Walter Báez, director de la Central de Tránsito, indicó que “después de algunos meses, por suerte, las víctimas de accidentes son menos”.
Belén Fedullo
[email protected]
El 1° de enero todo era celebración y alegría. Había pasado el año de pandemia, Concordia no tenía tantos casos de coronavirus luego de un período difícil y la vida parecía volver a la normalidad, lentamente. Esa buena situación permitía salir, juntarse y festejar la llegada del nuevo año con otras personas y, tras tanto tiempo de encierro, la circulación en las calles comenzó a crecer.
Habían pasado pocas horas cuando Diego, de 34 años, volvía en moto a su casa y fue chocado por un auto. Aunque fue trasladado al hospital, pocos días después falleció.
Pasados 7 días de enero Martín, de 27, chocó su moto contra la de Kevin, de 20, en una avenida muy transitada. Ninguno de los dos llevaba casco. El mayor de ellos falleció luego de tres días de agonía, el menor, sobrevivió, pero tiene secuelas y su vida cambió para siempre.
Como ellos hubo varios más. Las calles tienen pintadas estrellas amarillas que recuerdan que ahí pasó algo, que ahí se terminaron los sueños de alguien y, tras la seguidilla de siniestros, decidieron actuar.
La Central de Tránsito, que depende de la Municipalidad de Concordia, comenzó a realizar cursos de formación en educación vial en conjunto con las escuelas, los centros de los barrios y algunos particulares. Entre los apuntados están, principalmente, los jóvenes que pronto llegarán a la mayoría de edad y podrán conducir vehículos con la licencia habilitante. Lo que buscan está claro: evitar que haya accidentes y, si los hay, que no sean una condena de muerte.
Walter Báez, director de la Central de Tránsito, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS indicó que “después de algunos meses, por suerte, las víctimas de accidentes son menos. Tenemos accidentes con lesionados, pero no con la gravedad que vimos hace un tiempo”. En los relevamientos, las motos son las que se llevan la peor parte y esto se debe a que el movimiento de motovehículos en la vía pública es mucho mayor. Según las estadísticas, en los meses de calor la circulación de motociclistas crece y con ello los accidentes.
“Al no haber circulación durante la pandemia, inclusive de manera peatonal, los accidentes habían disminuido. Luego, cuando se retomó la actividad justo en verano, empezó a haber muchos siniestros sobre todo con motos, algunos muy seguidos y con pérdida de vidas muy jóvenes. Eso es lo que más nos preocupa a nosotros, a otras áreas municipales, a la Policía, porque los problemas en el tránsito se traducen en muertes y eso siempre nos lleva a buscar la manera de evitar que esto suceda, nos inquieta realmente”, indicó Báez.
–¿Es por esto que comenzaron con cursos de educación vial con jóvenes?
–Sí, a eso apuntamos. No es una frase hecha nada más esa que dice que al tránsito lo hacemos entre todos, eso es una realidad. Los que tenemos la licencia desde hace muchos años sabemos que cambió el sistema de otorgamiento. Los tiempos cambiaron, ahora hay más acceso a cursos y a la formación en general, además de haber más tecnología y estamos convencidos de que la educación es parte fundamental para la vida en general, así que educar a los jóvenes para que puedan saber cómo manejarse en la calle, en cuanto al tránsito, es primordial. Creo que antes no teníamos o no se hacían los tiempos y espacios para dar cursos por fuera de la formación previa al otorgamiento del carnet y estos cursos son una buena oportunidad para la población.
–¿Es sólo para alumnos de escuela secundaria?
–Los cursos que son para sacar la licencia sí, sobre todo para quienes están en el último año, que son los próximos a salir a conducir en las calles. Luego tenemos otros desde Nivel Inicial, vamos también a los barrios y tratamos de llegar a diferentes edades, estratos sociales y niveles de formación para darles las herramientas, ya que son los futuros conductores y los que harán al tránsito de Concordia.
Estamos realmente agradecidos con los establecimientos educativos porque se ponen a trabajar a la par de nosotros, lo mismo con las personas que forman parte de centros barriales, ya que se interesan, nos dejan dar las charlas y después arman unidades en las que explican bien cada tema. Están preocupados por mejorar la realidad en la ciudad.
–Después de un tiempo de trabajo ¿aumentó la cantidad de licencias nuevas que otorgan por día?
–Sí. La gente ahora está más preocupada por tener todo en regla, no sólo por los accidentes sino porque se ha hecho mucho hincapié en eso, y hay más controles. Por día tenemos un promedio de entrega de 30 licencias nuevas, pero nos dimos cuenta de que no es que son todos jóvenes, sino que en Concordia había mucha gente que circulaba sin licencia, sin papeles, y que no les importaba. Afortunadamente han tomado conciencia de la necesidad de tener todo en regla. Ahora tenemos también personas haciendo los cursos y solicitando licencias desde las zonas periféricas del departamento, las localidades pequeñas, que cambiaron de hábito y se interesan por hacer los papeles, ya que circulan en ruta.
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El 1° de enero todo era celebración y alegría. Había pasado el año de pandemia, Concordia no tenía tantos casos de coronavirus luego de un período difícil y la vida parecía volver a la normalidad, lentamente. Esa buena situación permitía salir, juntarse y festejar la llegada del nuevo año con otras personas y, tras tanto tiempo de encierro, la circulación en las calles comenzó a crecer.
Habían pasado pocas horas cuando Diego, de 34 años, volvía en moto a su casa y fue chocado por un auto. Aunque fue trasladado al hospital, pocos días después falleció.
Pasados 7 días de enero Martín, de 27, chocó su moto contra la de Kevin, de 20, en una avenida muy transitada. Ninguno de los dos llevaba casco. El mayor de ellos falleció luego de tres días de agonía, el menor, sobrevivió, pero tiene secuelas y su vida cambió para siempre.
Como ellos hubo varios más. Las calles tienen pintadas estrellas amarillas que recuerdan que ahí pasó algo, que ahí se terminaron los sueños de alguien y, tras la seguidilla de siniestros, decidieron actuar.
La Central de Tránsito, que depende de la Municipalidad de Concordia, comenzó a realizar cursos de formación en educación vial en conjunto con las escuelas, los centros de los barrios y algunos particulares. Entre los apuntados están, principalmente, los jóvenes que pronto llegarán a la mayoría de edad y podrán conducir vehículos con la licencia habilitante. Lo que buscan está claro: evitar que haya accidentes y, si los hay, que no sean una condena de muerte.
Walter Báez, director de la Central de Tránsito, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS indicó que “después de algunos meses, por suerte, las víctimas de accidentes son menos. Tenemos accidentes con lesionados, pero no con la gravedad que vimos hace un tiempo”. En los relevamientos, las motos son las que se llevan la peor parte y esto se debe a que el movimiento de motovehículos en la vía pública es mucho mayor. Según las estadísticas, en los meses de calor la circulación de motociclistas crece y con ello los accidentes.
“Al no haber circulación durante la pandemia, inclusive de manera peatonal, los accidentes habían disminuido. Luego, cuando se retomó la actividad justo en verano, empezó a haber muchos siniestros sobre todo con motos, algunos muy seguidos y con pérdida de vidas muy jóvenes. Eso es lo que más nos preocupa a nosotros, a otras áreas municipales, a la Policía, porque los problemas en el tránsito se traducen en muertes y eso siempre nos lleva a buscar la manera de evitar que esto suceda, nos inquieta realmente”, indicó Báez.
Objetivos
–¿Es por esto que comenzaron con cursos de educación vial con jóvenes?
–Sí, a eso apuntamos. No es una frase hecha nada más esa que dice que al tránsito lo hacemos entre todos, eso es una realidad. Los que tenemos la licencia desde hace muchos años sabemos que cambió el sistema de otorgamiento. Los tiempos cambiaron, ahora hay más acceso a cursos y a la formación en general, además de haber más tecnología y estamos convencidos de que la educación es parte fundamental para la vida en general, así que educar a los jóvenes para que puedan saber cómo manejarse en la calle, en cuanto al tránsito, es primordial. Creo que antes no teníamos o no se hacían los tiempos y espacios para dar cursos por fuera de la formación previa al otorgamiento del carnet y estos cursos son una buena oportunidad para la población.
–¿Es sólo para alumnos de escuela secundaria?
–Los cursos que son para sacar la licencia sí, sobre todo para quienes están en el último año, que son los próximos a salir a conducir en las calles. Luego tenemos otros desde Nivel Inicial, vamos también a los barrios y tratamos de llegar a diferentes edades, estratos sociales y niveles de formación para darles las herramientas, ya que son los futuros conductores y los que harán al tránsito de Concordia.
Estamos realmente agradecidos con los establecimientos educativos porque se ponen a trabajar a la par de nosotros, lo mismo con las personas que forman parte de centros barriales, ya que se interesan, nos dejan dar las charlas y después arman unidades en las que explican bien cada tema. Están preocupados por mejorar la realidad en la ciudad.
Incremento
–Después de un tiempo de trabajo ¿aumentó la cantidad de licencias nuevas que otorgan por día?
–Sí. La gente ahora está más preocupada por tener todo en regla, no sólo por los accidentes sino porque se ha hecho mucho hincapié en eso, y hay más controles. Por día tenemos un promedio de entrega de 30 licencias nuevas, pero nos dimos cuenta de que no es que son todos jóvenes, sino que en Concordia había mucha gente que circulaba sin licencia, sin papeles, y que no les importaba. Afortunadamente han tomado conciencia de la necesidad de tener todo en regla. Ahora tenemos también personas haciendo los cursos y solicitando licencias desde las zonas periféricas del departamento, las localidades pequeñas, que cambiaron de hábito y se interesan por hacer los papeles, ya que circulan en ruta.
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