MIRADOR ENTRE RÍOS
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El viernes 19 de noviembre se presentó un poemario erótico y para celebrarlo, la propia autora abrió las puertas de su casa. En un sentido metafórico y literal al mismo tiempo, siguió abriendo las puertas de su intimidad más allá de las páginas del libro.
“Escribir un libro erótico habla mucho de quien lo escribe. Por eso al exhibir toda esta intimidad, quise que la presentación del poemario fuera dentro de mi círculo íntimo y dentro de mi propia casa”, explicó Natalia Garay, autora de Pintó la gula, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS.
Según describe ella misma, el eje del libro son poemas lésbicos - eróticos y en él utiliza un lenguaje bastante “carnal”. “En el libro no hablo en código ‘hacer el amor’ o tener sexo, sino más bien con un lenguaje ‘guarro’, a través del que transmito mucho de mis fantasías, lo que me gusta, de cuando miro porno, de lo que quiero”, aseguró Garay. Pero a su vez, explica que “es muy fino el límite entre eso tan explícito y la parte metafórica que tiene el formato del poema. Encontré una manera de poder volcar las dos cosas de forma balanceada dentro de los poemas”.
Adelantó que quienes lean no van a encontrar poemas sutiles porque el libro tiene la frescura y la espontaneidad que tiene el hecho mismo de tener sexo. “Cuando lo hacemos, no tenemos todo premeditado, sino que nos instalamos en un lugar que es de percepción y nos dejamos llevar”. La obra tiene una parte narrativa y cuenta con distintos finales. “Ese dinamismo, la posibilidad de ir y venir dentro del libro, está bueno porque así es el juego erótico. Cuando vamos a tener relaciones no es que vamos a los bifes directo, sino que primero hay un juego previo, un ida y vuelta de las partes que se encuentran”, amplía la autora.
Consultada por el significado del título, Natalia contó que “es un permitido, permitirnos jugar un poco. El título tiene que ver con permitirnos un poco más: como cuando ya estas re satisfecha pero seguís comiendo de pura gula. Tiene que ver con ese banquete que uno se da, con permitirse tenerlo todo pero querer más”.
En la presentación hubo intervenciones performáticas y eróticas de Wacha Zombie, una bailarina-actriz paranaense. La conducción estuvo a cargo del artista Fernando Kosiac, que además es amigo de Natalia. También hubo proyecciones eróticas y una ronda de lecturas a modo de cierre, donde se siguió compartiendo “la gula de la poesía”, en palabras de la autora. “Para mí significó algo que necesitaba sacar, porque tengo una manera de escribir muy cargada y muy intensa. Entonces, esto fue romper toda esa manera de escribir que ya tengo. Fue una manera de sacar eso que necesitaba sacar. Quien lea el libro va a encontrar cosas que son totalmente verdaderas en mí, pero también un montón de fantasía. El libro juega entre la realidad y la fantasía, el lector no sabrá qué de todo eso es ficción y qué no”, contó la autora sobre lo que significa el libro para ella.
EL ORIGEN DE LA OBRA
El poemario surgió a raíz de un evento realizado en 2019 en la Casa de Cultura de Entre Ríos, que se llamó “El bazar de los besos”. En ese ciclo fue que Natalia, junto a Mariana Bolzán e Iván Taylor, realizó una intervención erótica que se llamó Fuego, que dio origen al proyecto presentado el fin de semana. “A partir de ahí me puse en comunicación con Luciana Camaño, autora de los poemas que yo había leído en el evento y le pregunté cómo hacía para escribir ese tipo de poemas. Ella me contó su proceso creativo y me pareció muy buena la idea, así que lo intenté. Esa experiencia me sirvió como disparador para empezar a escribir esos poemas eróticos que habían quedado latiendo después de nuestra intervención, Fuego, en el ciclo del que había participado”, comentó Garay.
Natalia comenzó su 2020 con muchas ganas de escribirlo todo. De a poco pudo sentirse muy cómoda con lo que estaba escribiendo, a pesar de tratarse de un tipo de escritura que puede generar pudor o vergüenza. “El estímulo de la curaduría de los poemas y las sugerencias de quien lo realizó me sirvió para empezar con uno, dos, tres y cuando quise acordar ya tenía escrito un poemario entero”.
El libro fue editado por la fundadora de La Ventana Ediciones, Gretel Schroeder. “Más allá de que me sentí muy cómoda con el lenguaje del poemario, era algo que también me exponía mucho, entonces elegí a Gretel como editora. Ella me dio esa sensación de sentirme cuidada. Además, me gusta mucho el catálogo feminista que tiene en su editorial”.
Las ilustraciones de la tapa y del interior del libro estuvieron a cargo del artista paranaense Javier Solari. “Sus obras son con tanto carácter, tan lujuriosas, pero a su vez tan frescas, lineales, con esa carga viciosa de gula. Realmente sentí que lo que estaba haciendo Javier en sus dibujos era lo que yo quería decir con la escritura de los poemas” cuenta la escritora en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS. “Nos acordamos de que hace un tiempito Javier me había dibujado a mí desnuda, frente a un espejo con mi gata. Cuando nos acordamos de esa obra que yo le había comprado a Javi dijimos ‘esta es la tapa’. Cesar Vitali fue quien hizo los retoques digitales para que esa obra que ya estaba incluso enmarcada, pueda adaptarse a lo que es el diseño de un libro”, explicó.
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El viernes 19 de noviembre se presentó un poemario erótico y para celebrarlo, la propia autora abrió las puertas de su casa. En un sentido metafórico y literal al mismo tiempo, siguió abriendo las puertas de su intimidad más allá de las páginas del libro.
“Escribir un libro erótico habla mucho de quien lo escribe. Por eso al exhibir toda esta intimidad, quise que la presentación del poemario fuera dentro de mi círculo íntimo y dentro de mi propia casa”, explicó Natalia Garay, autora de Pintó la gula, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS.
Según describe ella misma, el eje del libro son poemas lésbicos - eróticos y en él utiliza un lenguaje bastante “carnal”. “En el libro no hablo en código ‘hacer el amor’ o tener sexo, sino más bien con un lenguaje ‘guarro’, a través del que transmito mucho de mis fantasías, lo que me gusta, de cuando miro porno, de lo que quiero”, aseguró Garay. Pero a su vez, explica que “es muy fino el límite entre eso tan explícito y la parte metafórica que tiene el formato del poema. Encontré una manera de poder volcar las dos cosas de forma balanceada dentro de los poemas”.
Adelantó que quienes lean no van a encontrar poemas sutiles porque el libro tiene la frescura y la espontaneidad que tiene el hecho mismo de tener sexo. “Cuando lo hacemos, no tenemos todo premeditado, sino que nos instalamos en un lugar que es de percepción y nos dejamos llevar”. La obra tiene una parte narrativa y cuenta con distintos finales. “Ese dinamismo, la posibilidad de ir y venir dentro del libro, está bueno porque así es el juego erótico. Cuando vamos a tener relaciones no es que vamos a los bifes directo, sino que primero hay un juego previo, un ida y vuelta de las partes que se encuentran”, amplía la autora.
Consultada por el significado del título, Natalia contó que “es un permitido, permitirnos jugar un poco. El título tiene que ver con permitirnos un poco más: como cuando ya estas re satisfecha pero seguís comiendo de pura gula. Tiene que ver con ese banquete que uno se da, con permitirse tenerlo todo pero querer más”.
En la presentación hubo intervenciones performáticas y eróticas de Wacha Zombie, una bailarina-actriz paranaense. La conducción estuvo a cargo del artista Fernando Kosiac, que además es amigo de Natalia. También hubo proyecciones eróticas y una ronda de lecturas a modo de cierre, donde se siguió compartiendo “la gula de la poesía”, en palabras de la autora. “Para mí significó algo que necesitaba sacar, porque tengo una manera de escribir muy cargada y muy intensa. Entonces, esto fue romper toda esa manera de escribir que ya tengo. Fue una manera de sacar eso que necesitaba sacar. Quien lea el libro va a encontrar cosas que son totalmente verdaderas en mí, pero también un montón de fantasía. El libro juega entre la realidad y la fantasía, el lector no sabrá qué de todo eso es ficción y qué no”, contó la autora sobre lo que significa el libro para ella.
EL ORIGEN DE LA OBRA
El poemario surgió a raíz de un evento realizado en 2019 en la Casa de Cultura de Entre Ríos, que se llamó “El bazar de los besos”. En ese ciclo fue que Natalia, junto a Mariana Bolzán e Iván Taylor, realizó una intervención erótica que se llamó Fuego, que dio origen al proyecto presentado el fin de semana. “A partir de ahí me puse en comunicación con Luciana Camaño, autora de los poemas que yo había leído en el evento y le pregunté cómo hacía para escribir ese tipo de poemas. Ella me contó su proceso creativo y me pareció muy buena la idea, así que lo intenté. Esa experiencia me sirvió como disparador para empezar a escribir esos poemas eróticos que habían quedado latiendo después de nuestra intervención, Fuego, en el ciclo del que había participado”, comentó Garay.
Natalia comenzó su 2020 con muchas ganas de escribirlo todo. De a poco pudo sentirse muy cómoda con lo que estaba escribiendo, a pesar de tratarse de un tipo de escritura que puede generar pudor o vergüenza. “El estímulo de la curaduría de los poemas y las sugerencias de quien lo realizó me sirvió para empezar con uno, dos, tres y cuando quise acordar ya tenía escrito un poemario entero”.
El libro fue editado por la fundadora de La Ventana Ediciones, Gretel Schroeder. “Más allá de que me sentí muy cómoda con el lenguaje del poemario, era algo que también me exponía mucho, entonces elegí a Gretel como editora. Ella me dio esa sensación de sentirme cuidada. Además, me gusta mucho el catálogo feminista que tiene en su editorial”.
Las ilustraciones de la tapa y del interior del libro estuvieron a cargo del artista paranaense Javier Solari. “Sus obras son con tanto carácter, tan lujuriosas, pero a su vez tan frescas, lineales, con esa carga viciosa de gula. Realmente sentí que lo que estaba haciendo Javier en sus dibujos era lo que yo quería decir con la escritura de los poemas” cuenta la escritora en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS. “Nos acordamos de que hace un tiempito Javier me había dibujado a mí desnuda, frente a un espejo con mi gata. Cuando nos acordamos de esa obra que yo le había comprado a Javi dijimos ‘esta es la tapa’. Cesar Vitali fue quien hizo los retoques digitales para que esa obra que ya estaba incluso enmarcada, pueda adaptarse a lo que es el diseño de un libro”, explicó.
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