera suspicacia y malestar”.
Lluvia de comentarios
Por otro lado, la reapertura de Taura ha polarizado las opiniones en las redes sociales. Mientras algunos vecinos y concejales denuncian privilegios otorgados a este emprendimiento, otros destacan la importancia de impulsar la nocturnidad como motor económico de la ciudad. Para muchos, el boliche representa una oportunidad para generar empleo y revitalizar una zona emblemática de Rosario, aunque la falta de claridad en el proceso administrativo sigue siendo motivo de cuestionamientos.
Históricamente, el uso del predio del club MOP ha estado marcado por la controversia. Desde 2011, cuando el Concejo rechazó por unanimidad un proyecto que contemplaba la construcción de una guardería náutica para 1.200 embarcaciones y un salón de eventos, las obras y habilitaciones en este espacio han sido objeto de denuncias reiteradas. A pesar de los rechazos legislativos, el club avanzó con diversas intervenciones, como la ampliación de la guardería náutica en 2016, y desde entonces acumula acusaciones de incumplimientos normativos.
El debate vuelve a poner en tensión dos perspectivas: por un lado, el pedido de transparencia y cumplimiento de las normas por parte del Ejecutivo municipal; por el otro, la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con el respeto a los derechos de los vecinos. Mientras tanto, el futuro de Taura y su impacto en la nocturnidad de Rosario dependerá de las respuestas que pueda ofrecer la Municipalidad sobre el caso, y de cómo se resuelvan las múltiples inquietudes planteadas en el ámbito legislativo.