Homicidio y repercusiones

Murió una mujer durante una cirugía y otras se animaron a denunciar al médico

A fines de enero una paciente falleció en Concordia luego de realizarse una liposucción. Tras el fallecimiento salieron a la luz detalles de las irregularidades de la supuesta clínica y del profesional que realizó la operación. En diálogo con Mirador Entre Ríos, las pacientes del acusado, contaron cuáles son los problemas que sufren hoy.
20-02-2019 | 20:01 |

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Las mujeres denunciaron al cirujano y contaron la pesadilla que viven por haberse operado con Ojeda.


Belén Fedullo

Dos días antes de terminar el primer mes del año trascendió que una mujer había sido trasladada en grave estado hacia el hospital Masvernat de Concordia. Según indicaban los informes, viajó hacia esa ciudad desde Paysandú, Uruguay, para realizarse una liposucción con el doctor Daniel Ojeda, reconocido médico que desde hace algunos años se dedica a la estética. Casi 24 horas después, Iris Amaro falleció a causa de las complicaciones que sufrió durante el procedimiento estético. A partir de ese momento, las irregularidades comenzaron a salir a la luz.

El cirujano fue detenido horas después de la internación, si bien la paciente no había fallecido, el juez consideró que debía ser encarcelado luego de que los vecinos del lugar en que practicó la cirugía contaran que cuando partió la ambulancia él retiró bolsas y valijas. Tras la muerte, el profesional fue imputado por homicidio y desde la Justicia decidieron que, mientras la investigación continúa, él permanecerá en una celda durante 60 días.

Avance de la causa, irregularidades y estrategias

Por la muerte de la mujer uruguaya, además del médico resultaron imputadas tres mujeres que lo acompañaban en el lugar, dos enfermeras y una asistente.

Tras la imputación, el juez de la causa, Darío Mautone, decidió dictar prisión preventiva para el cirujano y durante 30 días para Romina Duraez, una enfermera que también cumple con la medida en una comisaría, ya que amenazó a una de sus compañeras para que hiciera silencio. Las otras dos ayudantes (Fernández y Zárate) cumplen con las medidas restrictivas en su domicilio mientras avanza la investigación.

En medio de la espera, durante la detención del profesional trascendió que había intentado quitarse la vida. El fiscal que investiga la causa, Martín Núñez, hizo un seguimiento y no encontró elementos que indicaran que esto había sucedido, así que sospechó que se trató de una maniobra para conseguir prisión domiciliaria o traslado, ya que el abogado defensor, Juan José Bukténica, había expresado que el médico no quiere cumplir con la medida preventiva en una celda en Concordia.
Con dos integrantes del equipo de cirugía en prisión, la causa comenzó a avanzar. El fiscal Núñez confirmó este miércoles que desde el ministerio de Salud de la provincia “informaron que la clínica no estaba habilitada, que el médico tiene título habilitante solo para cirugías pediátricas y que no había habilitaciones para procedimientos en la dirección en donde sucedió el hecho”.

“Es por eso que se lo imputa en carácter de dolo eventual y no como homicidio imprudente. No es un error, sino que el estado de cosas es tan irregular que era previsible que pudiera haber una muerte”, señaló el fiscal y agregó: “Incluso Duraez dice que la que aplicaba la anestesia era ella, que es enfermera y que Fernández alcanzaba los instrumentos, y ni siquiera tiene título”.

Una cirugía y una marca para siempre

Varias mujeres decidieron contar a Mirador Entre Ríos lo que padecieron luego de operarse en su clínica clandestina.

Cristina Delgado contó: “Fui paciente de Ojeda. En su momento me fui a sacar una cesárea y él me hace una `lipo´. Yo tenía muy pocos kilos, por lo que no entendimos nunca qué fue lo que hizo. De ahí en más, esa herida, al no tener piel, jamás se cerró”. La mujer debió tratar su herida con azúcar y luego someterse a la intervención de dos médicos que le hicieron un injerto, gracias al cual pudo sobrevivir. La denuncia que hizo Delgado lleva 9 años en el juzgado y en estos días, luego de la muerte de la paciente uruguaya, su caso está siendo tratado.

Cecilia Morante tiene 46 años llegó a la clínica después de su último embarazo. “Quedé con unos kilos demás que me molestaban, me realicé una lipoescultura y una dermolipectomia”, dijo y describió: “Se complicó desde el primer momento, porque me colocó hilos que no se usaban más para cirugía, y hasta dejó material olvidado dentro de mí”. Cuando quiso reclamar le dijeron que el médico se había ido de vacaciones y no fue atendida. “Mi panza hervía de calor por la infección, tenía verde, me estaba pudriendo. En la dermolipectomia cortó tanta piel que estuve casi un año caminando encorvada, eso me trajo serios problemas cervicales y lumbares de por vida”, relató.
La mujer intentó denunciar hace algunos años, pero no pudo hacerlo. Ahora le tomaron una denuncia en fiscalía. “Confío en que la Justicia actuará y podré estar tranquila. Hasta hoy no lo puedo nombrar porque lloro, sigo haciendo tratamiento psicológico y terapias alternativas para superar tanto daño que me causó”, dijo emocionada.

Valeria Aranda conoció al médico cuando era pediatra y dedujo que era una buena opción para realizarse una intervención que quería. “Me hice estudios básicos antes de acudir a hacerme una mamoplastia, pero no tuve contacto con un anestesista, por ejemplo, que es sumamente importante”, explicó.

“Pasaron un par de días y empecé a sentirme mal. Entendí que el dolor debía ceder, pero eso no ocurría entonces presté atención y me di cuenta que una de las prótesis había empezado a migrar hasta el centro de mi cuerpo”, contó y especificó: “Él demoró mucho en volver a llevarme al quirófano porque desmerecía mis explicaciones y lamentablemente todo se complicó y me operó. Pedí que me sacara las prótesis pero me sacó una y me puso un yeso para que adhiera el esternón y pasadas unas semanas estaba en estado putrefacto. Volví al consultorio y me veía el hueso, volvió a operarme varias veces pero no me dio solución y fue el médico Cesar Mantaras quien me salvó la vida luego por una infección general”.

Ojeda atendía a la joven en un consultorio privado, pero la operaba en el Instituto de Pediatría, lugar en el que trabajaba cuando ejercía como pediatra. El director del lugar en las audiencias de mediación negó conocerla.

En 2007 Valeria contrató a un abogado e hizo denuncias incluso en Paraná, pero eso no fue suficiente y vio cómo el médico siguió operando, aún cuando ella tenía pruebas de las irregularidades en la clínica.

Leticia Bentancor fue a la clínica en 2013 por recomendación de una compañera de trabajo y porque su hijo había sido intervenido cuando el profesional se dedicaba a la pediatría. Se realizó todos los estudios y se sometió a una dermolipectomia con una sedación que no fue anestesia, por lo que sufrió durante la intervención. Cuando salió, el médico la hizo bajar las escaleras e irse caminando. “Luego de eso empecé a sentirme mal, tenía hemorragias, él venía a mi casa a verme y me tranquilizaba”, recordó y detalló: “Fui a buscarlo, me dijo que se iba de vacaciones y que me quede tranquila. Se fue por 20 días, si yo esperaba ese tiempo sin hacerme ver me moría. Hace 5 años que no vivo, que no soy mujer y me cuesta todo. Ahora estoy reviviendo todo lo que me pasó y no sé cuándo podré curarme del trauma que me quedó, pero ahora iré a la Justicia aunque sé que tiene denuncias de más de 20 años y no ha pasado nada hasta esta muerte que nos permite hablar”, concluyó, entre lágrimas.
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