Álvaro Javier Marrocco


La novela del periodista Reynaldo Sietecase inicia en forma categórica, “No todo se transforma. Hay cosas que desaparecen sin dejar rastros. Cuerpos que se borran para siempre”. En consonancia, el thriller comienza con las históricas y perversas declaraciones (1979) del dictador Jorge Rafael Videla en alusión a los desaparecidos. “es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo, está desaparecido”.

Rosario, 1980, un calor agobiante en la ciudad, ultimos dias de un diciembre caluroso, la dictadura militar todavia en el gobierno. Dos amantes se besan, una llamada los sorprende. Ella atiende, un empresario de renombre está desaparecido y hay un pedido de rescate. Se visten y salen. Asi empieza la pelicula Un crimen argentino, los personajes de la escena son Antonio González Rivas (encarnado por Nicolás Francella) quién oficia de secretario de un juzgado, y Maria (Malena Sánchez), también secretaria y sobrina del juez del mismo juzgado. Abajo en la calle esta esperando Carlos Torres (un Matías Mayer muy logrado en su personaje) el otro secretario del juzgado. Todos ellos seran los encagados de develar el caso que tiene en vilo a la sociedad rosarina.

La trama de la pelicula avanza por etapas, y los restantes personajes van asomando. El espectador rápidamente se pone en contexto, un crimen civil que transcurre en época de dictadura militar. Durante el desarrollo de la historia, basada en hechos reales, se pone de manifiesto la disputa entre el poder militar y el judicial para poder resolver el caso. El juez, encarnado por Luis Luque trata de mediar entre lo que es atendible y lo que puede hacer, los servicios están operando y cada paso que da debe reportarselo a los militares. El caso del empresario Gabriel El Turco -para los amigos- Samid (que en verdad se
llamaba Jorge Salomón Sauan), cuya desaparición altera a las cúpulas militares, quienes quieren que se resuelva cuanto antes para demostrar su inocencia. La problemática del film recorre ese fino hilo que maneja la justicia con sus tiempos
legales necesarios y la urgencia de las cupulas militares.

En una escena entre memorable e intimadante, el Teniente Coronel (interpretado por César Bordón) le dice al juez —"¿Qué está esperando? lo tiene a Márquez como un tiburón en una pileta y tiene el arpón entre sus manos..." a lo que el juez le responde: "Yo lo veo como una pileta llena de tiburones", "El mundo está lleno de malas personas y la mayoría está suelta".

El personaje del abogado Mariano Márquez (Juan Carlos Masciaro en la vida real), que en la película es interpretado por Darío Grandinetti aparece en pantalla como un enigma (tanto para los militares, como para los secretarios que lo tienen entre ojos. Grandinetti hace del personaje alguien sumamente complejo, criptico y por momentos enigmatico, logra poner a ese sujeto oscuro que ejecuto un plan sistematico de desaparicion de una persona, en segundo plano, volviendolo cercano. Márquez nos interpela como espectadores al llevar adelante una simple pregunta ¿Se puede disolver un cuerpo? ¿Es posible reducir un ser humano a la nada? Utilizado en cantidades adecuadas el ácido sulfúrico, la pregunta puede resolverse. Cuando el proceso llega a su fin, sólo queda un líquido negruzco, turbio, con una capa superficial que tiene aspecto de costra de carbón. Ahora, la otra pregunta que asoma ¿Sin cuerpo, hay delito?

Filmada íntegramente en Rosario, en los escenarios descriptos y elegidos para el desarrollo de la novela de Sietecase, siguen el mismo camino en el rodaje y las locaciones elegidas para situar al espectador en esa rosario de los '80. Entre los edificios elegidos vale destacar la cárcel penitenciaria ubicada en calle Zeballos al 3000 construida en el siglo pasado y conocida como “La redonda”, asi como las galerias antiguas del centro rosarino que mantienen la estetica intacta, tambien estan presentes los tribunales federales y las adyacenicas al palacio municipal, y el bar restaurant de minutas El Chaco, el Club Sirio Libanés, los bares Pico Fino, El Cairo, Paco Tío, Capri, y las largas escenas en el Museo Histórico Julio Marc.

Espias y servicios

El cine nacional ha sabido meterse en las entrañas de la época mas siniestra de nuestro pais (1976-1983), con titulos e historias memorables como Crónica de una fuga (2006) donde la construccion del personaje que hace Pablo Echarri de un torurador es autentica por lo descarnado e inhumano. Asi como en otro titulo muy interesante, El otro Hermano (2017) donde las huellas de los secuestros y la tortura siguen intactas en plena democracia, destacandose el papel del cínico policia retirado (ex servicio) encarnado por Leonardo Sbaraglia. Volviendo a Un crimen argentino, el trabajo de Alberto Ajaka como Servera, Jefe a cargo del
operativo, y servicio activo es realmente destacable y va en consonancia con el carácter inhumano de estos personajes siniestros que fueron parte de una maquinaria de engranaje puestas al servicio del mal.

Una sociedad también se define a sí misma por sus crímenes, por sus formas de matar. Esta es la historia de uno de los homicidios más brutales cometidos en la Argentina. Un año antes de lo sucedido con el caso Samid, Jorge Rafael Videla en conferencia de prensa en Casa Rosada decía: “Es un desaparecido, no tiene entidad. No está ni muerto ni vivo, está desaparecido... Frente a eso no podemos hacer nada”. La pelicula es el espejo de una época violenta, donde los servicios siguen operando y la justicia está atada de pies y manos ante la búsqueda de pruebas para llegar a la verdad.

Ficha tecnica

Dirigido por Lucas Combina y producida por Juan Pablo Buscarini. El guion estuvo a cargo de Sebastián Pivotto, Jorge Bechara y Matías Bertilotti. El elenco reúne a Nicolás Francella y Matías Mayer, Malena Sánchez, Luis Luque, Alberto Ajaka, Rita Cortese, César Bordón, y la participación especial de Darío Grandinetti. Género: Thriller. Origen: Argentina. Distribuidora: Warner Bros.