En una de las unidades penales presentando “La Calandria”. Foto: Gentileza UNER
José Prinsich
[email protected]
Las luces están apagadas y el público aguarda con ansias la llegada de los actores. De pronto, desde el fondo de la sala, Manso y Patota irrumpen el silencio del lugar y hacen su entrada con canciones y al mejor estilo clown, lo que genera en los espectadores un mar de risas junto a una gran cantidad de rostros cargados de alegría. Una vez en el escenario, los payasos se disponen a hacer eso que tanto les apasiona hacer: teatro.
Bajo la interpretación de Paula Righelato y Ezequiel Caridad, la pareja paranaense deleitó a los presentes con la obra “Suite Criolla”, una producción de la Compañía Teastral que ya ha recorrido varios escenarios y ciudades de la provincia. En la puesta en escena, los protagonistas de la historia recrearon un picnic en el cual, a través del humor, la música y una sólida actuación, divirtieron a niños, adolescentes y adultos.
En diálogo con Mirador Entre Ríos, Caridad dejó en claro que “este espectáculo nace de la necesidad de payasearla un poco más y de intervenir un poco más con los payasos. Nosotros amamos mucho lo que es la comedia y el humor”. Esta propuesta surgió a partir de un intenso trabajo realizado con el grupo “La Partuza” de Rosario, elenco con el que se cruzaron en unos festivales del interior. Con estos maestros de la actuación, los entrerrianos empezaron a entrenar la técnica del mimo y del teatro corporal.
Poco a poco comenzaron a diagramar la musicalidad en la escena y la idea hacia dónde querían ir. “Nosotros no venimos del circo y el payaso está muy relacionado con el circo. Nosotros venimos más del teatro de calle, y en cuanto a la cuestión del payaso estábamos un poco distante”, continuó Tete, quien destacó que fueron investigando los códigos del clown para concretar sus unipersonales: “Icaria” de Paula y “Linge” de Ezequiel.
-¿En qué se inspiraron para hacer esta “Suite Criolla”?
-Ezequiel Caridad (EC): Cuando llegó la pandemia y que no podíamos hacer nada, pensamos en hacer algo desde el living de nuestra casa. Estábamos mirando mucha televisión, cine y Netflix. Entre tantas cosas nos topamos con los capítulos de Chespirito, que hemos visto un montón de veces. Hay unos videos inéditos del grupo de teatro de Chespirito donde ellos hacían versiones de Shakespeare. De esta manera armamos una versión para el living de nuestra casa con seis personas, donde hacíamos esta ‘Suite Criolla’ y le servíamos té y torta a los que llegaban. Eso fue tomando forma y lo convertimos en este espectáculo.
-¿Cuál es la clave para hacer reír?
-EC: Es difícil porque no hay una fórmula exacta, pero vos sabes que haciendo tal o cual cosa vas a tener un remate que eso va a generar humor, como cuando haces un chiste. Lo principal para generar humor es hacer la conexión con el espectador, tener empatía, ponernos de igual a igual y mostrarle que también nosotros somos humanos, que también tenemos errores y nos equivocamos desde el payaso, que obviamente es mucho más exagerado. Hay que conectar desde la mirada, desde el corazón y poder encontrar esos lugares.
-¿Cómo es interpretar a un payaso?
-EC: Una cosa es ser un payaso y otra cosa es hacerse el payaso. Uno se puede hacer el payaso. Me pongo una nariz de payaso, hago un poco de monerías, la gente se va a reír, pero cuánto tiempo va a durar esa risa. Llega un tiempo que se agota. Hay que descubrirse a uno mismo dónde está el humor. Todos los humores son diferentes y no todos se ríen de lo mismo. Yo puedo hacer un gesto y hay gente que se va a reír y gente que no. Algunos se van a reír a carcajadas, otros van a hacer una sonrisa y a otros no les va a causar tanta risa. Nos pasa a todos y nos preguntamos: de qué nos reímos.
-¿Qué aprendieron de todos estos años haciendo teatro?
-Paula Righelato (PR): Tenemos un montón de anécdotas buenas y hermosas, pero también hubo tristes. Como hacedores de teatro nosotros trabajamos con las emociones propias y ajenas. Cuando algo no está funcionando, no es responsabilidad del público exclusivamente. Eso tiene que ver con cómo estamos nosotros frente a ese público, cómo está ese público para recibirnos y cómo está la comunidad en general, si está atravesando una pandemia, un momento de felicidad o de profunda tristeza. Con esas funciones nosotros vamos a trabajar cuando hacemos la función. Nosotros sabemos qué funciona, pero también creemos que cancherear, subestimar al público o suponer que el público va a reaccionar de tal manera no sirve y nos baja de un hondazo.
-EC: Es así clarísimo. Si venís de una racha teniendo buenas funciones y la canchereaste, te fue mal. Nosotros tenemos muy en cuenta al espectador. Sabemos que tenemos que cuidarlo porque es quien nos da la identidad para que nosotros podamos estar en el escenario.
-¿En qué lugares se sienten más cómodos para actuar?
-EC: Nosotros hemos recorrido muchos lugares, entre teatros, festivales internacionales. Hemos estado en hoteles de seis estrellas, pero también en el volcadero, en comedores, en las cárceles, en lugares muy humildes, donde de verdad no llega el teatro. Yo valoro más los lugares donde la felicidad cuesta que llegue, que estar en un súper teatro. En realidad, me encanta estar en un súper teatro, pero también me gusta encontrarme con gente que se olvidó de todos los quilombos y todo lo que sucede a su alrededor. Esos momentos van a quedar grabados para siempre.
-La vida de ustedes continúa aun cuando se baja el telón, ¿Cómo es esa relación de pareja?
-EC: Somos pareja desde el momento que conformamos la compañía de teatro. Tenemos dos hijos en común. En los ensayos nos pasamos factura pero también en las funciones (risas). Creo que la pandemia nos ha dejado un gran aprendizaje: convivir más allá de la convivencia. Con la pandemia hubo que convivir las 24 horas del día. Aprendimos un poco de eso. Ahora estamos en otro lugar. Esto de ser pareja y que nos conocemos tanto nos da la posibilidad de poder decir ‘Ah’ y sabemos a dónde vamos a ir. Nos conocemos mucho. Esa complicidad nos permite llevarla a la escena y jugar con esto, reírse de esto porque en definitiva el payaso es eso, encontrarse con su propia ridiculez y la vulnerabilidad de cada uno. Con eso hacemos humor, riéndonos de lo que somos, no de algo inventado.
-PR: Empezamos en el 2017 dentro de un proyecto de la UNER que es “Radio Chamuyo”, que está funcionando en la Unidades Penales de Paraná. Ese proyecto está hace 15 años. Es un proyecto de educación en situación de encierro. Me invitan a dar clases de teatro en vez de hacer funciones, que era lo que pensábamos hacer.
-¿Cuáles fueron las sensaciones de esa experiencia?
-PR: En realidad, hubo situaciones particulares y la vida casi que nos empujó a mirar esa realidad. Uno tiene un montón de prejuicios en relación a la gente que está adentro de la cárcel. Nadie sabe quién está dentro de la cárcel ni porqué. Ahí vas a escuchar un montón de versiones. La idea era llevar solamente funciones, pero no es tan sencillo ir a ese lugar, que es otro mundo y otra forma de vivir.
-EC: No todo es mano dura, encierro, rejas y que hay algo más humano y que puede venir desde afuera. Cada vez que terminábamos, ellos venían, nos abrazaban y nos agradecían. Ahí se siente el valor de lo que uno hace. A veces el cuerpo se cansa con la rutina, pero cuando llegas a esos momentos decís: ‘esto es lo que vale’.
-¿Qué propuestas pudieron llevar adelante en las unidades penales?
-PR: Una de las formas de enseñarles a hacer teatro era viendo teatro. Aprender a hacer teatro es mirar también. Nosotros, para componer nuestros personajes, observamos mucho a la gente, las situaciones. Miramos muchos mundos. Todos los mundos posibles. Así convocamos a compañeros con los que trabajábamos porque el primer año no teníamos nada de recursos para hacer funciones. De hecho, empezamos nosotros dos haciendo funciones y después invitamos a los compañeros.
-EC: Logramos conseguir fondos de cultura de provincia y del instituto nacional de teatro para traer elencos de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y hasta participó un grupo de México, compuesto por personas que habían estado presas. Era un elenco de teatro penitenciario. Fue una experiencia conmovedora. De esta forma pudieron ver todo tipo de teatro como payasos, drama, comedia.
-¿Cómo nace la Compañía Teastral?
-PR: Nosotros funcionamos desde el 2007. Nos conocimos con Ezequiel y nos encontramos en este espacio del teatro. Como elección de vida empezamos a trabajar juntos para compartir un camino, disfrutando del tiempo y del hacer. Iniciamos haciendo obras de teatro de calle con una adaptación para niños del clásico de “El Quijote de la mancha”. La calle fue nuestro primer lugar de función y el primer lugar que nos recibió sin puertas y sin límites. Ese fue el lugar que elegimos para trabajar durante muchísimos años. A partir de hacer estas funciones en la calle empezamos a trabajar cada vez más en espacios abiertos y formamos un festival de teatro callejero, que después fue creciendo.
-¿Cómo continuó ese camino?
-PR: Luego de trabajar muchos años organizando el festival, decidimos dejarle el festival a otros compañeros porque queríamos hacer otras cosas. Teníamos otros proyectos. Nosotros seguimos aprendiendo porque mientras tanto nos seguimos formando. Hemos encontrado otras formas de hacer teatro y de comunicar. A partir del 2019 dijimos ‘vamos a parar un poco’ como para poder mirar y pensar qué hacemos desde la Compañía. El parate fue concreto. Nos estamos rearmando. Tenemos espectáculos para niños y adultos. Trabajamos mucho en escuelas. Esperamos poder volver a hacer teatro en las escuelas porque creemos que el teatro es una herramienta fundamental para la comunidad.
Righelato también adelantó que “estamos ensayando otros proyectos con otros grupos porque estamos pensando en un festival para fin de año. Queremos retomar uno de los festivales que veníamos haciendo. Queremos volver de a poco. La idea es noviembre”. A su vez, la reconocida actriz de la capital provincial confirmó a este medio que van a continuar con una formación para actores donde se abordará clown, bufón y melodrama, entre otras aristas teatrales. Dicha capacitación es abierta al pública y se estipula para el mes de octubre o noviembre. Además de eso, la Compañía tiene proyectada una gira por el interior de Entre Ríos y por las provincias de Corrientes, Chaco y Misiones.
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Las luces están apagadas y el público aguarda con ansias la llegada de los actores. De pronto, desde el fondo de la sala, Manso y Patota irrumpen el silencio del lugar y hacen su entrada con canciones y al mejor estilo clown, lo que genera en los espectadores un mar de risas junto a una gran cantidad de rostros cargados de alegría. Una vez en el escenario, los payasos se disponen a hacer eso que tanto les apasiona hacer: teatro.
Bajo la interpretación de Paula Righelato y Ezequiel Caridad, la pareja paranaense deleitó a los presentes con la obra “Suite Criolla”, una producción de la Compañía Teastral que ya ha recorrido varios escenarios y ciudades de la provincia. En la puesta en escena, los protagonistas de la historia recrearon un picnic en el cual, a través del humor, la música y una sólida actuación, divirtieron a niños, adolescentes y adultos.
En diálogo con Mirador Entre Ríos, Caridad dejó en claro que “este espectáculo nace de la necesidad de payasearla un poco más y de intervenir un poco más con los payasos. Nosotros amamos mucho lo que es la comedia y el humor”. Esta propuesta surgió a partir de un intenso trabajo realizado con el grupo “La Partuza” de Rosario, elenco con el que se cruzaron en unos festivales del interior. Con estos maestros de la actuación, los entrerrianos empezaron a entrenar la técnica del mimo y del teatro corporal.
Poco a poco comenzaron a diagramar la musicalidad en la escena y la idea hacia dónde querían ir. “Nosotros no venimos del circo y el payaso está muy relacionado con el circo. Nosotros venimos más del teatro de calle, y en cuanto a la cuestión del payaso estábamos un poco distante”, continuó Tete, quien destacó que fueron investigando los códigos del clown para concretar sus unipersonales: “Icaria” de Paula y “Linge” de Ezequiel.
-¿En qué se inspiraron para hacer esta “Suite Criolla”?
-Ezequiel Caridad (EC): Cuando llegó la pandemia y que no podíamos hacer nada, pensamos en hacer algo desde el living de nuestra casa. Estábamos mirando mucha televisión, cine y Netflix. Entre tantas cosas nos topamos con los capítulos de Chespirito, que hemos visto un montón de veces. Hay unos videos inéditos del grupo de teatro de Chespirito donde ellos hacían versiones de Shakespeare. De esta manera armamos una versión para el living de nuestra casa con seis personas, donde hacíamos esta ‘Suite Criolla’ y le servíamos té y torta a los que llegaban. Eso fue tomando forma y lo convertimos en este espectáculo.
-¿Cuál es la clave para hacer reír?
-EC: Es difícil porque no hay una fórmula exacta, pero vos sabes que haciendo tal o cual cosa vas a tener un remate que eso va a generar humor, como cuando haces un chiste. Lo principal para generar humor es hacer la conexión con el espectador, tener empatía, ponernos de igual a igual y mostrarle que también nosotros somos humanos, que también tenemos errores y nos equivocamos desde el payaso, que obviamente es mucho más exagerado. Hay que conectar desde la mirada, desde el corazón y poder encontrar esos lugares.
-¿Cómo es interpretar a un payaso?
-EC: Una cosa es ser un payaso y otra cosa es hacerse el payaso. Uno se puede hacer el payaso. Me pongo una nariz de payaso, hago un poco de monerías, la gente se va a reír, pero cuánto tiempo va a durar esa risa. Llega un tiempo que se agota. Hay que descubrirse a uno mismo dónde está el humor. Todos los humores son diferentes y no todos se ríen de lo mismo. Yo puedo hacer un gesto y hay gente que se va a reír y gente que no. Algunos se van a reír a carcajadas, otros van a hacer una sonrisa y a otros no les va a causar tanta risa. Nos pasa a todos y nos preguntamos: de qué nos reímos.
-¿Qué aprendieron de todos estos años haciendo teatro?
-Paula Righelato (PR): Tenemos un montón de anécdotas buenas y hermosas, pero también hubo tristes. Como hacedores de teatro nosotros trabajamos con las emociones propias y ajenas. Cuando algo no está funcionando, no es responsabilidad del público exclusivamente. Eso tiene que ver con cómo estamos nosotros frente a ese público, cómo está ese público para recibirnos y cómo está la comunidad en general, si está atravesando una pandemia, un momento de felicidad o de profunda tristeza. Con esas funciones nosotros vamos a trabajar cuando hacemos la función. Nosotros sabemos qué funciona, pero también creemos que cancherear, subestimar al público o suponer que el público va a reaccionar de tal manera no sirve y nos baja de un hondazo.
-EC: Es así clarísimo. Si venís de una racha teniendo buenas funciones y la canchereaste, te fue mal. Nosotros tenemos muy en cuenta al espectador. Sabemos que tenemos que cuidarlo porque es quien nos da la identidad para que nosotros podamos estar en el escenario.
-¿En qué lugares se sienten más cómodos para actuar?
-EC: Nosotros hemos recorrido muchos lugares, entre teatros, festivales internacionales. Hemos estado en hoteles de seis estrellas, pero también en el volcadero, en comedores, en las cárceles, en lugares muy humildes, donde de verdad no llega el teatro. Yo valoro más los lugares donde la felicidad cuesta que llegue, que estar en un súper teatro. En realidad, me encanta estar en un súper teatro, pero también me gusta encontrarme con gente que se olvidó de todos los quilombos y todo lo que sucede a su alrededor. Esos momentos van a quedar grabados para siempre.
-La vida de ustedes continúa aun cuando se baja el telón, ¿Cómo es esa relación de pareja?
-EC: Somos pareja desde el momento que conformamos la compañía de teatro. Tenemos dos hijos en común. En los ensayos nos pasamos factura pero también en las funciones (risas). Creo que la pandemia nos ha dejado un gran aprendizaje: convivir más allá de la convivencia. Con la pandemia hubo que convivir las 24 horas del día. Aprendimos un poco de eso. Ahora estamos en otro lugar. Esto de ser pareja y que nos conocemos tanto nos da la posibilidad de poder decir ‘Ah’ y sabemos a dónde vamos a ir. Nos conocemos mucho. Esa complicidad nos permite llevarla a la escena y jugar con esto, reírse de esto porque en definitiva el payaso es eso, encontrarse con su propia ridiculez y la vulnerabilidad de cada uno. Con eso hacemos humor, riéndonos de lo que somos, no de algo inventado.
Una experiencia única
-¿Cómo llegaron a dar clases de teatro en las unidades penales?-PR: Empezamos en el 2017 dentro de un proyecto de la UNER que es “Radio Chamuyo”, que está funcionando en la Unidades Penales de Paraná. Ese proyecto está hace 15 años. Es un proyecto de educación en situación de encierro. Me invitan a dar clases de teatro en vez de hacer funciones, que era lo que pensábamos hacer.
-¿Cuáles fueron las sensaciones de esa experiencia?
-PR: En realidad, hubo situaciones particulares y la vida casi que nos empujó a mirar esa realidad. Uno tiene un montón de prejuicios en relación a la gente que está adentro de la cárcel. Nadie sabe quién está dentro de la cárcel ni porqué. Ahí vas a escuchar un montón de versiones. La idea era llevar solamente funciones, pero no es tan sencillo ir a ese lugar, que es otro mundo y otra forma de vivir.
-EC: No todo es mano dura, encierro, rejas y que hay algo más humano y que puede venir desde afuera. Cada vez que terminábamos, ellos venían, nos abrazaban y nos agradecían. Ahí se siente el valor de lo que uno hace. A veces el cuerpo se cansa con la rutina, pero cuando llegas a esos momentos decís: ‘esto es lo que vale’.
-¿Qué propuestas pudieron llevar adelante en las unidades penales?
-PR: Una de las formas de enseñarles a hacer teatro era viendo teatro. Aprender a hacer teatro es mirar también. Nosotros, para componer nuestros personajes, observamos mucho a la gente, las situaciones. Miramos muchos mundos. Todos los mundos posibles. Así convocamos a compañeros con los que trabajábamos porque el primer año no teníamos nada de recursos para hacer funciones. De hecho, empezamos nosotros dos haciendo funciones y después invitamos a los compañeros.
-EC: Logramos conseguir fondos de cultura de provincia y del instituto nacional de teatro para traer elencos de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y hasta participó un grupo de México, compuesto por personas que habían estado presas. Era un elenco de teatro penitenciario. Fue una experiencia conmovedora. De esta forma pudieron ver todo tipo de teatro como payasos, drama, comedia.
-¿Cómo nace la Compañía Teastral?
-PR: Nosotros funcionamos desde el 2007. Nos conocimos con Ezequiel y nos encontramos en este espacio del teatro. Como elección de vida empezamos a trabajar juntos para compartir un camino, disfrutando del tiempo y del hacer. Iniciamos haciendo obras de teatro de calle con una adaptación para niños del clásico de “El Quijote de la mancha”. La calle fue nuestro primer lugar de función y el primer lugar que nos recibió sin puertas y sin límites. Ese fue el lugar que elegimos para trabajar durante muchísimos años. A partir de hacer estas funciones en la calle empezamos a trabajar cada vez más en espacios abiertos y formamos un festival de teatro callejero, que después fue creciendo.
-¿Cómo continuó ese camino?
-PR: Luego de trabajar muchos años organizando el festival, decidimos dejarle el festival a otros compañeros porque queríamos hacer otras cosas. Teníamos otros proyectos. Nosotros seguimos aprendiendo porque mientras tanto nos seguimos formando. Hemos encontrado otras formas de hacer teatro y de comunicar. A partir del 2019 dijimos ‘vamos a parar un poco’ como para poder mirar y pensar qué hacemos desde la Compañía. El parate fue concreto. Nos estamos rearmando. Tenemos espectáculos para niños y adultos. Trabajamos mucho en escuelas. Esperamos poder volver a hacer teatro en las escuelas porque creemos que el teatro es una herramienta fundamental para la comunidad.
Lo que pasó y lo que sigue
La actividad en la Compañía Teastral no se detiene. El domingo 25 de julio estrenaron en Casa Boulevard la obra “Olivia en el mundo del revés”. El espectáculo, protagonizado por Maricruz Graciani y dirigido por Paula Righelato, está inspirado en los cuentos y canciones de María Elena Walsh.Righelato también adelantó que “estamos ensayando otros proyectos con otros grupos porque estamos pensando en un festival para fin de año. Queremos retomar uno de los festivales que veníamos haciendo. Queremos volver de a poco. La idea es noviembre”. A su vez, la reconocida actriz de la capital provincial confirmó a este medio que van a continuar con una formación para actores donde se abordará clown, bufón y melodrama, entre otras aristas teatrales. Dicha capacitación es abierta al pública y se estipula para el mes de octubre o noviembre. Además de eso, la Compañía tiene proyectada una gira por el interior de Entre Ríos y por las provincias de Corrientes, Chaco y Misiones.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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