Niños y madres de El Amaray, compartiendo un picnic.
Foto:Melisa Curá
Conrado Berón
[email protected]
En La Paz, todos lo conocen como “El Amaray”, este centro de día ha atravesado distintas épocas y etapas de un país que no para de cambiar. Las crisis abundan y en ese contexto, estos lugares son mucho más que un centro donde ir a que te ayuden con la tarea de la escuela. Gurises, gurisas y madres encuentran el afecto y la contención que a veces no sobra.
MIRADOR ENTRE RÍOS interrumpió una reunión de la comisión, que es la que gestiona y administra todo lo relacionado a la logística de un hogar que no para de crecer. Este grupo de paceños está conformado por Graciela Canori, Flavia Vicino, Patricia Schiappa Pietra, Gloria Segovia, Ana María Dorrego, Claudia Villegas, Mónica Toler, Berta Schemberger, Mónica Barolín, Sofía María, Elsa Yaco y Alina Valdez, más colaboradores que se suman solidariamente.
Entre los detalles cotidianos que son los que hay que ir resolviendo permanentemente, el Centro Amaray pudo conseguir el dinero para comenzar a construir el edificio propio, en un terreno que poseen desde hace un tiempo. Estaba todo en marcha, se había pasado la pandemia y se comenzó a construir este sueño que se hacía realidad, hasta que hace pocos días se encontraron con la amarga sorpresa de que la obra se paró y la empresa la abandonó.
Ante la consulta, les dijeron que se cortaron las partidas de un dinero que ya está en las arcas del Estado, y se cesó con el pago de los certificados de obra. Esperan ansiosos que se continúe con la construcción, ya que hoy están “de prestado” en otra institución.
–¿Qué función cumple el Centro?
–La función que cumple nuestro centro es contener a niños en edad escolar, brindando apoyo escolar, contención y acompañamiento a los chicos en sus tareas escolares. A su vez les otorgamos actividades recreativas extra curriculares, como manualidades, pintura, tejido, hábitos de higiene, entre otros.
Trabajamos a contraturno de sus escuelas y además contamos con un jardín llamado “Burbujitas” que consta de salas de 2 a 4 años.
Los chicos que asisten para el apoyo escolar van de los 6 a los 12 años, es decir toda su estadía en la escuela primaria.
–¿Cuándo se creó el centro?
–Comenzó todo en el año 1982, con chicos en edad escolar. Pero cinco años más tarde, se vio en la necesidad de incorporar niños de menor edad, así surgió a través del Consejo general de Educación la creación de un jardín de tres y cuatro años. En marzo del 89 comenzó a funcionar con un solo cargo el jardín “Burbujitas”. Hoy tenemos también salita de dos años, con dos salas por la mañana y una por la tarde.
–¿Cuántos chicos asisten al Centro?
–Si hablamos del jardín, son 45 chicos los que asisten diariamente. En cuanto a la residencia socio-educativa, contenemos a 28 chicos.
–¿Cuál es el objetivo del Centro Amaray?
–Principalmente la contención. Su higiene, sus tareas, sus valores y otorgarles un lugar donde puedan ser contenidos y tengan a un grupo de personas que los ayude en todo. Incluso los acompañamos en el proceso que atraviesan con problemas de salud o psicológicos. En su momento éramos un jardín maternal, posiblemente cuando tengamos nuestro nuevo edificio podamos volver a brindar el servicio de guardería maternal, para que las mamás que necesiten trabajar, puedan dejar a su bebé en nuestro espacio.
–¿Qué prioridades tienen en la actualidad?
–Como comisión, nuestra prioridad es terminar con la construcción de nuestro nuevo lugar, que se encuentra ubicado en calle Arenales 553, obra que se comenzó y enseguida se paralizó; en estos momentos nos prestan las instalaciones del Instituto Comercial Nocturno.
Además, estamos realizando una pre-inscripción para la creación de una nueva salita de jardín.
–¿Cómo se sostiene económicamente el Centro?
–Contamos con el aporte del Copnaf para la residencia estudiantil, para el jardín, los aportes son los sueldos del personal que paga el CGE, además tenemos una tarjeta Sidecreer para la compra de los alimentos. Desde la comisión intentamos cubrir todo lo que queda por fuera de esos aportes estatales. Hacemos beneficios para pagar los servicios, pagar las cuentas, además para comprarles útiles, remedios, pañales, medias, elementos de higiene, además de los impuestos. Todo esto último lo solventamos nosotros con nuestras gestiones.
El Amaray trabaja en red con el municipio y el área de Desarrollo Social, quienes aportan las auxiliares y el personal de maestranza para la limpieza. En tanto, el Copnaf tiene a su cargo las promotoras de derecho, que son las responsables de brindar el apoyo escolar a los chicos de 6 a 12 años. Por su parte, el CGE es responsable de las maestras jardineras del “Burbujitas”.
–¿De qué manera puede colaborar la sociedad paceña?
–En primera instancia, nos ayudaría mucho que se hagan socios del Centro Amaray; tenemos una cuota mensual de $200 lo que nos ayuda bastante. Además, participando en los eventos que organizamos, ya sea espectáculos, rifas o algún beneficio. También aceptamos donaciones de ropa o elementos de higiene o limpieza. Electrodomésticos que pueden usarse en el jardín, todo lo que se les ocurra para nuestro ámbito, va a ser bienvenido.
–¿Cómo va la historia del relegado y necesario nuevo edificio?
–El nuevo edificio se demoró en comenzar a construirse por la pandemia. Luego comenzó la obra y cuando todo iba viento en popa, se detuvo. Lo que nos dicen es que aparentemente hubo certificados que aún no se han pagado por problemas entre las empresas adjudicatarias y el gobierno, que es el que recibe la plata del Banco Interamericano de Desarrollo, que es la entidad que financia la obra.
Esperamos que esto se resuelva a la brevedad, y que los plazos no se dilaten porque la obra iba a durar solo seis meses y ahora vemos con preocupación que se paró. De la empresa nos dicen que el gobierno no les ha pagado por eso se fueron.
–¿Qué significaría para ustedes tener su propio lugar?
–El lugar en verdad lo tenemos, el terreno es nuestro, de hecho, fue comprado con una chacra que fue donada unos años antes. Para nosotros además de ser una gran alegría, este edificio sería un punto de partida de un proyecto superador que tenemos en mente, para mejorar lo que le brindamos a la sociedad y a los chicos en particular. Nos enorgullece proyectar este crecimiento edilicio.
–¿Qué tan solidaria es La Paz?
–La verdad es que estamos muy agradecidos y muy contentos, porque el pueblo siempre nos ha respondido más que bien. En cada beneficio que hacemos siempre están. Ventas de pastas, rifas, eventos o pedidos directos de colaboración ante necesidades puntuales, la gente paceña siempre nos da una mano. Hace una semana realizamos una noche de tango y muchas empresas pusieron su granito de arena, fueron fundamentales para poder traer a los artistas que estuvieron en el escenario. Además, el público esa noche salió contento y nos pidieron que sigamos haciendo este tipo de espectáculos.
[email protected]
En La Paz, todos lo conocen como “El Amaray”, este centro de día ha atravesado distintas épocas y etapas de un país que no para de cambiar. Las crisis abundan y en ese contexto, estos lugares son mucho más que un centro donde ir a que te ayuden con la tarea de la escuela. Gurises, gurisas y madres encuentran el afecto y la contención que a veces no sobra.
MIRADOR ENTRE RÍOS interrumpió una reunión de la comisión, que es la que gestiona y administra todo lo relacionado a la logística de un hogar que no para de crecer. Este grupo de paceños está conformado por Graciela Canori, Flavia Vicino, Patricia Schiappa Pietra, Gloria Segovia, Ana María Dorrego, Claudia Villegas, Mónica Toler, Berta Schemberger, Mónica Barolín, Sofía María, Elsa Yaco y Alina Valdez, más colaboradores que se suman solidariamente.
Entre los detalles cotidianos que son los que hay que ir resolviendo permanentemente, el Centro Amaray pudo conseguir el dinero para comenzar a construir el edificio propio, en un terreno que poseen desde hace un tiempo. Estaba todo en marcha, se había pasado la pandemia y se comenzó a construir este sueño que se hacía realidad, hasta que hace pocos días se encontraron con la amarga sorpresa de que la obra se paró y la empresa la abandonó.
Ante la consulta, les dijeron que se cortaron las partidas de un dinero que ya está en las arcas del Estado, y se cesó con el pago de los certificados de obra. Esperan ansiosos que se continúe con la construcción, ya que hoy están “de prestado” en otra institución.
Inicios
–¿Qué función cumple el Centro?
–La función que cumple nuestro centro es contener a niños en edad escolar, brindando apoyo escolar, contención y acompañamiento a los chicos en sus tareas escolares. A su vez les otorgamos actividades recreativas extra curriculares, como manualidades, pintura, tejido, hábitos de higiene, entre otros.
Trabajamos a contraturno de sus escuelas y además contamos con un jardín llamado “Burbujitas” que consta de salas de 2 a 4 años.
Los chicos que asisten para el apoyo escolar van de los 6 a los 12 años, es decir toda su estadía en la escuela primaria.
–¿Cuándo se creó el centro?
–Comenzó todo en el año 1982, con chicos en edad escolar. Pero cinco años más tarde, se vio en la necesidad de incorporar niños de menor edad, así surgió a través del Consejo general de Educación la creación de un jardín de tres y cuatro años. En marzo del 89 comenzó a funcionar con un solo cargo el jardín “Burbujitas”. Hoy tenemos también salita de dos años, con dos salas por la mañana y una por la tarde.
–¿Cuántos chicos asisten al Centro?
–Si hablamos del jardín, son 45 chicos los que asisten diariamente. En cuanto a la residencia socio-educativa, contenemos a 28 chicos.
El futuro
–¿Cuál es el objetivo del Centro Amaray?
–Principalmente la contención. Su higiene, sus tareas, sus valores y otorgarles un lugar donde puedan ser contenidos y tengan a un grupo de personas que los ayude en todo. Incluso los acompañamos en el proceso que atraviesan con problemas de salud o psicológicos. En su momento éramos un jardín maternal, posiblemente cuando tengamos nuestro nuevo edificio podamos volver a brindar el servicio de guardería maternal, para que las mamás que necesiten trabajar, puedan dejar a su bebé en nuestro espacio.
–¿Qué prioridades tienen en la actualidad?
–Como comisión, nuestra prioridad es terminar con la construcción de nuestro nuevo lugar, que se encuentra ubicado en calle Arenales 553, obra que se comenzó y enseguida se paralizó; en estos momentos nos prestan las instalaciones del Instituto Comercial Nocturno.
Además, estamos realizando una pre-inscripción para la creación de una nueva salita de jardín.
–¿Cómo se sostiene económicamente el Centro?
–Contamos con el aporte del Copnaf para la residencia estudiantil, para el jardín, los aportes son los sueldos del personal que paga el CGE, además tenemos una tarjeta Sidecreer para la compra de los alimentos. Desde la comisión intentamos cubrir todo lo que queda por fuera de esos aportes estatales. Hacemos beneficios para pagar los servicios, pagar las cuentas, además para comprarles útiles, remedios, pañales, medias, elementos de higiene, además de los impuestos. Todo esto último lo solventamos nosotros con nuestras gestiones.
El Amaray trabaja en red con el municipio y el área de Desarrollo Social, quienes aportan las auxiliares y el personal de maestranza para la limpieza. En tanto, el Copnaf tiene a su cargo las promotoras de derecho, que son las responsables de brindar el apoyo escolar a los chicos de 6 a 12 años. Por su parte, el CGE es responsable de las maestras jardineras del “Burbujitas”.
Construcción detenida
–¿De qué manera puede colaborar la sociedad paceña?
–En primera instancia, nos ayudaría mucho que se hagan socios del Centro Amaray; tenemos una cuota mensual de $200 lo que nos ayuda bastante. Además, participando en los eventos que organizamos, ya sea espectáculos, rifas o algún beneficio. También aceptamos donaciones de ropa o elementos de higiene o limpieza. Electrodomésticos que pueden usarse en el jardín, todo lo que se les ocurra para nuestro ámbito, va a ser bienvenido.
–¿Cómo va la historia del relegado y necesario nuevo edificio?
–El nuevo edificio se demoró en comenzar a construirse por la pandemia. Luego comenzó la obra y cuando todo iba viento en popa, se detuvo. Lo que nos dicen es que aparentemente hubo certificados que aún no se han pagado por problemas entre las empresas adjudicatarias y el gobierno, que es el que recibe la plata del Banco Interamericano de Desarrollo, que es la entidad que financia la obra.
Esperamos que esto se resuelva a la brevedad, y que los plazos no se dilaten porque la obra iba a durar solo seis meses y ahora vemos con preocupación que se paró. De la empresa nos dicen que el gobierno no les ha pagado por eso se fueron.
–¿Qué significaría para ustedes tener su propio lugar?
–El lugar en verdad lo tenemos, el terreno es nuestro, de hecho, fue comprado con una chacra que fue donada unos años antes. Para nosotros además de ser una gran alegría, este edificio sería un punto de partida de un proyecto superador que tenemos en mente, para mejorar lo que le brindamos a la sociedad y a los chicos en particular. Nos enorgullece proyectar este crecimiento edilicio.
Dar una mano
–¿Qué tan solidaria es La Paz?
–La verdad es que estamos muy agradecidos y muy contentos, porque el pueblo siempre nos ha respondido más que bien. En cada beneficio que hacemos siempre están. Ventas de pastas, rifas, eventos o pedidos directos de colaboración ante necesidades puntuales, la gente paceña siempre nos da una mano. Hace una semana realizamos una noche de tango y muchas empresas pusieron su granito de arena, fueron fundamentales para poder traer a los artistas que estuvieron en el escenario. Además, el público esa noche salió contento y nos pidieron que sigamos haciendo este tipo de espectáculos.
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